En algún mundo paralelo
que ahora no acierto a localizar
estamos juntos.
En otro, donde las cosas son blancas y negras
a la vez,
nos conocemos y no nos conocemos
y ambas cosas suceden al mismo tiempo.
En un universo me pides salir y nos hacemos
novios
y en otro me pides que te devuelva tus cartas
y rompes las mías.
Cerca de este, otro universo nos tiene
mezclados a los dos
en uno solo y un poco más allá
la realidad me dice que jamás te fijarás en
mi
a pesar de que estás a mi lado la mayor parte
del día.
En el siguiente no sé si eres una mariposa o
una mujer
o las dos cosas, y me dices en una lengua
extraña
que allí seré amado para siempre, que no
tenga miedo,
que no hay nada que pueda hacerme mal.
Junto a éste se levantó otro al que cuando
llego
me dicen que tú ya te has marchado para
siempre.
Otro está poblado por calabazas, pianos y
balones de fútbol
y no te veo por ninguna parte.
El que sigue tiene forma de túnel y dentro de
él encuentro
espejos, llaves, puertas y umbrales que tal
vez conecten
con cualquier otro universo.
Aquí, tiro un dado preguntando por ti
y cuando para de rodar
las seis caras se despliegan a la vez.
Otro está lleno a su vez de universos más
pequeños
y cuando indago en ellos veo otros universos
aún más pequeños
hasta que el mareo de los infinitos mundos
contenidos en infinitos mundos
me hace desistir de que sea allí donde pueda
dar contigo.
En el siguiente solo veo un amasijo de
cuerdas
unas veces vibrando como electrones, fotones
o quarks
y, para mi desesperación, te cuento hasta en
once dimensiones.
En otro cae la lluvia sobre los dos sin
cesar.
En este, donde ni tú ni la lluvia aparecéis
nunca,
todos los días te suplico
que no dejes de pensar en mí,
igual que yo pienso en ti
para que así, en la mutua correspondencia
de la ternura y el calor que nos profesamos,
no muramos,
y al menos vivamos
en estos universos paralelos
como si ambos existiéramos realmente.
Varios más allá te explico que,
lo mismo que Disneylandia existe
para que todo lo demás nos parezca real,
dejarte engañar por mi
igual que yo me dejo engañar por ti
es nuestra única forma de existencia aquí.
Allende, sin embargo, nos veo liberados de la
andrajosa realidad,
de las enmohecidas palabras,
con la voluntad puesta en el renacer
a todas las cosas terribles y bellas.
En verdad, en nuestros mundos superpuestos,
aquí o allí poco importan, porque nuestro
mundo
será siempre la suma completa e infinita
de los universos que nos contienen.
Ésa será también nuestra condena,
saber que solo podremos disfrutar el uno del
otro en ellos,
resguardados de la mirada de cualquier
observador,
porque si alguien nos viera en cualquiera de
ellos,
acabaría con nosotros
en todos los mundos que vivimos juntos.
Antonio Orihuela. Salirse de la Fila. Ed. Amargord, 2015