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martes, 15 de mayo de 2018

RECURSOS POÉTICOS PUYAL/DE TORRE/JARNÉS/BUÑUEL/PIQUERAS/DALÍ/CHABÁS/ALBERTI



Fotografía, Cine = nacimiento de la poesía.
No hay poetas que escriban.
SALVADOR DALÍ

PERO EL GRAN HALLAZGO que cargó de aura poética al cine fue la imagen de objetos o cuerpos fragmentados, aislados de su entor­no y ampliados en planos cortos. La sinécdoque quedaba resuelta con la potencia expresiva del primer plano, algo que conecta con el concepto de fotogenia al que se refería Jean Epstein. En sus re­flexiones sobre la imagen poética, Guillermo de Torre o Federico García Lorca hicieron suya la definición de metáfora lanzada por el cineasta francés: «teorema en el que se salta sin intermediario desde la hipótesis a la conclusión».
Esa vocación poética del cine tenía que ver con el distancia­miento por parte de la vanguardia de los modelos narrativos del fil­me convencional. El lenguaje del cine tenía la facultad de enunciar ideas abstractas, de organizar una cadena sintagmática de imágenes inconexas o crear símiles sin necesidad de la lógica causal. No obs­tante, el documental o la ficción tampoco escaparían al componen­te poético; como concluye Arconada, la expresión poética podía hallarse en cualquier aspecto o matiz.

Alfonso Puyal. «Recursos poéticos», en Cine y renovación estética en la vanguardia española, Antología crítica, 1920-1936. Renacimiento, 2017.



Del poema al film: imágenes visuales
El escenarista, el constructor literario de films debe ser ante todo un poeta que piensa en imágenes visuales. De ahí sigue siendo la poesía de vanguardia una poesía de imágenes y de metáforas, que rehúye el realismo fotográfico, se halle tan cerca del cinema puro, del cinema moderno y confluyan ambos en el mismo vértice. Debe hacerse que las cosas y las acciones ante el objetivo revelen por sí mismas su esen­cia. Todo lo que no sea este cuidadoso esfuerzo por visualizar las ideas, por traducir los pensamientos en imágenes oculares y hasta las imágenes en metáforas, es impropio del cinema.
Y de ahí otro punto de contacto del cinema con la novísima líri­ca: su velocidad y la superposición ilusoria de planos que engendra, parecidos al simultaneísmo visual del poema elíptico.
El cinema puede así crear un nuevo ritmo y una nueva lengua expresiva, llena de frescura y de emoción. Su realización en l’écran nos lo probaría. La renovación y la culminación del cinema ha de venir, pues, de ese enlace lírico-fotogénico.

Guillermo de Torre, «Cinegrafía», Literaturas europeas de vanguardia. Caro Raggio, 1925.



LA POESÍA puede venir a nosotros lo mismo por el cinema que por la música, la pintura, la anotación literal o la piedra. Al hablar, pues, de afinidades del cinema con la literatura –con el arte de escribir– será preciso confesar que todo buen film es, puede ser, además, buena lite­ratura. Ya que se supone a los dos un denominador común: la poesía.
La poesía es el género supremo que abarca todas las artes. Ella tiende su fina red ante unas y otras. Y no siempre los que pretende ofrecérnosla en verso, resultan los más afortunados.

Benjamín Jarnés, «Literatura y cinema», La Vanguardia, 31 de mayo de 1933.



DE TODOS los poetas, ¿no es el creacionista el que se halla más cer­ca de lo fotogénico, el de poesía más cinegráfica? Sus versos actúan por grandes planos como el cine. Cójase si no un poema, póngase números de orden delante de cada verso y lo habremos transformado en «scénario». ¡Ánimo para nuestros poetas! ¡El Gran Plano dice mejor los versos que todas las actrices! Mejor y más remunerados.

Luis Buñuel, «Noticiario», La Gaceta Literaria, nº 24, 1 de diciembre de 1927.



SALVO muy pocos casos, el «cine» no ha logrado hermanarse con la poesía, y menos todavía con sus productores. En España no se ha hecho una encuesta cinematográfica entre los poetas. Pero el día que se haga no dará mejores resultados que los que por aquí se han conseguido. Contestarían afirmativamente los poetas de la nueva generación. Estos se han acercado al «cine» muchas veces (no olvi­demos los poemas de Alberti a los cómicos cinematográficos, ni el libro de Arconada sobre Greta Garbo). Pero los otros no han debido de asistir muchas veces a las salas cinematográficas.
Sin embargo, sería curiosa esta tentativa, que podría realizarse en las páginas de cualquier diario hispano. Esta encuesta ofrece­ría más que ninguna otra un gracioso contraste. Entre los poetas –­vivos– de ayer y de hoy existe una distancia que sería curiosísimo medir con sus opiniones sobre el «cine».

Juan Piqueras, «París cinema: la poesía y el cine», El Sol, 9 de noviembre de 1930.



Compendio de una historia crítica del cine
El cine está vinculado consubstancialmente, por su propia natu­raleza, al aspecto sensorial, bajo y anecdótico de los fenómenos, a la abstracción y a las impresiones rítmicas; en una palabra, a la armonía. Y la armonía, producto sublimado de la abstracción, se encuentra, por definición, en los antípodas de lo concreto y, por consiguiente, de la poesía.
La poesía del cine exige, más que cualquier otra, un desplaza­miento traumático violento hacia la irracionalidad concreta para alcanzar el verdadero hecho lírico.

Salvador Dalí, «Abrégé d’une histoire critique du cinéma», Babaouo: scénario inédit. Cahiers Libres, 1932.



EL CINE era, entonces, poesía muda. ¿Es ahora, puede ser, poesía hablada?
Está en posesión de una técnica frondosa, exacta y firme. Cuen­ta con recursos suficientes para avanzar en todos los sentidos. Pero hay algo que todavía no ha encontrado: su propia voz. El cine mudo ha muerto, pero sobrevive en los films hablados, o mejor dicho, charlantes o charlatanes. No hay una nueva técnica de la acción hablada del cinema como hay una técnica nueva del sonido. El problema no es un problema de ingeniería, es una cuestión estética. Se trata de crear una nueva y sintética poesía de la palabra y la imagen conjuntamente.
Hasta ahora, salvo pocas excepciones, el diálogo del cinema –ya es grave que siga siendo un diálogo– es el diálogo del teatro un poco –sólo a veces, por ventura– recortado. Hay que inventar un ritmo y una expresión distintos de la palabra en el cinema.
Los buscadores del verdadero cine hablado –habrá que buscar­le otro nombre– tienen un ejemplo de los investigadores artistas del cine mudo, y en ese nuevo cinema, el verdadero, el más ge­nuinamente artístico de los reportajes o documentales sonoros científicos.

Juan Chabás, «Imaginación y poesía en el cinema», Cinegramas, nº 2, 6 de septiembre de 1934.



PERSEGUÍA imágenes que a veces, en un mismo poema, se su­cederían con una velocidad cinematográfica, porque el cine, sobre todo, entre otros inventos de la vida moderna, era lo que más me arrebataba, sintiendo que con él había nacido algo que traía una nueva visión.

Rafael Alberti, La arboleda perdida. Fabril, 1959.



VAL DEL OMAR & NIÑO DE ELCHE, Ojo que nos ven, 2014.


Citas: Alfonso Puyal. Cine y renovación estética en la vanguardia española, Antología crítica, 1920-1936. Renacimiento, 2017.

Imágenes: José Val del Omar.

1 comentario:

  1. Quizás la idea más original de Tarkovsky es la que él mismo denominó como "la estructura poética del ser". Para el cineasta, la realidad, la vida, está organizada poéticamente, es decir, obedece a una lógica poética que consiste básicamente en la interrelación de elementos racionales y emocionales. De acuerdo con esta idea, el artista verdadero es aquel que “sabe reconocer las peculiaridades de la estructura poética del ser. Está en condiciones de traspasar las fronteras de la lógica lineal y de reproducir la naturaleza especial de las relaciones sutiles de los fenómenos más secretos de la vida, de su complejidad y verdad.” (Esculpir en el tiempo. Pág. 40)

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