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miércoles, 6 de diciembre de 2017

TÓCAME de DAVID TRASHUMANTE (II)



LEES, LUEGO EXISTIMOS

A ti y a mi
en este momento sólo nos une este verso.

Ahora este otro que ya termina.

Afortunadamente continúa en este otro

y en este 

y en este

consecutivamente.

Por favor, no dejes de leer no
levantes la vista del papel no
me dejes solx ante el lenguaje.

De verdad, si estás pensado en hacerlo
recapacita, piensa en las consecuencias
de dejarme aquí, escribiendo para nadie.

Midiendo a oscuras dentro de este libro cerrado
la distancia imposible que nos separa.

Puedo si quieres callarme un poco para que te lo pienses.


(     )

















¡Y AHORA GRITO PARA LLAMAR TU ATENCIÓN!

No tengo nada que perder porque 
cuando este poema termine 
todo habrá acabado.

Dos extrañxs, perdiéndose de nuevo en su soledad.  









53,







(Cierra los ojos y pasa tus dedos por la piel del poema.)  




59,

ELEGÍA A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN




95,

MI DIOS

Mi dios es andrógino
Mi dios gusta de ellos, de ellas, de elles
Mi dios es multiforme
Mi dios es etéreamente sólido
Mi dios enferma
Mi dios se muere
Mi dios es mortal
Mi dios siente rabia
Mi dios siente pena
Mi dios siente amor
Mi dios sabe pedir perdón
Mi dios es negro, amarillo o color ceniza
Mi dios es pobre
Mi dios sabe cantar
Mi dios sabe bailar
Mi dios no sabe
Mi dios sabe abrazar
y abraza por miedo
a otros dioses 
Mi dios es un bárbaro
Mi dios es linda
Mi dios es libre
Mi dios es loca
Mi dios no manda ni quiere mandar
Mi dios eres tú
que no sabes que eres dios



100,

HOMO IGNORENS

A José Francisco García Prados

Todo 

empezó al saltarme el primer semáforo.

Luego 

las líneas blancas fueron borrándose de la calzada,
y los claxon barritaron en medio de la noche.

Prosiguió

al hacerse ininteligible el idioma
de las voces enlatadas en el metro; al tornarse
complejos crucigramas los teclados 
de los cajeros automáticos.

Más tarde 

me daba de bruces contra el cristal 
de todos los escaparates, en verdad 
sentí en mis propias carnes 
como despellejaron vivo 
al dueño de aquel abrigo de piel.
Al tiempo

descubrí el pergamino antiguo 
de un ticket en mi bolsillo, intentaba con las llaves
serrar por la mitad mi teléfono móvil cuando
tuve que huir despavorido ante los ríos 
de gente que manaban del estadio.

Llegó a un punto 

en que llamaba a todos los porteros automáticos 
preguntando por mi nombre, 
bebía de un charco embebido 
en la belleza de dos palomas
justo antes de que se lanzaran al vuelo ante 
el acechante reflejo de unos gatos.

Alcancé tal extremo

que le gruñia a esas bestias rugientes
sobre cuyas bocas enormes vomitaban su basura 
verdes contenedores zarandeados en vilo. 


Al final

junto a una acera, encontré un recuadro 
de tierra que no era buena tierra pero en ella crecía 
un árbol raquítico árbol pero árbol al fin y al cabo.

Lo miré un instante, olisqueé el aire,
trepé por él y desde entonces
nunca se me ha pasado por la cabeza
la idea de volver 
a evolucionar.



103,

ALQUIMIA 

A Ana Pérez Cañamares
por el magisterio blanco de tu poesía.


El fraile y alquimista inglés 
Roger Bacon, 
buscando como buen alquimista que era 
transmutar
el plomo 
en 
oro
descubrió
la pólvora.

Con los años,
llegada la época
de la ilustración
los alquimistas
fueron olvidados entre injurias.

Farsantes y mentirosos
los llamaron.

Lástima comprender
a día de hoy
que murieron sin saber
que no se equivocaban
que era posible
la transmutación.

La fórmula, 
estuvo siempre
ante sus ojos:

pólvora más plomo igual a
todo el oro del mundo.



105

LXS FUMIGADORXS

Si tuviera un día entero de paz,
un día como este largo día de verano 
con el silencioso crecer de los frutales
acompañando la caída de la sangre
sobre un sol como cualquier otro.

Un día de paz bien vale por una vida entera,
y, sin duda, una sola vida vale más 
que lo que vale conseguir su paz duradera.

Pero no, hoy como siempre
el día explota en silencio 
y los caballones del huerto
se agrietan imperceptiblemente.

Caen las bombas por donde se pierde el sol,
ese sol cotidiano que aquí fabrica en serie
un arsenal de negras berenjenas y verdes calabacines.

Quién sabe qué terror
habrá iluminado éste sol 
con sus cañonazos de luz
al despuntar sobre el mundo.

La misma luz que enrojece los tomates
ha lamido hoy la piel delx insurgente;
ha corrido sus sombras cúbicas, por ejemplo,
por entre los escombros de Damasco
con la misma rapidez que aquí
una lagartija corre a esconderse
debajo de las tejas del tejado.

Tan poca paz no da para un día
ni ha dado nunca suficiente maíz
con el que saciar a lxs asesinxs.

La flor del baladre nace del veneno.

Hoy parecen llevar sangre las acequias.

Las judías se ahorcan colgadas de sus matas.

Hay muertos hacinados en el invernadero.

Tiembla el agua en las regaderas:
gritos en las iglesias,
gritos en las sinagogas,
gritos en las mezquitas,
ahogados gritos en todos los sótanos
donde enmohecen los cadáveres. 

Exiliadxs, minorías étnicas, migrantes: 
escuálidos frutos de la planta de la persecución, 
esquejes de la pobreza, semilleros de metralla, viveros de la guerra,
vosotrxs que atravesasteis el mar de la muerte
para llegar, en el mejor de los casos,
a trabajar en un mar de plástico,
sabéis como yo que un día de paz
bien podría cosecharse a diario...

Pero incluso hasta aquí llega
el olor acre de lxs 
fumigadorxs.


David Trashumante. Tócame. Ed. Crecida, 2017

1 comentario:

  1. Hermosos textos que tocan y se quedan. La poesía es un alma cargada de presente. Proyecto necesario.

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