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martes, 17 de enero de 2012

DELIRIOS DE MORFEO





Desde el principio de los tiempos el hombre me ha perseguido. Por la noche o a la luz del día, despierto o dormido, siempre, siempre he sido invocado por sus deseos, avaricias, necesidades y anhelos.
Fui famoso en boca de Martin Luther King. A través de una metáfora, Calderón de la Barca me concedió los atributos de la Vida. Akira Kurosawa me llevó al cine y Mike Dringenberg me hizo bello bajo las palabras de Neil Gaiman.
Pero los hombres y las mujeres ya no sueñan. Ahora soy yo quien intenta perseguirlos para sentirme vivo. Pero ellos parecen huir de mí. Ahora los hombres y mujeres se sientan en el sofá y no imaginan que les toca la lotería para salvar su hipoteca. Ahora no fantasean con estar en una isla desierta junto a una rubia que contonea sus caderas o con el guapo del anuncio de perfume que muestra su torso sobre un yate que surca un mar turquesa. Ahora no anhelan hacer ese máster que les puede abrir puertas ni imaginan un viaje a un lugar paradisíaco. Ya no ansían ser más guapos, ni más delgadas, ni más inteligentes, ni piensan, siquiera, que mañana será otro día.
Ahora, los hombres y mujeres se sientan en el sofá con la mente en blanco, y lloran.
Ahora, yo, el olvidado Morfeo, sueño con soñarme.


María Carvajal. Mis días con Marcela. Ed. Rumorvisua. Cáceres, 2011.

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