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miércoles, 24 de agosto de 2016

Dos poemas de Julián Portillo







MARCHA FÚNEBRE

Allí donde habitan los muertos
suena sin tregua
una orquesta distante.

 al oeste
la llanura es como un atrio
donde los cuerpos danzan
andan, copulan, se desgarran
firman manifiestos, escrituras
defunciones arbitrarias.

asisten a fiestas infames
funerales clamorosos

ocupan las calles
en su rutina de muertos
saludan, se desairan
se mesan los ralos cabellos
con sus manos de muertos

pretéritos cadáveres
procesionan estandartes oscuros
con lemas indescifrables

cierran los bares
los clubes de alterne
las góticas catedrales

toman drogas oscuras
que marean y envilecen

conducen automóviles inciertos
conspiran entre ellos crímenes píos
delitos inconfesados

saben o presienten
que están muertos
que llevan instalada la muerte
en las entrañas

difuntos perfectos
vagan penando por la villa
trasiegan el valle

la villa y el valle
como un mausoleo inmenso
de escombros ancestrales

saben o presienten
que están muertos

pero la música no cesa
y los muertos que no paran
porque la muerte no pesa.


*De LIGERO COMO UNA TUMBA (Cuadern@ Mestr@, 2014).



PANDÉMICA & MARRÓN

Ahí van, como fantasmas
como perseguidos
envueltos en una aura mortecina
inmersos en sus propias nieblas
siempre corriendo
de un lado para otro
perseguidos, siempre perseguidos
por sus propias ansias o el demonio.

Se les ve por la medina de Tánger
Casal Ventoso, callejones inmundos
de Granada
que huelen a ripio y orín.

Alucinados, destruidos
haciendo ostentación  de su cadáver
en las plazas públicas
en los centros comerciales, jactanciosos
en la miseria de su abandono, devorados
por la enfermedad y la abstinencia.

Muchachos que fueron bellos
vagan por laberintos insanos
con las piernas cansadas
y la psique hecha cristal molido.

Cruzando las fronteras del mundo
viendo atardecer intoxicados
a bordo de coches deplorables.

Ajenos a todo, incluso a ellos mismos
viven olvidando los nombres
y los cumpleaños familiares
durmiendo al sol en los parques de Manhattan
en los duros escalones del Alto Paceño
con el hígado reventado y sangrando por la nariz.

Negros de Brooklyn que tocan y no negro jazz
hijos impolutos de Lords Británicos
estudiantes de las clases medias europeas
bajo el influjo de la calavera
odiando al mundo por una u otra razón

padeciendo de frío, de soledad, de incomprensión
sudando la fiebre del pony amarillo, van
cargando la cruz de su martirio entre los edificios
arrastrando sanguinolentas llagas
por inmensas avenidas de hormigón.

Desastrados, repugnantes
temerosos siempre del mono y de la bofia
sabiéndose sin futuro, sin pasado, sin esperanza
buscan sólo unas monedas
que poder convertir en arena.


*De LIGERO COMO UNA TUMBA (Cuadern@ Mestr@, 2014).




1 comentario:

  1. Gracias, Eladios, Méndez y Orta, por remover la fosa donde yacían olvidados tales huesos. Un afectuoso saludo de su autor.

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