Al
que nadie le ha bajado el sueldo
por
no dar un palo al agua
ni
cuando va en el yate;
al
que es todo un especialista
en
saltarse listas de espera de la Seguridad Social
y
conseguir habitación individual de hospital
con
las mejores vistas de Barcelona;
al
que llegó a España
con
una mano delante y otra detrás
y
hoy es uno de los tíos más ricos de Europa;
al
ínclito paladín de la democracia,
colocado
en el sillón por una dictadura criminal;
a
nuestro galán más católico e indiscreto,
el
amigo de sus amigos de las democráticas
repúblicas
árabe petroleras;
al
gran campechano, amigo de delincuentes
que
terminan o no en la cárcel;
al
que después de pasar las vacaciones en Mallorca
se
tiene que ir a Grecia para descansar, antes de marchar
al
Caribe para recuperarse
de
haber estado descansando en Grecia;
al
que hoy venía con su nuera
de
comprarse unos zapatos de 500 euros,
le
han preguntado, al bajarse del coche oficial, por la crisis
y
ha dicho que España
tendrá
que hacer muchos sacrificios.
Sí,
España, es decir, los de siempre,
porque
él no piensa hacer ninguno.
Después
se ha ido a comer
al
palacio del Congreso:
bogavantes
de primero,
rodaballo
de segundo,
el
postre tal vez se lo dé el pueblo algún día,
cuando ardan las calles.
Antonio Orihuela. Autogobierno. Ed. Insomnus, 2013
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