El agua no sabía, la piedra no sabía.
El agua se acercaba suavemente a la piedra cada día de camino a lo desconocido.
La piedra tal vez creía en su inmutable dureza.
El agua no imaginaba, no pretendía. La piedra tampoco.
El agua ablandaría la piedra.
La piedra no sería nunca más útil para ser lanzada contra
nadie.
El agua y la piedra siguen sin saber dejan que todo suceda.
*
Iré tan lejos como me lleva mi pensamiento, pero volveré siempre a la casa que habito.
*
Nací para aprender y saberlo me mantiene humildemente feliz y eternamente
asombrada.
*
Morirme de amor con el amor a mano
amando hasta el final,
armada de amor infatigable,
y no siendo por amor
no volver nunca los pasos hacia atrás,
pero si por él es, volverme
para volver a morirme de amor
tantas vidas como amor me quede.
Desarmada de amor eternamente, así quiero vivirme.
*
Hoy he sabido de ti. Hoy he muerto un poco menos.
*
Tal vez al final sea mejor no tener infancia feliz a la que querer volver.
Tal vez sea mejor haber quemado las naves
para poder mirar la realidad en el ahora
y tratar de dar nuestra mejor versión con lo aprendido.
*
Plegaria inacabada
Que valga la pena cada día y lo que traiga de su mano.
Que siga encontrando tesoros entre los escombros.
Que la transparencia y la desnudez
sigan siendo la mayor de mis fortalezas.
Que mi último pensamiento sea el amor que te tuve y aún te tengo.
*
Mírate, pareces vencido y sin embargo
sigue tu aliento dispuesto, y late tu corazón
cuando el ser amado aparece y te mira,
así llamas a las cosas por su nombre
y sientes el dolor y el Amor con la misma intensidad.
*
Avanzo asustada entre espinas,
ciega de dolor a veces.
Las manos de los que me guían
me levantan, una y otra vez.
Sale el sol cada ahora y eso tengo.
Por fin veo la rosa.
*
Cierra los ojos, déjate hacer,
contempla ese lugar donde estás vivo.
Abrázate y confía, estás siendo amado
y sostenido por el Amor, recuérdalo.
Begoña Abad. Llaves para una revolución. Ed. Pregunta, 2025