Páginas

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA ESPINA



Recuerdo que de niño
me gustaba cazar
saltamontes, gusanos, lagartijas,
ranas, grillos, arañas,
y los descuartizaba
sin ningún miramiento,
amparado en la dulce ingenuidad
del niño que no tiene
ni moral ni conciencia, y que no sabe
que la vida es un don irrepetible
dondequiera que esté.
Abandoné la infancia
dejando a mis espaldas un reguero
de alas y de patas, de ojos y de antenas,
de artrópodos y anfibios destripados.
Y me hice mayor, crucé la adolescencia.
El alcohol, los primeros cigarrillos,
la novia y el servicio militar
eran el prólogo de un libro
que me estaba esperando:
el mundo sin color de los adultos.
Hace años pasé la cincuentena.
Me casé, tengo hijos, el trabajo
apenas me permite contemplar
el paso sigiloso de la vida.
Soy un hombre sencillo. Escribo versos,
me gusta pasear sin prisa por el campo,
cuidar de mi jardín o jugar con mis gatas.
Se podría decir
que yo soy incapaz de matar una mosca.
Y es cierto. Me pregunto en qué momento
de mi vida empecé a sentir compasión
por esos animales
que comparten conmigo el existir,
y a entender que el afán
por matar, la crueldad y la barbarie
de quienes sacrifican vidas inocentes
de toros, de caballos, de gatos o de perros,
de gallos o de cabras
por placer, por estética, acaso porque sí,
tan solo porque sí
conducen al dolor
y a la infelicidad.
Escribo este poema
a la luz macilenta del recuerdo
para pedir perdón a tantos saltamontes,
gusanos, lagartijas, escarabajos, ranas,
hormigas, renacuajos, arañas o libélulas
a los que asesiné cuando era niño.
Apiadaos de mí, hermanos míos,
desde el confín azul en el que descansáis.
No puedo devolveros la existencia
pero en mi corazón seguís viviendo
como una espina dolorosa
que nunca deja de dolerme.

Juan Ramón Barat.Animales entre animales.  Raspabook Ed. 2014
Pedidos: http://www.raspabook.com
Fotografía de Juan  Sánchez Amorós

No hay comentarios:

Publicar un comentario