Diario de un miliciano republicano
Joaquín Aisa Raluy
Editorial Base, 2010
17 euros
Admirablemente anotado por Ferrán Aisa, que se ha encargado del prólogo, la transcripción y las notas del manuscrito, esta obra reproduce el diario de Joaquín Aisa, un obrero barcelonés de 19 años, afiliado al Sindicato de la madera de la CNT, que nos dejó escrito, con todo detalle, su lucha durante la guerra en España.
Llama la atención la lectura atenta que Ferrán Aisa ha hecho de estos documentos que la familia de Joaquín había preservado de las injurias del tiempo (manuscritos, carnets, fotografías personales de la contienda, recortes de prensa, etc.); con todos ellos, Ferrán Aisa ha conseguido dar a luz a una edición magníficamente anotada, donde nada ha escapado al escrutinio y análisis del historiador, ni siquiera los carnets del diarista donde, curiosamente, figuran “pensamientos de filósofos y escritores célebres” como H. Spencer, J. J. Rousseau, Cervantes, Goethe, Bakunin, Lamartine, La Bruyère, Séneca, Sócrates, Pascal, Voltaire, etc. y lemas del tipo: “Concurre al Sindicato y edúcate cuando puedas: Aprenderás a conocerte y conocerás a los demás”.
El diario de Joaquín Aisa se abre con la noche del sábado 18 de julio, cuando había ido con sus compañeros a divertirse y de madrugada, mientras hacía tiempo para ir a la playa, sintió como sonaban las sirenas y como empezaban los disparos.
El joven Aisa, preocupado por los acontecimientos, decide no quedarse cruzado de brazos y se presenta a su Sindicato a buscar armas, pero como que no hay suficientes para todos, se tiene que conformar en colaborar haciendo barricadas. Vencidos los militares en Barcelona decide acudir al Comité de Milicias para enrolarse en una columna. Aisa es destinado al Batallón Espartaco de la columna Carles Marx. Sí, en efecto, no hay que sorprenderse, los afiliados de la CNT son tan numerosos que no solamente llenan las columnas propias sino las de las otras fuerzas antifascistas: “Nosotros nos fuimos a la guerra con 19 años. Mí diario empieza el 19 de julio de 1936, puesto que hasta esta fecha no empecé a obrar como un verdadero proletario. Pues hasta este día no sentí en mí un ideal que pudiera ser mi camino de Libertad.”
Joaquín Aisa empieza así un diario de guerra que durará de 1936 a 1939 dónde, puntualmente, relatará de una manera concisa todas sus vicisitudes, los hechos de guerra, las luchas políticas, las ilusiones revolucionarias.
Aisa es, sobre todo, un idealista, y en la anotación del día 26 de julio de 1936 leemos: “Esta tarde he ido a recorrer las calles de la ciudad y he podido contemplar con alegría la destrucción de los antros de hipocresía y maldad que encerraban estos edificios llamados iglesias y conventos. Y ahora en el mismo terreno liberado se podrán construir escuelas para educar a la nueva generación de niños y jóvenes que subirán en Libertad y con suficiente capacidad para hacer del mundo corrompido, otro de Libertad, Pan y Trabajo.”
Aisa explica la vida cotidiana en el frente y lo hace de una manera directa, viva y fresca e incluso sin perder el humor. El día 28 de septiembre de 1936, después de volver del frente del Centro, a su paso por Valencia, escribe: “En la estación he tenido un altercado cono un jefe que quería que me sacara del cuello el pañuelo de la CNT, pero no lo ha logrado, pues nosotros somos milicianos del pueblo, no esclavos de un Ejército convencional.”
A través del diario podemos seguir la marcha de la guerra, sobre todo allá donde participa en primera línea de fuego, como la expedición a Mallorca, frente de Madrid, Aragón o Levante.
Después de los hechos de mayo de 1937, a su regreso del permiso que había disfrutado en Barcelona y por no estar de acuerdo con el mando comunista de su unidad, Aisa abandona las milicias y vuelve a su trabajo de carpintero en la empresa ahora colectivizada. El octubre de 1937 será militarizado y volverá a luchar al frente encuadrado en una división de las Brigadas Internacionales. Aisa participará en la batalla del Ebro donde será gravemente herido, pasará sus últimos días de guerra en el Hospital Militar hasta la ocupación de Barcelona por los franquistas, donde será detenido y trasladado al Campo de Concentración de Huerta, de dónde, poco después, se escapará.
Este libro es, por todo ello, un documento de primera mano para conocer la actuación de los jóvenes milicianos que marcharon, primero voluntariamente y después a la fuerza, a luchar contra el fascismo para defender la libertad del pueblo, sus fatigas, sus vicisitudes, sus reflexiones a medida que la contienda va haciendo desaparecer las conquistas revolucionarias, el hambre, la sed y la brutalidad de una guerra que hace, en ocasiones, insensibles a los hombres. Este diario traslada con toda la espontaneidad y viveza de lo inmediato el ambiente de guerra, las luchas políticas, los cambios en los comandos y órdenes militares, la desesperación y también la esperanza de muchos jóvenes que vieron transformadas sus vidas por la experiencia bélica. Constituye una joya, ignota hasta la fecha, que merece ser conocida por el público.
Antonio Orihuela
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