Páginas

jueves, 24 de marzo de 2016

8 poemas de LUCES SOBRE LAS PIEDRAS de OMAR ARDILA



Anarquía

“Soy como el sándalo: perfumo el hacha que me hiere”
Biófilo Panclasta

Cesará la noche escandalosa, incierta y cegadora
Acabará el descenso de la bruma
Descansará la inútil lucha cotidiana
y regresará dichosa la fuerza de la nada.

Será el tiempo del vuelo
en la ausencia que es el caos eterno.

Unidad mágica del ser:
pasión, dolor y libertad.

¡Tenía que hundirse el suelo a nuestros pies
para que abriéramos las alas!




Proclama

Aunque caigan las tinieblas sobre nuestros ojos cansados de aventurarse en el laberinto de la luz, y aunque la palabra no alcance a nombrar toda la rabia amparada en el silencio, no vamos a callar ante las voces que enmascaran cadenas y fusiles.

Quizás, el eco de nuestros gritos en la diáspora, vuelva como una bala y nos enseñe el interior de un ataúd.
Sin embargo, prometemos no ser buenos difuntos;
pronto asfixiaremos a la muerte con gritos libertarios y volveremos en los resquicios del viento para abrirle nuevos caminos a la materia.

Rotas las tablas de la ley
¡Todo vuelve a ser A G I T A C I Ó N !






Discursos escatológicos

Ahora, cuando se han apagado los gritos incendiarios que asediaban las esquinas,
la ley encuentra su morada en los cementerios.

Incomunicados, volvemos la mirada hacia las fosas comunes
y lisonjeamos al verdugo que engaña desde los tribunales.

Nihilistas, escépticos, ascetas del rencor, hemos aprendido a invocar la derrota y a descansar en la inmundicia.

El espejo de la muerte que nos roba el pan envenenado, acompaña los cuerpos golpeados.
Arengas escatológicas seducen la vida y el deseo.

En los campos áridos, donde sólo se multiplican las cruces, nos siguen hablando de economía y democracia.





Añoranza

En la mirada extraviada que ha olvidado la contextura grácil de los cuerpos
En los brazos pesados que ya no resisten las banderas enhiestas
En el aquí tan distante de los ríos cristalinos y de las montañas misteriosas
En el ahora sin sueños y sin cánticos.

Esquiva es la profundidad del universo
para el que ha comido el cordero de la Sagrada Alianza.

Nunca el silencio es el exilio de los débiles
ni la partida el olvido de la batalla
que a diario sostenemos con las sombras del odio.

Yo también vivo en la orilla del exilio
arropado por disfraces
que a veces dejan pasar la transparencia.



Camaradas

Los que callaron cuando la soberbia inundaba
esas palabras que nos aferraban a las máscaras.
Los que viajaron junto a nosotros
en los caminos oscuros del precipicio.
Los que nos ofrecieron su lecho, su manta y su carreta
a cambio de una sonrisa o de una delirante historia.
Los que alimentan la memoria en las frecuentes noches de insomnio.
Los que no apagan nunca su voz ni dan a torcer el brazo.

Los que en este desolado crepúsculo volvieron a visitar nuestro refugio
y a ofrendar por la vida

(nuestra eterna pregunta, nuestra esquiva respuesta).





Libertad

Cuando la palabra enmudezca ante el dios de los cobardes
Cuando quebrantemos el ritmo de las hormigas que anuncian el verano
Cuando busquemos los edificios derrumbados por el hastío
Cuando la noche ya no sea cómplice de los furtivos encuentros
Cuando multitudes de voces convoquen a asesinar los sueños
Cuando el corrosivo humo ahogue el latido de las entrañas
Cuando las horas vean llegar el abismo disfrazado de altura
                  
¡Vuelve,
vuelve,
vuelve
Libertad!

En el grito,
en el viento,
en la piedra,
                                                                      
en nuestro destino de aire.




Utopía

Se ha detenido el hombre en su caída
Es hora de conquistar las montañas y las nubes
El corazón de la tierra recupera su palpitar leve
Cristalinos amaneceres al otro lado de la galaxia
esperan lo que antes fue materia.

Ya no le tememos al vacío

La luz que habita en los ojos del universo
nos enseña a escalar los círculos de la nada: el infinito instante.

Proclamamos la voluntad del Superhombre
ante los cuerpos mecánicos que sólo alimentan propiedades ilusorias.

Desposeído el cuerpo de su gravedad,
ahora es multiplicidad agitándose en el Éter.






El visitante

“La mayor soledad está en la puerta”
Roberto Juarroz

1
Pasaré el atrio del silencio
y encontraré todas tus puertas
(las cerradas, las abiertas; las que no buscan ser puerta, y las que quieren ser llave).
Tu recinto será un brazo
transmutándose en ala.

2
Vulnerar tu portal,
adentrarse en la fugacidad de la piel, recorrer la memoria
y encontrar el más puro de tus rostros.
Ver el silencio que habita en la mirada del búho
y convertirlo en nota, en cantata, en aria;
en una expresión de victoria.

3
Transgredí los espejos de tu mirada
y ya nada fue puerta.
Un lugar conocido,
una máscara hablando con mi máscara,
una vida jugada en los pequeños instantes.
Tu recinto fue un hombro
pero no para cargar el mundo.
Para cargar la soledad
y darle pausa.





Omar Ardila. Luces sobre las piedras. La valija de fuego Editorial, 2015
contactos y pedidos: oardimu@yahoo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario