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sábado, 26 de febrero de 2011

LA POESÍA Y EL TONTO SOLEMNE




Con la división y especialización del trabajo que las formas productivas capitalistas fueron configurando, el oficio de poeta, antes mezclado con el de brujo, chaman, psicopompo, médico, veterinario, consultor sentimental, adivino, herbolario, etc. fue perdiendo sustancialidad hasta quedar, como en nuestros días, reducido a un señor tan pesado como aburrido que trata de torturar a los demás con sus diarreas mentales o su pretenciosa transcendentalidad meditativa que no interesan a nadie y que, a lo más, lo único que pone de manifiesto es la vanidad de un tonto solemne.

Es gusto de los Estados y Repúblicas que en este mundo son rodearse de ciertos personajes, presentados siempre como virtuosos y espejo del éxito personal, que se elevan a mitos colectivos en una época que ya no cree en los mitos, y con los que el poder trata de desdibujar su naturaleza despótica, clasista, mafiosa y criminal.

La panoplia suele ser amplia, caben desde corredores de coches a entrenadores de fútbol, desde tenistas a cantantes, desde travestis a todólogas… su presencia, como poder junto al poder, se justifica objetivamente bien por que han llegado primeros a la meta, han ganado un mundial, una copa Davis, el festival de Viña del Mar, han eliminado las estrías de su ano o bien se han acostado con todo el mundo.

También suele adornarse el poder con poetas, lo que ocurre, al contrario de con los citados más arriba, es que aquí es imposible apelar a algún elemento objetivo para justificar la elección que se hace. En un sistema capitalista lo lógico sería seleccionar al que más libros vende, pero teniendo en cuenta que la gente huye de los libros de poesía este criterio carece de validez, más cuando la edición de un libro de poemas obedece a una intrincada red de factores donde, al final, lo que menos importa son los poemas que contiene.

Si la gente comprara poesía es probable que cierto criterio economicista se estableciera y que, independientemente de que nos gustara más o menos lo que se vende (ahí están los best seller), al menos los que después saldrían en las fotos y en los cócteles serían, en efecto, los más vendidos, aunque fueran los más comprados por su capacidad de engañar a la gente, inducirlas a formas y conductas de vida suicidas y distraerlas de lo realmente importante que está sucediendo delante de sus narices, pero esto es otra historia.

De lo dicho, lo único que nos puede consolar es que al menos la poesía que hoy escribe el tonto solemne no engaña a nadie y por eso tal vez nadie se la compra. Tomemos esto, esperanzados, como un síntoma de que no todo está perdido para la cada vez más domesticada humanidad.

Imagínense que clase de traje le queda al tonto solemne si se lo hace siguiendo la divina inspiración que le transmite el encontrarse en esos momentos poseído por el espíritu de un sastre manco, en función del gusto de su abuelo que en paz descanse, sobre las medidas exactas recogidas en su propio ombligo, confeccionado con paños del siglo XIX y cortado gracias al sablazo que le pueda dar a su primo el alcalde. Pues eso, que como la red de factores que lo convierten a uno en el tonto solemne real, autonómico o local por excelencia, es tan densa, en poesía como en prehistoria, es mejor hablar del tiempo que de los orígenes. Porque, cuando se escarba, lo que se encuentra es que el tonto solemne de nivel estatal consigue el puesto por ser del mismo pueblo que el que manda; que el tonto solemne autonómico escala porque tenía un correpasillos geiper mejor que el de su contricante, o era el mejor abrazandofarolas o limpiándole el culo al tonto solemne que le precedió en tan alto estatus y que, por eso mismo, se lo dejó en herencia, o porque se tiene un hermano concejal o una prima consejera o amistad carnal con la hija del confesor general de la orden dominica. ¿Qué dónde está aquí la poesía? En ninguna parte, por eso, al menos en este blog, hablamos todos los días de ella.


6 comentarios:

  1. Aunque comparto casi todo el escrito contigo, Antonio, me gustaría saber si consideras que la poesía, al margen de consideraciones morales, cuando no es "comprometida" (ya sé que siempre es comprometida, aunque sea con lo establecido pero bueno)no puede ser bella de todas formas.
    Incluso si no sería un pequeño avance el que la gente se interesara por la poesía, aunque no fuera "comprometida", en vez de por Gran Hermano. Un abrazo.

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  2. No necesitamos más belleza escrita, Sandra, tampoco más compromiso (del que sea) escrito, lo que necesitamos es atrevernos a mirar, a querer ver, a decir no, a reconocer que el emperador está desnudo y desde ahí transformar nuestra propia vida, de ese compromiso que empieza con la mirada y no con la lectura nacerá una belleza digna de llamarse con ese nombre.

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  3. Ya, pero ¿cómo se configura la mirada?, no colabora a su configuración lo que se lee, además de lo que se vive, ¿o la mirada consciente surge de la nada?...

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  4. PARA UN LIBRO DE ESTUDIOS SUPERIORES

    no leas odas, hijo mío: lee los horarios de trenes.
    son más exactos. despliega las cartas de navegación
    mientras te queda tiempo. abre los ojos. no cantes.
    vuelven los días en que clavarán
    listas sobre las puertas y marcarán
    el pecho de los que digan no.

    Hans Magnus Enzensberger

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  5. perdonad que me meta donde no me han llamado, pero me gustaría decirle a Sandra, aunque Antonio ha contestado muy bien con el magnífico poema de Enzensberger, que al poder le da lo mismo que recites de memoria los poemas de García Montero o que estés al tanto del último episodio de edredoning de Gran Hermano... ambas cosas pueden ser complementarias, distraen al personal de lo que es verdaderamente importante. ¿Qué más da que tengas un léxico florido o que hables como una choni? Lo que le interesa al poder es tenerte ahí, dormido, que no le toques los cojones. Sandra, te recomiendo que le eches un vistazo al link que agregó hace un par de días Antonio, llamado Demofascismo.
    Un saludo.

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  6. No sé, Patri, yo sí que veo diferencia entre una persona que se interese por la poesía, o la literatura en general, y otra a quien sólo interesa Gran Hermano; parece que la primera podría dar más fácilmente el paso hacia una conciencia que le despertara, aunque sólo sea porque la lectura aporta más al conocimiento humano, y por tanto da más oportunidades de despertar, que lo que aporta al pensamiento un grupo de descerebrados haciendo el payaso delante de todo el mundo.
    Sé que no es la panacea, ni la garantía de nada, pero es más fácil que entienda mi discurso político alguien interesado por la poesía, aunque ésta sea formal, que alguien cuyo interés no va más allá del mero cotilleo famosil. Un abrazo.

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