Tanto oleaje ebrio en los ojos después
del día del motín, tomado el puente y la santa bárbara con el no secreto y
gigante, sangre, sal, melancolía, la gran aventura de "qué coño va a
pasar" por naturaleza nunca ha sido escrita, mmm, ya marea, marea como el
mar, marea contar todas las direcciones de los vientos, deshojar los pétalos de
la rosa náutica, ahora que en el horizonte se van haciendo un hilillo todos los
nombres, límites, cárceles, fronteras, leyes...olvidados y amontonados en el
muelle como una red con momias de pececillos y algas secas, eso no hace falta y
además pesa una barbaridad, ya sé que es elegante, que da seguridad y compañía,
pero el ancla solo puede ser decoración de taberna o tatuaje en un océano
cuántico sin fondo ni orilla... ¡Eureka!... Campo unificado de gusto y pureza,
con los deseos hago candelas tranquilas en la noche, velas coso con los hilos
de la memoria, sin autoridad, ni norte ni magnetismo, la aguja de la brújula se
vuelve libre y bruja, y apunta hacia rumbos inconcebibles, tanto tierno fluir
en la conciencia derramada por las puntas de los dedos convertidos en armas,
tanto ver joyas en el polvo del suelo, flores en el cielo, pelos en las
tortugas y cuernos en las liebres, tanto domesticar el cocodrilo que se esconde
bajo el tálamo, juramentado contra toda razón, y empiezan los síntomas, la
sonrisa desde que amanece o empiezas a entender el viejo chiste de que hubieran
nombrado la gran doctrina como "las cosas", las cosas, las cosas
ondulantes se desnudan en danza oriental, se desmenuzan, se amalgaman... y te
dejan ver su milagro marino, su espuma fotónica y chispeante de arco-iris, ya
no colapsa como mimosa púdica la función de onda de las cosas pequeñas cuando
las miras, timón, turbulencia, pez volador, ningún miedo en ningún medio,
cresta y seno, la mano del piloto maneja los fluidos siendo fluido,
planctónico, pelágico, nadie conocido por nadie, ahora tira los muertos
uniformados por la borda, todos los papeles, todas las máquinas, todo lo que no
sea avío de nave, catalejo, caracola, silbato, campana, odisea o perturbación,
el motín de las cosas navegantes ha triunfado, el gato de nueve colas a veces
maulla distinto y dibuja en la piel el símbolo océano, la sala del gran baile
ni vivo ni muerto siempre ha estado sobre el abismo, ya nunca podrás echar el
ancla, mente, casco, quilla, ola, hola, ola, hola, ola...
Daniel Macías Díaz. Victoria hechicera.
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