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lunes, 27 de abril de 2015

LOS DORMIDOS (siete poemas de Rodrigo Garrido Paniagua)




CLANDESTINOS

Primero nos asignaron un sueldo
manchado de sudor y enfermedad
y la necesidad de tatuarnos en las manos
la oscura posesión de las cosas.

Después llamamos voluntad
a las vallas clavadas en la tierra,
trabajamos para los cartógrafos del dolor,
y delatamos, sin miramientos,
a exploradores que cavaban
túneles en la sombra.

Nos acostumbraron al cautiverio.
Nos acostumbramos al cautiverio.

Un maquillaje torpe
enmascara
miradas que tiemblan.

Algunos respiran lento
para poder llamar a las cosas
por su nombre.

Dormimos de pie y por turnos,
nos sabemos presas,
intuimos que una vez fuimos

hermosos animales salvajes.

*

EL DESEO INUNDA

Dura la libertad
lo que la longitud de la cuerda

y delante los caminos, la vida.

Olvidamos cómo rebuscar
en los cubos de basura
una pasión que llevarnos a la boca.

Las despedidas que iniciamos
no son ciertas
porque al final del día
siempre regresamos para saciar el hambre.

Estamos enfermos de candados,
animales que dejamos de ser.

Este es un tiempo indeciso y silencioso:
los corazones desean una playa de labios
incendiados
pero temen su sal y callan.

Quisiera fundar una larga adolescencia
de cicatriz y expediciones.

*

GUARDIANES QUE ROBAN LA NOCHE

Lanzar la vista al profundo escote de los balcones
a la espera de pescar un pez prohibido.

Ese era el plan.

Pero antes de poder ver el mar
dijeron que nuestros sueños estaban contaminados.

Alguien silba una melodía
que podría despertar conciencias,
otros aspiran el cáncer de la duda,

la mayoría escupe, escupe
como muchachos haciéndose los valientes.

En la oscuridad
alguien dirige grandes focos
que se pasean por los muros de la lluvia.

*

INDECISIÓN

Es en esta peregrinación
de bar en bar,
de tumba en tumba,
donde se gesta la palabra.

Los puños, enfundados,
son solo la argucia del cuerpo
para combatir el frío.

Niños que llaman a los timbres y salen corriendo
es el mayor acto revolucionario que jamás he visto.

A la cara nos miramos
esperando una señal en forma de cielo rojo.

Nadie conoce el lugar exacto donde se escribe la Historia.
Ninguno conoce la fértil recompensa del disturbio.

En nuestras bocas
crece una enfermedad amarilla.

*

JAULAS

Si el plan se lleva a cabo,
en todos los balcones con jaula
mañana no habrá pájaros
y el cielo estallará en piruetas de colores.
Pero solo si el plan se lleva a cabo.

·          

En cada bostezo en la jaula
el tigre olvida su aliento de selva.
Es menos tigre. Es menos selva.

·          

Esperan los animales
al viento que arranque todas las jaulas.
Ahora sus corazones bombean sangre oxidada.

·          

Por fin el viento arrancó todas la vallas.
Los animales,
asustados por una mirada sin barrotes,
decidieron volver a cerrar los ojos.

*

PAÍS DESHECHO

La última hoja
de la estación de la hermandad.
La última hoja
en las caderas del otoño,
desnudo está de antiguas proclamas.
La última hoja
resiste la ocre traición del tiempo.
La última hoja.

En el suelo,
el resto
ya jalea su caída.

*

ROZAMOS CON LOS DEDOS UN NUEVO LENGUAJE

Pensamos:
“es la hora de cavar túneles
que atraviesen negras embajadas,
de deshacernos de la costra apagada del barco,
de nadar en la superficie de este mar sucio”.

Abrir los ojos,
ver,
dejar de ser extraños.

Pensamos:
“descubramos músicas que nos agoten
el corazón de alegría,
interpretemos como afirmación
el movimiento de los columpios”.

Pero no pudimos ir más allá.

Regresamos como las olas
después de haber intentado vencer
a la costumbre,

como el boomerang que lleva escrito
en su ADN
el abismo curvo de la distancia

y no cree en su victoria.



Rodrigo Garrido Paniagua. Los dormidos. Ed. Origami
pedidos a: http://editorialorigami.com/web/los-dormidos-rodrigo-garrido.html


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