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domingo, 27 de diciembre de 2015

RIPIAR[1]




Mi familia se cree
que yo toi gosando
toi en la capitai
llevándome el diablo

merengue, popular




Escucho a Francisco de Moguer pregonando
las primeras ordenanzas
del Cabildo de Santo Domingo del Puerto de la Isla Española
desde el escaparate de El Sport en la calle San Tomé
y veo gente muerta.

Cruzo la puerta de La Cafetera donde Eugenio Granell
charla con unos poetas sorprendidos dentro de un traje blanco inmaculado
como la cal del Convento de Santa Clara
donde un viejo militante del POUM
sube al estrado para no dejar títere político con cabeza
y veo gente muerta.

Camino por San Francisco
y al saludar a una mujer en la puerta de su casa
se me queda el pensamiento prendido entre las espirales del vestido
que estrenó setenta años antes
en el baile de señoritas organizado por la burguesía española en Ciudad Trujillo
y que estaban también en las estelas con que un día
los tainos adornaron sus cementerios.

La música de sus flautas y tambores
pareciera venir de todos lados,
aunque tal vez solo salga de mi imaginación
o de las muchas mentiras con que nos alimenta la realidad

o tal vez salga concreta del palacio presidencial
o de la guitarra del trasterrado Andrés Segovia
que me lleva de vuelta
hasta la casa de don Abelardo en la calle Betanzos
donde vivió un músico comunista
que fue incapaz de que yo tocara la guitarra
y se entretenía conmigo poniéndome dictados
que me gustaba enseñar a mi abuelo,
aunque ahora solo encuentro entre mis papeles
noticias en el Listín Diario
sobre la vida pobre que llevan en Ciudad Colonial los exiliados españoles
traídos a estas tierras para blanquear la raza,
a pesar de ser todos rematadamente rojos
y haberle hecho a la dictadura la primera huelga de la historia de la isla
en unos ingenios de azúcar en el Oriente,
hermosa hazaña la de estos anarquistas contra otro dictador
que tenía un tiburón en su piscina, más de setenta hijos
y un verdugo que era el primer poeta del país,

buscando sus versos encuentro el Mercado Modelo
hoy convertido en un laberinto kitsch
donde descargan autobuses de asustados turistas
y pobres imitadores del play boy Porfirio Rubirosa
a la busca de las flores de oro que crecen en el parque Colón,

dan las doce en un reloj que siempre da las doce
en El Conde de Santo Domingo, en Moguer,
en la playa de Guayacanes, en El Pino de la Corona,
en la flor del camino
que se mira y no se ve,

o tal vez resulta que se mira algo y se ve todo,
miro hacia Mata Redonda y veo un rosal,
miro hacia la fosa común del cementerio de Sevilla
y veo un rosal,

¡cuánta sangre bebe la patria!

mejor no buscar el por qué de las cosas.

Llenar las cosas de razón
tal vez sea la enfermedad del siglo,

y este laberinto insoluble no se cura
ni cuando sales del parque Duarte
lleno de bombillitas de navidad
con más calor que en Écija.

Desde el fuerte Navidad en La Española
veo pasar la Pinta a la busca del mítico islote de oro,
a Colón destrozando la Santa María en unos arrecifes,
a la Santa María de Montemayor trayendo tres mil ladrillos cocidos en Moguer
para la construcción de la ciudad,

camino entre caribes nada fieros
a pesar del hambre que les consume
y la miseria que les hace dormir en la cuevas de los acantilados
buceando entre las basuras como todo oficio
hasta que la policía los cubre con una sábana blanca
en Duarte con París.

Todo baile es una sola danza
apenas hay intervalos entre una pieza y otra
se cansan los músicos
y la música sigue sonando.

Cibaeña, cibaeña,
no me maltrates así
dile a la mamajuana
que barra la enramá
que esta noche subo
con una marrana asá.

Que bueno estar vivo
virgen de la Caridad
un sancochito de chivo
tenemos para picar
no importa que vengan muchos
mientras más vengan más da.

Hermosos deseos para una ciudad
en la que los pobres descubren que son clase media
cuando empiezan a tener miedo de sus iguales.

Sigo mi paseo con Guacanagarix por el parque Enriquillo
sintiéndome protegido y a salvo por esta música machacona,

sube la culebra, sube la culebra
sube la culebra, sube la culebra
viene del nam, viene del huntó,
viene del tambor, viene del chachá,
bailalá, bailalá, bailalá…

Simplificar la vida para curar el alma
y desacelerar el corazón
mientras gira el trompo laberinto de la vida
iluminando las cosas alrededor de las que damos vueltas a lo igual
que no es lo mismo
repitiendo los lugares, las ilusiones, las canciones
los mitos de una memoria en ruinas

que traen de nuevo a la Niña de regreso a Palos de Moguer
porque no hay ríos de vino, ni de las fuentes mana miel,
ni son de oro las piedras del camino,

mirando el rio Ozama pienso que tal vez esto fue un día el paraíso
pero no contaban con que el infierno venía con nosotros,

bajo una escalinata buscando el desembarcadero
pero solo encuentro yaniqueques de huevo,
mabí de bejuco,
huele cementos, limpiavidrios,
chiriperos, guachimanes,
toleteros, buscamachos,
ajumaos, pidebolas,
viralatas, mamaguevos

que aparecen y desaparecen

como los cueros por las puertas de las casas de masajes de El Conde,
como las patanas, las voladoras y los toyotas
en un hoyo de la Avenida Independencia,
como la raza que enfila por Mella o Luperón
hecha de mamás de trece,
abuelas de veintiséis,
héroes sin batalla,
revoluciones que no revolucionan
y poetas que citan a Rimbaud en un país sin librerías,

porque el dominicano no cree más que en sí mismo
y en el capitalismo que lo revienta

y en el humo de las guaguas,
y en el dulce sopor del gas de los carros públicos:

¿Pa dónde tú va mi amol?

Cógelo suave.
Cristo viene.
Mi propio esfuerzo.

¿Quién me falta pol pagal?
Ya tú saaaaaaaaaaaaabe…

Y la música, siempre la música de esta esfera,
isla irreal, mundo aplatanado, nube de azúcar,
envolviéndolo todo:

Pongan atención señores
el merengue va a comenzar
la pareja de costado
dándole vista al galán.

La hija del patrón va a la escuela
la hija del obrero escucha novelas
el hijo del patrón va a la universidad
el hijo del obrero va por ahí descalzo
con los cuadernos bajo el brazo.

Viene sin peso, el futuro viene sin peso,
dame un chin, que no caigo en gancho,
con sueldos de mil, yo no me aguanto.

Este país es una vaca
ordeñada por los mismos
que se llevan los millones,
el resto vive en casa yagua
y barrio e caitone

Ajoicaran loh’ blanco
le pondrán la soga
este cuento no es de ahora

Me voy de Santo Domingo
la tierra que amó Colón
allá se baila el merengue
y se pasa mucha caló.

Mataron al chivo
en la carretera,

se acabó la bulla,
se acaban los guapos,
pero sigue el mieo,
sigue el atraco,

mataron al chivo
en la carretera,

mataron al chivo
en la carretera,

muelo la caña
de veinte maneras
se acabó la caña
se muele la muela.

Mataron al chivo
en la carretera,

mataron al chivo
en la carretera.




[1] RIPIAR. (De ripio.) tr. Enripiar. II fig. Gastar palabras en vano. II Ant. y Col. Desmenuzar, hacer trizas. II Col. y Cuba. Malgastar, dilapidar. II Dar, pegar con algo duro. 



Antonio Orihuela. Salirse de la fila. Ed. Amargord, 2015

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