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miércoles, 5 de mayo de 2010

EL FINAL DEL CUENTO

Para el proletariado de hoy El Partido y El Sindicato se llaman
obsesión por consumir.

No le hables de causa y efecto porque no lo entenderán.
No apeles a su participación si esta no pasa por el consumo.

Este es el final de la clase obrera, el final del cuento.

El robot nos robó el robot en que querían convertirnos
y hoy aparecemos en el mercado como precarios, flexibles, contratados en negro,
sin vacaciones, enfermedad, jubilación o despido.

La modelo nos robó el modelo que habíamos perseguido
y hoy vivimos obsesionados por el color de los jerséis, la caída del pantalón
y el brillo de los zapatos.

Lo que aprendimos en la escuela apenas sirvió para aceptar
que había que levantarse temprano para trabajar, soportar al jefe, poder comer
y un día convertirnos nosotros también en jefes.

Cuarenta jefes por clase, multiplicados por las treinta clases del instituto,
por los ciento cincuenta mil institutos del país,
que jamás trabajarían de jefes.

El mercado nos expulsó de los pueblos donde habíamos nacido
y la ciudad nos robó los campos, los frutales, los bueyes y las flores.

Ahora hay que pagar por ir al campo, por comprar fruta y tener flores en casa.

El capitalismo nos alistó en su ejercito y nos llevó a su guerra mucho
más cruel que cualquier Vietnam.

Con la riqueza que producimos nadie debería pasar hambre
pero la destruyen porque dicen que todo tiene que exhibir un precio.

Ahora es tiempo de decir que no queremos seguir así,
que queremos trabajar poco, comer bien y follar mucho,
y para esto no necesitamos ni al capitalismo ni a sus sindicatos.

El capitalismo es lo opuesto a trabajar poco, comer bien, divertirse y follar mucho.

Es tiempo de quemar el dinero que es lo que nos hace pobres.

Es tiempo de festejar la pereza que es lo que nos enriquece,
festejar trescientos sesenta y cinco primeros de mayo al año
y no un puto día que nos dejan para sacar las banderas.

Es tiempo de tirar a la basura las banderas rojas
y gritar por las calles ¡Viva la cama!, ¡Viva la playa!, ¡Viva el jamón!
¡Vivan las tías buenas!

Es tiempo de parar.
Ocho, diez, catorce horas
destruyen por completo a cualquier obrero.
El trabajo tiene que dejar de hacernos daño,
tiene que dejar de matarnos.

Tenemos que luchar todos juntos,
porque estamos todos presos de la misma enfermedad.

Toda la riqueza que producimos es nuestra.

No somos cosas.
No somos mercancía.
No estamos en venta.

No queremos ir a la luna.
No tenemos nada que ver ni con el Estado ni con los patrones.
No queremos participar en el suicidio de la humanidad.

Unidos somos poderosos, demoleremos el poder.
Unidos somos poderosos, liquidaremos la explotación.
Unidos somos poderosos, derribaremos el Estado.
Unidos somos poderosos, destruiremos el Capital.
Unidos somos poderosos, aboliremos el trabajo.

Unidos somos la Asamblea de los iguales, somos libres,
tenemos que empezar a vivir la aventura única de nuestra propia vida.

Porque es primavera y nuestras vidas no pueden seguir siendo suyas,
adelante, ¡Viva la Anarquía!


Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ediciones del Baile del Sol. 2010 en prensa)

2 comentarios:

  1. Hay que aprender a vivir mejor con menos cosas, saber manejar la rueda del consumo es imprescindible para que no nos aplaste. Eso sí es sostener la Tierra y la Humanidad, no una puta ley que sólo lleva el nombre y esconde el veneno. ¡Salud!

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