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miércoles, 29 de agosto de 2018

5 poemas de CIENCIAS Y PIEDRAS y 2 inéditos del libro RADIAL de ANDRÉS IZU




Vi a mi padre

Vi en los ojos de mi padre
la pólvora del hambre antigua,
los perros gritan a las encinas,
las alforjas se llenan de aves.

Vi a mi padre traer el salitre a  manos llenas,
curtir de tierra roja,
áspera es la pulpa del cansancio de los bueyes,
templado a forja,
entregado a las arrugas del pan,
postrado por nosotros,
en la línea de ensamblaje.

Vi a mi padre sin su padre,
llorar como un niño,
entonces comprendí:
su corazón es el mío.



Inocencia
Nada sabe el amanecer,
lo que deja,
lo que ha de volver.
   


Mirando hacia arriba

Así caminan,
mirando hacia arriba;
las calles están llenas de gente que mira hacia arriba.

Hay quien se golpea con los transeúntes por alzar los ojos hacia  el cielo,
otros miran hacia arriba sacando lustre,
hay quienes miran desde arriba a otros que no llegaron a mirar tan arriba.


Los hospitales están llenos de personas que caminaban mirando hacia arriba:

Fractura maxilofacial,
reconstrucción nasal,
traumatismo craneoencefálico;
esto en el mejor de los casos,
hay quienes simplemente caen al vacío,
por mirar hacia arriba.


A las niñas
 y
niños se les enseña mirando hacia arriba;
se piensa,
se construye,
se produce,
siempre mirando hacia arriba.

Las medallas nacieron mirando hacia arriba,
la ambición,
el sacrificio,
el trabajo,
las antenas,
la comunicación,
las ideas,
todo mira hacia arriba;
todo,
todo por evitar mirarnos a los ojos.




Filosofía
¡Somos el mejor argumento de nuestra propia desgracia!




Pedagogía
La escuela bosteza.




*Hasta aquí los poemas correspondientes a Ciencias y Piedras*

*Poemas inéditos de uno de los siguientes poemarios que estoy trabajando que se llamará “Radial”*




Aquellos maravillosos años


Todos teníamos los mismos padres,
las mismas madres,
sujetaba la puerta del hogar la placa del ministerio de la vivienda,
no habíamos nacido cuando estaba esa mierda,
somos hijos e hijas de otra mierda,
el olor a ducados,
la nevera del domingo,
la corona y el águila,
el calendario de transportes,
la televisión privada,
la síntesis,
la paga,
la pupila dilatada,
formación profesional,
las becas

la era virtual.


Teníamos el mismo padre,
el del tajo partido,
el del sofá intocable,
radio
quiniela,
tómbola
y
faria.


Teníamos la misma madre,
la que nombraba el hogar,
la que zurcía,
talón/rodillera/codera/escalera/espalda/portal
perfume
amoniaco
lejía,
media
de
nylon
y
sagrada familia.
Todos teníamos la misma madre,
la del luto interminable,
la de la crianza,
la que separaba las hostias
y
remendaba el calcetín.


Todos teníamos el mismo padre,
el que traía el pan
y
los
dos
huevos
encima
de
la
mesa.





Desencanto

No soporto la solidaridad de pegatina,
las grandes proclamas,
ni el verbo poder.


Me asusta la velocidad del progreso,
la dimensión del desastre,
la superioridad ética de la Europa blanca.


Me cansan los libros de autoayuda,
el positivismo,
la compasión
y
la condescendencia.
No creo en las vallas de los colegios,
en el silbato marcial,
en el patio
ni el bostezo de la lección impuesta.


Repudio la violencia de condenar las consecuencias,
no las causas,
los discursos
y
el diálogo con quien provoca la desgracia.


No comprendo el hambre,
el cáncer,
tampoco el sistema financiero
ni por qué ondean las banderas.


Me cago en la arrogancia del uniforme,
en los currículos y contratos,
en todos y en cada uno de los Ministerios.


Me duele tanto la falta de cercanía,
la corrección,
las formas,
la diplomacia
y
la falta de afectos.


Le doy la espalda a la amnesia,
la neurosis,
el ocio programado
y
a
los
que
creen tener la razón de todo.


Me angustia pensar no tener motivo
para estar vivo
y
la tristeza que llena los vagones del cercanías
todas las mañanas.



Llegó el desencanto nublando los muñones
y
párpados,
como una estación que nunca acaba,
como una estación que nunca llega.



Andrés Izu






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