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martes, 23 de febrero de 2010

SOBERANO, EL SUEÑO DEL ÚLTIMO MONO



Era tan tarde que era muy temprano, y el último mono se quedó dormido en el sofá abrazado a una novela de política-ficción abierta sobre el pecho, HISTORIA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL. Desde la pantalla del ordenador,EL PUEBLO EN ARMAS, una vieja película fantástica en blanco y negro, proyectaba luces extrañas sobre su cara. Se había perdido el final; los últimos columnistas,supervivientes de todos los combates internos y externos, entregaban las armas al cruzar la frontera y eran enviados a campos de concentración. Era mejor así, porque en sueños sonreía escuchando una frase dulcísima: DE NUESTRA VOLUNTAD Y CONSENTIMIENTO EMANA TODO PODER POLÍTICO. Nada más despertarse contempló serenamente todos y cada uno de los barrotes de su jaula, estaba sometido por una multitud de acuerdos, por un inmenso y complejo conglomerado de sinrazón e iniquidad heredada, propiedad, dinero, fronteras que dividen nuestra especie y compartimentan la tierra toda, ejércitos en guerras lejanas... Antes nunca lo había visto, pero su pijama de presidiario tenía dibujadas las infinitas rayas de administraciones locales, regionales, nacionales, supranacionales, pactos militares, empresas más poderosas que los estados, estados que dominaban a otros, poderosos mercaderes pastoreando multitudes con la magia y belleza de la propaganda... Entonces el último mono miro hacia el suelo, siempre el mismo suelo sin fisuras, empedrado con el monolito del mercado, perfecto engaño que funciona desde el Neolítico. El mono empezó a sudar rabia y desesperación, hasta que alguien llamdao K lo tranquilizó:
- Tienes poder, tú tienes poder, lo que ocurre es que tu poder se expresa periódicamnete a través de un sistema electoral tamizado por reglas y fórmulas matemáticas que combinan territorialidad y representatividad, controlado por partidos políticos y una casta infame con privilegios económicos, legales y fiscales, pero aún así todo poder emana de tu voluntad y consentimiento.
El último mono contestó con una pregunta -¿Puedo reclamar que me lo devuelvan? ¿Y podemos, si somos más de uno, disentir de todo lo anterior y reclamar todo nuestro Poder?
-No creo...Déjame pensar...Bueno, se me ocurre una posibilidad; algunos estados en un chispazo de lucidez comprendieron, reconocieron y concedieron a los antiguos nativos de su territorio, a los aborígenes, el derecho a difrutar de una reserva, un territorio autónomo.-Dijo K, con clara y esforzada intención de consolar.
- Es posible entonces, desde el innato derecho a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, proclamarnos indios, nativos, o aborígenes, y desde abajo, comunidad, asamblea, barrio, tribu o cantón, construir y constituir el autogobierno´, cantando nuestro sagrado derecho a hacer el indio, a romper todos los pactos anteriores y firmar un tratado de paz que incluya las lindes de nuestra reserva, la reserva del aborigen soberano, soberano, soberano...-No paraba de repetir esa palabra, el nombre de una antigua bebida, cuando depertaron de su borrachera al último mono.

Daniel Macías

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