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jueves, 26 de noviembre de 2015

6 poemas de ZARIA ABREU





22.
me decías en el teléfono
-voy a acabar la prepa-
luego lo volviste a decir,
hace dos días


y yo pienso: no, este tipo,
no va a acabar la prepa,
va a acabar con todo
va a dinamitar los puentes
va a hacer explotar las construcciones de reforma
va a derrumbar los edificios
va a acabar con todo


cuando has terminado de explicarme tus razones
me he perdido imaginándote
como el hermoso terrorista
que en verdad eres
¿entiendes por qué –preguntas-
voy a acabar la prepa?


mi silencio te responde:
sí,
porque vas a acabar con todo” 


 
25.


hay fuegos
que no temen el después
que tatúan de miradas la epidermis
que destruyen el concreto
los mapas
las distancias
todas las fronteras


hay fuegos que no temen arder
(ni consumirse)


hay fuegos que palpitan debajo del invierno
inventando madrugadas
hay fuegos
que están muy cerca del infierno inventando el paraíso


hay fuegos
que ni con hielo
hay fuegos
que ni en medio de un diluvio


sí,
hay fuegos
que no temen el después…

 DE “QUÉ IMPORTA”



DE CALLEJONES SIN SALIDA

 
Me bailo y soy cabeza de trompo 

Me beso y soy amarga fuga de la llama
Me llamo y soy una marioneta
Me caigo y soy recargo de autobuses
Me toco y soy pared de vasos rotos

Me cuento y la suma es menos uno
Me uno al mundo y el mundo se tropieza
Me empiezo y soy yo la que termina

Me mino y explota el ojo equivocado
Me evoco y todo lo trastoco

Me juego y el fuego no calienta
Me aliento y la brisa desengaña
Me empaño y la música asesina
Me mato y no acabo de morirme
Me revivo y no acabo de vivirte
Me vierto y no acabo de servirte

Me araño y no sangra lo que toco

Me casco y la cáscara se pudre
Me puedo y ni siquiera me rebelo
Me espero y la espera es momentánea
No llego y el instante se hace araña
Me lucho y no gano nada en la batalla
Me tallo y la madera se hace trizas

Me muero de la risa
y asisto a mis entierros


Me entierro y mis manos quedan fuera
Me fuerzo y la fuerza es de juguete

Me meto y no existen las entradas
Me pago y el dinero no lo cobro
Me corro y mis zapatos se detienen
Me tengo y me aburro de mis manos
Me amo y el amor es agonía
Me escribo y ni siquiera me describo


Me violo
y soy puta que se paga
Me paro
y el camino sigue andando
Me ando
y todas las calles son cerradas
Me cierro
y cada poro es una fuga
Me fugo
y todo el mundo es una cárcel


Me calmo
y es la calma toda prisa
y la prisa me hiere
y es sonrisa

Me bailo
y soy trompo de cabeza que
t
r
o
p
i
e
z
a



HANSEL Y GRETEL


1
El bosque desapareció
sólo quedaron las migajas…



2
Para encontrar el camino de regreso
nunca fueron suficientes
las migajas


CADÁVERES

Tengo una capacidad casi envidiable de ignorar lo que sé, de hacerme no saber, de ignorar las alarmas que suenan en los puertos

de ignorar la gota que cae insistente sobre mi frente hasta llegar al hueso y del hueso hacer un agujero doliente, pero yo ignoro la gota…

cierro los ojos, ignoro la gota; me digo la gota no está ahí no hay una gota cayendo sobre mi frente, no me estoy enfermando de mundo, un mundo inmundicia lleno de cadáveres, lleno de revisitaciones cansadas y aburridas sobre los mismos temas de la historia humana, los mismos estúpidos temas repetidos hasta que el cansancio deja de ser cansancio y se convierte en resignación, una resignación que cada uno carga como la etiqueta que hay que portar para ser parte del mundo -para ser invitado a sus festejos- para lograr entrar en cada casa edificio calle y oficina
una etiqueta de resignación casi comparable a la felicidad, una felicidad inútil, una felicidad estúpida, una felicidad de 3 x 1: barata de temporada, venta de temporada
compre su estúpida sonrisa y le regalamos otra en caso de que el alma se le cruja. compre su estúpida sonrisa y le regalamos una máscara perfecta de resignación

acomódese, póngase cómodo:

acostumbre sus fosas nasales a la mierda
acostumbre sus papilas gustativas a la mierda
acostumbre sus ojos a la mierda,

-sonría, siéntese derecho, quédese en paz-

no mueva nada de su sitio o el puto mundo se nos caerá encima haciéndose añicos y haciéndonos añicos…

no respire, es decir respire poco, apenas lo suficiente, ya no queda aire para todos, ya no queda espacio para nadie, ya no queda nada, pero no importa, ya no queda nada para nadie ya no queda nadie para nadie, ya no queda nadie

cadáveres sonrientes me rodean
cadáveres con casas
cadáveres con hijos
cadáveres con puestos/escritorios
cadáveres con cosas importantes
cadáveres con sueños a futuro,
cadáveres convencidos
de que
están haciendo su vida…


MIENTRAS DURE LA CAÍDA

No entiendo nada, aunque lo sospeche todo. La sospecha es ya en sí misma una certeza.  La certeza de una herida.  Una herida que no cierra, pero que sigue negándose a sangrar.

Es sábado. Hace frío. Sigo enferma.  ¿Enferma de qué? Hay un poema para esto –pienso- sé que es de Pessoa pero no lo recuerdo. 

Se me acabaron los cigarros. Los cigarros tienen la maldita costumbre de acabarse en los peores momentos, justo cuando uno más necesita de la nicotina.

Salgo al mundo, una cuadra de mundo otra vez, hasta la tienda. El viejito de tienda me pregunta “¿Cómo estás, m’hija?”. Oigo el m’hija y me dan unas tremendas ganas de llorar…

Quiero decirle que estoy de la chingada, quiero decirle que me acabo de hacer añicos en la esquina justo antes de cruzar la calle, que por eso le estoy comprando dos cajetillas de delicados con filtro a una hora tan temprana.

Quiero decirle que sospeche. Que la herida. Que estoy enferma. Que tengo fiebre. Que la lluvia de este día.

Quiero decirle que mis gatas no me hablan. Que quiero reventarme, que quizá ya me rompí. Que las palabras me traicionan. Que si no recuerda ese poema de Pessoa. Que por favor me diga “Sal de ahí”.

Quiero decirle que me duelen los poros y los átomos. Que la materia de mi cuerpo es del tamaño de una ciruela. Que el vacío con comprobación científica. Que el movimiento y el espacio entre los electrones.

Que la música taladra mis tobillos, mi talón de Aquiles. Quiero decirle que el futuro, que la primera sílaba de la palabra futuro. Quiero decirle que -El mundo es un gran pastel de mierda-. 

Que el cadáver de Omar se pudrió en una cajuela bajo el implacable sol de Tijuana.

Quiero decirle que el amor no existe y quiero decirle que mí amor sí existe. 

Quiero decirle que más que los delicados necesito un paracaídas. Que quiero emborracharme. Que me regale una botella de vodka. Que nada sirve para nada. Que no lloro. Que yo no lloro, que me atraganto con mis lágrimas. Quiero decirle que en lugar de llorar vomito sobre el lavabo todo el miedo. 

Quiero decirle que me regale 1000 cervezas si está seguro de que la congestión alcohólica va a matarme. Quiero decirle que Nacho Vegas y Juan Perro. Que “hay días en los que valdría más no salir de la cama”. 

Quiero decirle que mis náuseas, que mi desencanto. Que vivo en el filo de una navaja; en el centro de una pistola recién disparada. 

Quiero decirle que estoy azul y sola y leyendo a Rafa Saavedra. Quiero decirle que cada vez que oigo una patrulla estoy segura de que vienen por mí.  Quiero decirle que me duele respirar, que los bronquios se me están reventando. Que mi sepulturero me está traicionando. Que las horas extras, que el tic-tac de los relojes.

Quiero decirle que este día no debería existir –y sin embargo, existe-. Que me cambie las tres chelas por arsénico. Quiero decirle que yo no soy yo, que no estoy parada frente a él, que los latidos de mi músculo cardiaco son una farsa.

Quiero decirle: ¿Por qué no se muere de una puta vez y me muero yo y nos morimos?

En lugar de todo eso le digo: “Bien” (y hablamos del clima…)

Entonces, cuando me da el cambio, me pongo a llorar como una idiota enfrente del mostrador. 

Patética y avergonzada cruzo la calle. En la esquina el viejito me alcanza: “M’hija, le regalo estos” (Me pone en las manos una bolsa de kleenex).

Camino otra vez mi cuadra de mundo y justo al sacar las llaves enfrente de mi puerta miro la bolsa de kleenex.

Y no sonrío, pero pienso que -a veces- a este enorme pastel de mierda hay quien sabe ponerle una velita…


 
DE “RIVOTHRILLER”

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