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jueves, 3 de noviembre de 2011

EL BRONCE EXACTO




Qué pena, de verdad, no poder invitarte
a tomar un café como viejos amigos,
en un bar concurrido, a plena luz del día,
por no darle motivos de celos a tu esposo.
Hubo un tiempo en que virgen astuta lo esquivabas,
para venir a hincarme los dientes en el cuello
y a atesorar tus sueños en mi abrazo indeciso.

Por mi parte no quiero sepultar entre escombros
como remordimientos los besos que me diste,
el olor de tu vulva mojada en mi bigote,
el gemido venéreo de tu boca entreabierta
cuando te masturbaba sin apartar la tela.

Te empujé hacia las rocas y te amé entre la espuma,
recorrí con la lengua los pezones abruptos
que la sal comprimía en tus pechos de niña.

En una sola mano me cabía tu culo.

Tu vientre era tan duro como la teca cóncava.

Pero ahora no quiero revivir aquel sueño,
que ya me acostumbré a tu desamor.

Sólo quiero un café, que me cuentes tu vida,
si estás embarazada, si acabaste Turismo,
y ver si vas de rubia o pelirroja
o has vuelto al bronce exacto
de tus catorce años.

Aún sueño contigo,
porque supiste arder sin extinguirte
mientras me devorabas hasta el vicio.

Nunca te penetré,
pero cuanto follamos, amor mío.


El mejor Román Piña Valls en su contribución a la antología poética EL ÚLTIMO JUEVES: 15 años de poesía on the road. Ed. Calima, 2011.

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