Lo repetimos. Votar es lo mismo que anularse. El que vota se abandona a la voluntad ajena; reconoce a otros, sin saber a quiénes, el derecho de hacer con los comunes intereses lo que les plazca. La papeleta electoral es el signo de la esclavitud política, así como el salario lo es de la esclavitud económica. Todo hombre que estime en algo su dignidad debería alejarse de la urna electoral como nos alejamos de todo lo que degrada y mancilla (La Idea Libre, 1896)...
En
Libertari@s: antología de anarquistas y afines para uso de las generaciones jóvenes (Carlos Taibo, comp.) Los libros del lince. Barcelona, 2010.
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