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jueves, 25 de junio de 2015

4 poemas de DAVID ELOY RODRÍGUEZ en en DISIDENTES: antología de poetas críticos españoles (1994-2014)





VISTAS AL CAMPO DE BATALLA

Saben el precio de una vida,
el precio de una nube,
el precio del amor.
Sólo conocen bosques maderables,
y en sus planes se agrandan
los dominios de su crueldad.

Avanzan:
sepulcros a merced de la corriente.

Avanzan:
como avanza el silencio,
como se pudre un cadáver.



Mientras,
la belleza de los desertores
se ríe de los cálculos.

Mientras,
respiramos en el tiempo de la asfixia.

Mientras,
intentamos mirar
no con la mirada del amo.


(De Miedo de ser escarcha; 2012)




APARICIONES FUGACES DE PRODIGIOSA DURACIÓN


Súbditos de regiones clausuradas,
lejos de la verdad
de cada cosa,
malgastamos el tiempo en este exilio
en el vano país
de lo evidente:
esta enorme prisión,
este baile deshabitado.

Pero un niño secreto vive
bajo todas las máscaras.

A veces asoma su sed
yugular, descubre sus ojos primordiales,
y nos reconocemos:
vislumbramos en su inocencia libertaria
qué somos, quiénes.
La vida ocurre entonces:
hallazgo, sentido, reunión,
certeza de ser, la justicia
de una respiración tan verdadera
en los resucitados.

Ese niño secreto
se asfixia en la maleza de ilusiones,
se araña en signos huecos, mentirosos,
es por eso que nos implora
y susurra al oído su plegaria
como si nos dictase
la letra de canciones imposibles:

Habría que esquivar la muerte,
sus fauces tan abiertas,
vivir las horas
en crudo, de asombro en asombro.
Habría que nacer, darse a nacer,
tener la audacia
de aquiestar en el mundo,
probar a lo que sabe algo sin nombre,
apoyar las dos manos en su vértigo.

Sólo somos si somos aventura.

Sólo lo fugitivo permanece.


Pero no escuchamos bien qué dice
hay quizás demasiado ruido
y no entendemos nada, nada.

¿Lograremos hoy el milagro
de la revelación de la materia?
¿Arribaremos absolutos,
íntegros, a los otros?
¿Podremos hoy vencer los miedos
y ver más claro, hacer verdad?

Casi todo nos pasa inadvertido.

Un niño prisionero se hace sangre.


(De Asombros; 2006)




LABOR


Yo traje a este sitio mi cuerpo
y aquí lo desgasto en jornadas,
aquí me esfuerzo de luna a luna
hasta que la palabra descanso
florece hermosísima en la boca.
El techo bajo el que nos guarecemos
es provisional e inestable; en ocasiones
confundimos todo esto con un hogar.
Conformamos una familia extraña:
hermanos bajo las luces permanentemente encendidas
de la videovigilancia, sacándole punta al tiempo
en una labor enhebrada por obediencias
y desobediencias, sutiles percepciones,
soledades y compañías, diálogos callados.
Vistos desde lejos parecemos granos de arena
arrastrados por un viento inútil. “¿Y qué importa?”,
nos decimos los unos a los otros.
Pero en los sueños murmuran sombras
que nos interrogan y nos turban, que musitan:
¿Cómo se puede ser arena
sin ser desierto, sin sufrir la sed?”

El jornal no paga la sangre de mis horas, su alto sacrificio.

En el trabajo está prohibido hablar.
Pero yo hablo. Todos hablan.


(De Para nombrar una ciudad; 2010)


UNA HABITACIÓN CERRADA

La noche en que vimos los peces muertos
aún no sabíamos nada.
Aún creíamos en la luz, el aire,
el agua, una tierra posible
bajo los pies.

Había palabras entonces,
y esas palabras decían lo que señalaban,
eran usadas en alguna dirección,
no eran todavía bocas
devorándose a sí mismas.

Aún no sabíamos nada.
Y aún hoy, ¿qué es lo que sabemos?

Cuerpos consumidos por la cobardía,
por alistamientos y humillaciones,
aprenden a vivir donde la vida no es posible.

Detenidos y golpeados en las comisarías del miedo,
nos esforzamos en amar agónicamente
cada instante que huye
mientras en los sueños se aparece, pertinaz,
una luna negra que se asfixia
en el fondo de los pozos.

No se oye nada.

Nadie abre la puerta.

Imaginamos el olor a otoño de la calle,
olor a carne quemada y pasadizo,
más allá de este cuarto atestado
y vacío, de este hueco.

Algo sucede:
alguien se arrodilla y dice
una lenta oración en la noche.

De pronto otra vez silencio,
nada.

Aunque pudiéramos ver,
nadie se atrevería a mirar.


(De Desórdenes; 2014)




David Eloy Rodríguez en DISIDENTES: antología de poetas críticos españoles (1994-2014). Ed. La oveja roja. Madrid, 2015

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