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miércoles, 3 de noviembre de 2010

VIOLENCIA ROJA Y AZUL




Cuando terminó la pesadilla todo se orientó a ocultar la matanza fundacional del franquismo, a taparla con la guerra civil y, muy especialmente, a propagar una y mil veces los crímenes de los rojos y las maldades de Moscú. Todo ello envuelto en misas y tedeums, en una orgía de cruces, procesiones y santos. Había que blanquear el pasado y tranquilizar las conciencias. La Virgen de Guadalupe lució el fajín de Castejón y la Macarena el de Queipo. Sólo era cuestión de tiempo. Bastaría con esperar algunos años. Esperar a que murieran los últimos testigos, a que se asentase definitivamente el olvido, a que sólo quedase la versión de los vencedores. Para esto era necesario destruir o esconder los archivos compremetedores. Nadie tuvo que responder ante ningún tribunal de justicia, hecho sobre el que cabría una última reflexión: El franquismo garantizó en todo momento la impunidad de su base social, especialmente la de aquellos franquistas destacados que tenían antecedentes violentos... nada mancharía sus impecables biografías.

José María García Márquez "El trinfo del golpe militar: el terror en la zona ocupada". En Violencia Roja y Azul, España, 1936-1950. Editorial Crítica, Barcelona, 2010.

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