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viernes, 4 de agosto de 2017

3 poemas de NILTON SANTIAGO



LA HERMENÉUTICA DEL CARACOL

Me juego una semilla de girasol
a que nadie sabía que las ovejas no beben agua en movimiento
o que, de promedio, una persona tiene más de 1460 sueños al año
eso sí, sabemos que algunos búhos seducen a los árboles
para llevarse de paseo la sonrisa de los suicidas
o, simplemente, para beber las lágrimas que Baruch Spinoza abandonó
cuando se enteró de que sus filosofadas sobre la “sustancia divina infinita”
(que para él era la realidad o Dios) eran un cuento chino.
Es cierto, la vida se parece demasiado a un montaje de Brecht
y muchas veces la soledad nos pilla los dedos
aunque vayamos de monjes zen o de fumadores de albahaca
dímelo tú, que pasas frío en mi corazón
y te niegas a salir de casa sin un extintor para besos de alto voltaje.
(Un extintor puede que sea tan inocente como un cuchillo de madera
que regresa al bosque para atentar contra los aserraderos).
Siguiendo esta misma lógica, ahora pienso que el océano que tienes bajo tu cama
tiene los modales de un gato, es decir, cuando le da la gana
escupe botellas con mensajes de amor como si fueran una bola de pelo.
Sería un crimen decir que para algunos filósofos presocráticos
las veinteañeras están llenas de buenas intenciones
o que las mariposas filosóficas son la solución para olvidar a Wagner,
es verdad, como ellos, también hay astrónomos que no saben llevar una bicicleta
y confunden fácilmente estar enamorados
con tener ganas de comerse uno de los hoyuelos de tus mejillas
pero qué demonios, a todos nuestra primera novia nos dejó el corazón hecho añicos
y todos en mi país creímos que la lucha armada no se nos iría de las manos.

Bien sabes que no hace falta secuestrar la conciencia de un oficinista
para darte cuenta de que a este mundo le falta un tornillo:
es sociológicamente admisible saquear un banco o engañar a un querubín
con comida para aves a cambio de entrar al cielo,
pero si denuncias a un político que ha ganado la lotería 20 veces en un año 
probablemente tendrás que empacar tus lágrimas y tirarlas por el retrete
no obstante no os hagáis los despistados,
escribid con una pluma de vuestra espalda,
salid a la calle sin abrir las alas
y veréis que tampoco vosotros sois los que creíais.


De El equipaje del ángel 
XXVII Premio Tiflos de Poesía,
Visor Libros, 2014



BUSCANDO LA SOLEDAD EN CORAZONES DE SEGUNDA MANO


Entonces, ante mi insistencia, fuimos directos desde el 24 de Russell Square
hasta el 23 de Fitzroy Road (Chalk Farm tube station)
sorteando, durante el camino, a cientos de calaveras de paraguas
y bicicletas
y también a frías mujeres con el desayuno / el amor del día anterior a cuestas.

El cielo no era un cielo, era más bien un cenicero repleto de colillas
(ciertamente, era un cielo “panza de burro”,
como llamábamos al cielo de Lima).
2000 turistas japoneses sacaban fotos de un vagabundo dormido
bajo un coche del siglo pasado
y otros cientos limpiaban sus aletas de pescado
bajo el inmenso mar que era la ciudad.
Aquellos días amanecía de a pocos, palabra,
como si una gran ballena se hubiera tragado el sol
y hubiese luz tan sólo cuando bostezara.
Pero finalmente llegó el día que amaneció del todo
y los queridos animales (invertebrados) que ahora somos
olíamos a esos huesos de pollo que mamá arrojaba a la sopa, en silencio,
mientras se desvanecía como un escarabajo solar.

No teníamos dinero ni para yerba (felizmente)
y por eso decidimos quemar el coche de alquiler en el baño
tirar todo el Pentotal que te quedaba por el wáter.
Hoy el coche sigue ardiendo y ya has terminado de pasar mi corazón
por el ojo de una aguja.
Cosas interesantes pasaron esa noche.
por ejemplo,
vimos rabiosas nubes meterse en el hígado de los asesores políticos de Dios,
vertimos nuestros fantasmas, uno a uno, malheridos e insomnes
sobre nuestros labios
y no sólo lloramos por el paro o el recibo de teléfono,
sino también por los corazones de segunda mano
que esperan su turno en los supermercados,
(ese aparato subversivo de algunos estados liberales).
Lo sé, estás cansada y ahora duermes envuelta en la barba de tu padre,
allí, donde ambos nos conocimos
como una sola gota de alguna materia de la que ya jamás hablamos.

Es cierto, esta mañana nos ha pillado desnudos y sin huesos
mientras tu corazón se desvanecía
como un cubo de azúcar en un café caliente.
Quién diría que hemos dormido noches enteras sin despertar
con el solo pensamiento de tu abuelo mirando la luna
con dos gorriones en los pulmones,
quién diría que éramos como peces
que ya en las redes se dan besos antes de morir.

Te parecerá absurdo, pero por en ese entonces
tenía la mala costumbre de buscar tu soledad
en el invierno que llenaba los cafés baratos
(donde la sonrisa de los amigos de alquiler
era tan falsa, como el juicio a un afroamericano en Norteamérica)
mientras que veía tus ojos sobre el espejo del baño,
allí, donde no me veía hace siglos,
sino como esa larga grieta
que se parece al contenido del corazón de Mestre o de Mark Strand.
Sí, te buscaba
como buscabas tú la soledad
en un billete Barcelona –Lima /Lima- Ayacucho
o en el aliento del pescado que nos sonríe ya en el mercado
con su último suspiro.
(Antes de morir / el salmón, conmovido, / saborea el agua).

Pero de nada nos servía y ahora lo entiendo,
era yo el que buscaba tu soledad para encontrar la mía.



CONTRA EL MATRIMONIO, OTRA ELEGÍA

pero qué inútil / tanta luz / entre dos
Jorge Eduardo Eielson

Como si la mesa del comedor fuese una gran ciudad y nosotros,
torpes y tiernos animales en las oficinas de correos,
que cada día ven pasar los mensajes de otros,
los corazones de otros en papel de embalar,
y entonces llorásemos girasoles por la mañana y girasoles por la tarde
y empezara a llover -a cántaros- girasoles
y tú, de pronto, sacas el mantel de un tirón,
muy cabreada,
y los platos y los tenedores, como pesados edificios de metal,
intactos sobre la mesa
y la copa de vino llena de huellas dactilares, sin haberla tocado nunca,
(como un espejo al que pudieses pasar sus páginas de vidrio
y ver en lo que nos convertiremos si seguimos con esto)
y entonces, miras hacia otra parte y enciendes el televisor
porque aún es pronto para volver al trabajo
(nos enteramos, entonces, que han matado extrajudicialmente a un dictador árabe
en ¿defensa de los derechos civiles? y, claro, de la reacción “positiva”
de los mercados). 
Luego sales de casa dando un gran portazo.
Te has dejado el paraguas pero no vuelves
y yo tampoco quiero salir detrás de ti
pero lo hago, dejándome el corazón entre los platos por fregar.

Ah cariño, antes de marcharte, bajo la puerta, vi un destello azul
quizá sea la luz que juega con nosotros
cuando discutimos por la lentitud de los pájaros
y puede que sea por esa misma luz que tengamos que hacer éste, 
nuestro último viaje. 
Sé que has empacado nuestras heridas y mis huesos como espinas de pescado
y mi soledad en un kleenex.
¿Cuándo fue que perdimos la batalla que nos convirtió
en estas cenizas enamoradas,
en esos espejos rotos donde aún podemos vernos juntos aunque
estemos totalmente solos?

Ahora lo entiendo:
hablando con ángeles es que te enteras que no existen.


De La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad
II Premio Internacional de Poesía Joven
Fundación Centro de Poesía José Hierro, 2012





NILTON SANTIAGO nació en la ciudad de Lima, Perú, aunque reside en Barcelona hace varios años. En poesía ha publicado El libro de los espejos (2º Premio Copé de Poesía 2003), La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad (Premio Internacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro, Madrid 2012), El equipaje del ángel (XXVII Premio Tiflos de Poesía, Visor Libros 2014) y Las musas se han ido de copas,  con el que obtuvo el XV Premio Casa de América de Poesía Americana (Visor Libros, Madrid 2015). Finalmente, Para retrasar los relojes de arena (Vallejo & Co., 2015) es  su primer libro de crónicas.

Merecedor del accésit del Premio Adonáis de Poesía 2014, parte de su obra ha sido recogida en las antologías A otro perro con este hueso (Editorial Casa de Poesía, Costa Rica 2016) y 24 horas en la vida de una libélula / 24 часа в живота на едно водно конче, recientemente publicada en versión bilingüe búlgaro / español por la editorial Scalino.


Más sobre el autor en  https://niltonsantiago.wordpress.com/

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