documentos de pensamiento radical

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lunes, 31 de mayo de 2021

5 poemas de MI ABUELA NO HA LEÍDO A MARX de HELIOS F. GARCÉS


 

 

Escribimos

para quitarnos una máscara

 

Pero no importa

Por muy elocuente

o sugerente que parezca

 

A menudo

el poema es la máscara


***




Cuidado hay poetas

que escriben contra la represión

 

Contra el hambre

contra el neoliberalismo

 

Y después

vuelven a casa

 

Hay otros que escriben

sobre los pájaros y el amor

 

Sin embargo

se lanzan a las calles

 

No vayamos

a confundirnos

 

***



La Acumulación Originaria del Capital Emocional

 

I

No me salves poeta

No quieras mi complicidad

 

Cuando señales la denuncia

no me salves no te salves

 

No quedes por encima

por apuntar la barbarie

 

II

Todo panfletista que se precie

debe cocinar su propia receta

 

Y probarla antes que nadie

 

 ***


I

Los poetas políticos

parecen no saber escribir

poemas sobre el amor

 

Pero que no te engañen, Abuela

Ellos también se enamoran

 

II

Palabra

cargada de tanto

 

Fíjate que no pasa nada

si decimos “amor”

 

Pero es escribirlo en un poema

y saltan todas las alarmas

 

 

Helios F. Garcés. Mi abuela no ha leído a Marx. Ed. Amargord, 2019

Imagen: Acción de la artista polaca Ewa Partum. Auto-identification. Varsovia, 1980

domingo, 30 de mayo de 2021

TRES MANERAS DE DECIR LO MISMO



 

I

Hay quienes van a la asamblea

como quien va a terapia:

a resolver su propio sufrimiento

 

En la euforia de lo colectivo

disuelven la soledad del hogar

 

En la asamblea encuentran

identidad amistad sexo

 

Combaten automatismos

Encienden chispas

 

Supuestamente todo

es por la revolución

 

Ciertamente

se trata de la revolución

 

De la revolución siempre pendiente:

La revolución interior


 

II

Hay quienes entran en casa

como quien va a la asamblea:

a reafirmarse en sus disfraces

 

En la intimidad del hogar

ahogan la frustración social

 

Bajo su techo hallan

autoridad sumisión poder

 

Revierten su impotencia

trazando la violencia del grito

 

Sus seres cercanos

son maltratados

 

Supuestamente todo

es por la realidad social

 

Ciertamente

se trata de la situación real

 

De la situación de siempre:

La realidad de la infelicidad




III

¡¿Cuántos poemas

inútiles hacen falta?!


Helios F. Garcés. Mi abuela no ha leído a Marx. Ed. Amargord, 2019

sábado, 29 de mayo de 2021

ENCONTRAR



 

Encontrar un maestro vivo 

y un amor cercano 


Demasiado fácil 

un maestro muerto 

y un amor platónico 


Demasiado rotos esos espejos



Helios F. Garcés. Mi abuela no ha leído a Marx. Ed. Amargord, 2019

Obra de Juan Carlos Lázaro

viernes, 28 de mayo de 2021

3 poemas de DE LA IGNOMINIA de GABRIEL ALEJO JAKOVKIS


 

 

1.


No hay poetas en las playas

y no existe el mar

que fuera morada de sus versos.

Es ahora el rastro de un mal sueño.

Sólo huesos.

Sal.

Inservibles restos

que se aferran a la nada.

 

 

31.


Nunca llegó a saber

qué color tiene

el final del viaje.

Nunca pudo olvidar

el color que tiene el principio.

 

 

32.


No suena

el viento en tus arrugas.

No vuela tu espuma.

La última ola es de yeso

y no llega a la playa

donde sólo hay algas secas.

Velas negras. Huesos de sal.

Estás quieto como las tumbas.

Eres la cuna de los niños que mueren

sin haber jugado en tus arenas.


Gabriel Alejo Jakovkis

jueves, 27 de mayo de 2021

ESTO VA A EMPEZAR




 


Esto va a empezar,
lo tengo en la punta de la lengua.

LSD
 
 
Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017

miércoles, 26 de mayo de 2021

 

LUDOPATÍA DEL PODER

                                           


                            Óleo sobre lino – Puntillismo- 162 x 130 – 1987-1998

 

NADA os distraiga de lo importante.

Nuestro es el mensaje de la contingencia. Recordad que la verdad puede ser tan variable como la mentira y para eso tenemos televisiones.

(Un abismo de bolas se cierne sobre el poeta / el pintor).

Regocíjense todos, ya tenemos escuelas para secuestrar las ganas de Aprender de nuestros niños, tenemos perros para ladrar al Olvido, tenemos al Miedo para controlar las luces y no se insubordinen las sombras.   ¿Para qué la lucha? ¿Acaso el azar seguro de la ceniza calienta mejor que este fuego frío? ¿Acaso el embate de las luces contra el talud de la carne sirve de algo? ¿Acaso la violencia no engendra violencia?

Nada os distraiga de lo importante.

Tenemos un cortejo de luces dispuestas a ingresar en nuestra organización criminal (perdón, internacional) del consumo. Queremos reclutar luces que lleven espejos o sombras que [no] delaten nunca la verdad ni la mentira (según convenga); queremos que este infinito cortejo de luces disperse imágenes y palabras hueras, ángeles de sombra y ángeles sin sombra. ¿Qué, sino la Sombra, puede detener el avance de Luz? Busquemos sentidos en este perímetro cercado de alambre de espino. Contra la (im)precisa melancolía: ˗ ¿Qué, sino la Sombra (o la Luz) puede elevar nuestra imaginación hasta el altar de la delincuencia?      


Este poema se empezó a escribir en 2009 y se rehizo en enero 2021 despues de leer Balance anual de A. Orihuela                         

JUNIO 2010


 

                               Mi vida, la vida, quise haberla vivido como ave dentro del viento.

                                                                                              Óscar Alberdi

Recuerdo aquella noche

de aquel año terrible

que comenzó sin tregua,

aquel año de cambios,

de distancias y viajes,

aquel ir y venir

de un día a otro

(días interminables

que buscaban ahogarse

en madrugadas).

Lo recuerdo y comprendo

la ausente realidad

de puertas invisibles

que quedaron abiertas

para siempre.

Me lo dijiste tú,

ferviente soñador

que ya no estás,

y aún me queda tu gesto

bañado en lo forzado

de la sonrisa blanca de una víspera.

 

Revivo todavía los momentos,

las luces del regreso

a toda prisa, el refugio

disperso de las cosas

que no conseguí hacer

y, al cabo de los años,

perseguimos. Tocamos, sin saberlo,

las teclas de algún sueño,

y encendimos

hogueras de palabras,

poemas y canciones

en un bar de apellido

entre los nombres

fértiles de sus protagonistas.

 

Desde entonces, me alientas

y me lleno de un mundo

sin permisos, sin sombras,

sin los planes que hicimos

más tarde que otras veces,

poco antes de llegar

a comprenderlo.

 

 

Julián Borao

 

martes, 25 de mayo de 2021

2 poemas de JULIÁN BORAO


 

 

JUNIO 2010

 

                               Mi vida, la vida, quise haberla vivido como ave dentro del viento.

                                                                                              Óscar Alberdi

Recuerdo aquella noche

de aquel año terrible

que comenzó sin tregua,

aquel año de cambios,

de distancias y viajes,

aquel ir y venir

de un día a otro

(días interminables

que buscaban ahogarse

en madrugadas).

Lo recuerdo y comprendo

la ausente realidad

de puertas invisibles

que quedaron abiertas

para siempre.

Me lo dijiste tú,

ferviente soñador

que ya no estás,

y aún me queda tu gesto

bañado en lo forzado

de la sonrisa blanca de una víspera.

 

Revivo todavía los momentos,

las luces del regreso

a toda prisa, el refugio

disperso de las cosas

que no conseguí hacer

y, al cabo de los años,

perseguimos. Tocamos, sin saberlo,

las teclas de algún sueño,

y encendimos

hogueras de palabras,

poemas y canciones

en un bar de apellido

entre los nombres

fértiles de sus protagonistas.

 

Desde entonces, me alientas

y me lleno de un mundo

sin permisos, sin sombras,

sin los planes que hicimos

más tarde que otras veces,

poco antes de llegar

a comprenderlo.

 

 

 

ENCUENTRO

 

Me gusta ese momento

de verte nuevamente

después de varios días,

mirar cómo apareces

rompiendo con tu ritmo las aceras.

 

Me encanta

contemplarte

llegando entre la gente,

moviendo paso a paso tus caderas

y, al ver cómo sonríes,

me hace feliz pensar

que a ti también

te gusta ese momento

de verme nuevamente

después de varios días,

e intuyes que te miro

subido a ras de suelo,

creciendo de repente en el encuentro

(aunque me quede ciego entre tus ojos).

 

Entonces, al mirarte,

comprendo

que la vida es, a menudo,

más esencial y alegre

de lo que suele ser,

mantengo una sonrisa

que no puedo evitar

(soñando con un beso)

y espero a que te acerques

para decir de nuevo

que te quiero.

 

 

 Julián Borao

lunes, 24 de mayo de 2021

3 poemas de DIAS PARES E IMPARES de JULIÁN BORAO

 


23 F

 

Una noche de invierno,

abrigado en la llama del sexo adolescente

rompí mi castidad entre sus piernas.

Señalamos la fecha

que durante unos años

fue el cómplice secreto

de nuestro calendario personal,

sólo en la intimidad,

un número, sin más, del mes más corto.

Luego llegó Tejero, no sé si lo hizo adrede,

tengo serias sospechas

de que tomó el Congreso para joderme el día

y la celebración.

 

 

 

Exilio

 

Como quien llega a un mar que no conoce,

más allá de vestigios y de patrias,

y escucha, devastado, los suspiros -los suyos-

la realidad ahogada de su respiración,

como quien llega

a ciegas y sin guía hasta el atardecer

y abandona las huellas del camino.

 

Como quien nada sabe y se detiene

en medio de otra tierra para olvidar

aquello que dejó, las voces, las palabras,

las promesas, las horas,

y escucha,

solo, en la persistencia de vivir

la agonía de un tiempo

que no le pertenece.

 

 

 

El nombre exacto

 

Tal vez era eso mismo lo que quiso decir

cuando habló del poema

y del exacto nombre de las cosas:

el exacto nombre de las cosas…

¿Dónde está la respuesta?

La inteligencia duerme

doblegada de amor y de deseo,

consumida en versiones de la noche

y de su propio yo que la retiene.

Fluye el tiempo a través de dimensiones

percibidas apenas en esta realidad,

fluyen otros caudales siguiendo

las corrientes de lo eterno.

Y nosotros, vencidos en la muerte,

buscamos entender nuestras fronteras.


 

 Julián Borao. Días pares e impares. Ed. LUPI, 2016

 


domingo, 23 de mayo de 2021

4 poemas de DIAS PARES E IMPARES de JULIÁN BORAO

 


Hacia la luz

 

No juegues a ser dios porque eres, a lo sumo,

nada más que un suspiro intrascendente

del aliento total del universo; no creas

que eres parte de una veracidad casi divina

aunque tengas acólitos

que aplaudan sin pensarlo tus aseveraciones.

Es mejor que no digas, o que sepas

que todo lo que digas trasciende a lo que callas.

Es mejor no afirmar que hablar errado.

Ya lo dijo Marzal, que las palabras

deben crecer hacia la luz.

Y nosotros también, con palabras,

con gestos, con miradas, incluso con silencios,

y nosotros también hacia la luz



 

Desatención selectiva

 

Esta extraña costumbre de mirar

y observar las historias

cómodamente anclados al sofá

mientras que todo pasa más allá,

a otro lado de ti, tras la pantalla.

No hay nada que nos libre

de esta rara tendencia

de contemplar sin ser protagonistas.

Esta frecuencia extraña

de ver escenas tristes de vidas inventadas

y sentir la empatía de lo que no sucede

y lo sabemos, o ésa que nos acecha

de aquello que sucede realmente

pero no nos incumbe.

Lo más sencillo es darle a otro botón

que nos lleve a un canal

en el que nada cueste asimilar,

cómodamente anclados al sofá,

que somos solamente espectadores

y que podemos apagar el mundo

con un sencillo gesto del pulgar.

 

 

 

Extremos

 

Dicen que los extremos se tocan

muchas veces: las puntas de los dedos,

la izquierda y la derecha, la infancia y la vejez,

el sueño y la vigilia en esas horas vagas

de extremos pensamientos y poemas.

Dicen que no son buenos

en sí mismos ni en sus implicaciones,

los extremos, más uno, menos uno…,

los extremos…

Tal vez principio y fin entre nosotros,

quizás cuando te miro y observo

que me miras quedando retenido

en tus extremos, tú en los míos,

buscando el justo centro en que se tocan.

 

 Olvidos

 

Siempre te olvidas algo, los pendientes

donde te los quitaste, un collar

que ni recordarás haber traído,

un anillo, tal vez, o dos anillos

huyendo de tus dedos fugitivos;

a menudo te olvidas el tabaco,

por tu premeditada obstinación

de no querer fumar cuando estás sola,

y el mechero también sobre la mesa;

siempre te olvidas algo cuando marchas,

un cinturón que, por decorativo, no te falta,

el paraguas también, por si la lluvia,

o las bragas al fondo de las sábanas.

Te olvidas ciertas cosas que no siempre

te son imprescindibles y un rastro de tu paso

se queda entre mis cosas

como por un azar diseminadas, quizás

como pretexto para poder volver;

mas yo, que no te olvido,

hago de esos descuidos permanencia

y encuentro en los objetos que te dejas

el regalo casual de tu sonrisa.

 


 Julián Borao. Días pares e impares. Ed. LUPI, 2016