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lunes, 3 de septiembre de 2018

6 poemas de AYER, NO TE VI EN SARAJEVO de PILAR SALAMANCA




DALMA


Vivía de la caridad brutal y voluble de los borrachos.
Ocho años tallados en madera de cerezo,
sus dedos, plumas entre las flores 
que a la noche vendía a las puertas de un café.

Luego, el primer día de la guerra,
la bala de un sniper le atravesó la garganta

Su cuerpo, túmulo de tierra removida.
Mínimas rosas, añicos de cristal, ojos de gato.
ningún otro objeto suyo nos fue legado
por la avaricia de los asesinos.

Y nada. Apenas nada más.
Luego sí. Veinticinco años después de su muerte, sí. 
Tres meses después de conocer su historia, sí:

La terrible nostalgia de su ausencia.
No más canciones, no su voz en los callejones,
no sus cenizas sobre el Neretva
ni tampoco visita alguna a las traseras de la mezquita
donde alguien con rotulador negro
escribió su nombre en una plancha de madera,
                                  
DALMA, 8 años.

Nada más.





LÚA, LUNA


El cálculo era bastante simple: un obús por casa

Y la sensación sincera
La sensación neurótica,
La sensación insoportable
La sensación inverosímil
Pretenciosa
Ególatra

De que solamente por ser tu
Llegarías a sobrevivir.
Pero no.

Decir también
que es de allí de dónde vienes y que esto es lo que recuerdas:
Un sintético mapa de horrores o
aquella noche cuando a través del espeso humo

Lamija, la mujer del tanque, disparaba
Perdida la cabeza, disparaba
sentada en el acero incandescente de una torreta
disparaba, la mujer de extraña silueta.

Y detrás de sus ojos inyectados en sangre,
de sus manos en forma de garra
detrás de su malvada sonrisa
iluminada por la luna, inexplicable

yacía la ciudad más aún, su historia
un pulso físico radicalmente vivo,
que fue desapareciendo,
se hizo humo.

Cuando la luna se ocultó del todo
Lamija bajó del tanque y con los ojos –
todavía-
inyectados en sangre
cuidadosa, lentamente
fue a buscar a sus hijos.




NOSTALGIA


Una necesidad inaguantable de volver a ser yo
Un yo de mármol,
sin humo.

De regresar al centro exacto de la piedra
todas las piedras
el viento entrechocando con mis dedos.

yo pedaleando 
tú disparando al aire.
ocultando mi vientre seco

sin poder soportar
la evidencia absoluta
rotunda radical de verte muerto

Amor    amor mío    cuerpo albergue     mi único deseo    tenerte dentro    tú dentro       no permitir     que vuelvas a marcharte    y escuchar tu voz diciendo       que a partir de entonces      a partir de ese momento      tendría que cuidar de mi locura      yo sola.

Tu cuerpo en el camino,
El mío, en casa
Buscando soluciones
Seguir viva

Construir una ducha en la terraza
Jugar al ajedrez sentada en la escalera
Hacer fuego con un par de zapatos de piel de serpiente
Rehogar con sal las pilas agotadas
y hacer funcionar así una radio y dos linternas.

Olerte. Sentirte de nuevo. No pido más

Después morir.

Pero antes,
querido dios, contesta,
                         ¿Por qué no dejaste que en lugar de Simo te mataran
                                                                            otra vez
a Ti?   




P

PUSTI ME DA ZIVIM


Puede ser el título de una canción de moda
Déjame vivir, déjame oh sí
No hay que desechar la idea
Torturas        Planes estratégicos
Incluso el gancho triple
que utilizabas para arrancarme los ojos
la cinta blanca
que en Bosnia llevábamos 
los musulmanes, gitanos y croatas
de espaldas desconocidas

PUSTI ME DA ZIVIM
O – simplemente – un grito
un carrusel de palabras
un punto donde el rescate último es del todo imposible
un punto duradero el mal más dulce
cuando nos hacían extender las manos
para atarlas con alambre de espino

Es probable
que con ese pusti me da zivim
la alta poesía salga sobrando
y abandonada a su suerte
se juegue la vida a la ruleta
sin ley, sin causa, sin razón siquiera
como aquella mujer ya sabes
bruja-cangrejo medio enloquecida
que viste con los pies ensangrentados,
deambular perdida
por la estación de Zagreb.

Y tú aquí,
yo todavía aquí
sin saber qué decir.




POST- POEM 1996

ADEM – no se conoce el apellido – muerto en Modriça.
IBRO - musulmán y gitano – muerto en Modriça
ALMA - siete años – muerta en Modriça
HASAN- a golpes, con una barra de acero – muerto en Modriça
ZICA –  acordeonista – muerto en Modriça
SENAD, HAZIM y BEGO – buenos vecinos – no pensaban
                                                              [morir en Modrica

y ZORAN SPASOJEVIC, llamado también Zora,
que hizo un pacto con su tierno corazón y huyó,
el único serbio que huyó antes de perderse.                                             

O MATE – el traidor – que disparaba siguiendo un ritmo de dos
                                                           [tiros-pausa-tres.                               
SAVA LUKIÇ – serbocroata – inventor de la cinta blanca.                      
ZDRAVKO SPASOJEVIÇ – torturador vocacional – que disfrutaba
                                   [cazando musulmanes como si fueran osos.
ÇEDA –chetnick – borracho, por prescripción médica y también para
                                             [darse ánimos
SIMO – que no era culpable de nada pero vivía en el lado equivocado hasta que la bala de un vecino se lo llevó por delante

¿Y qué pasó con NIKOLA NASTASIÇ –profesor – o con MILIJANA
la mujer del tanque?  

Todos muertos,
Todos.
Todos fueron -
una vez -
                 ciudadanos de la Bosnia- Herzegovina.




ROTUNDAMENTE, NO



No, no hablo de las rosas/ ni de la piel de mi amante/ ni del céfiro que gira/ tan lentamente en su movimiento/ que se diría/ misteriosa forma de quietud.

No, no hablo de las rosas sedientas/ ni de las de ninguna otra clase/ coronadas de espinas/ rosas de pétalos desnudos/ rosas enceradas

Ni hablo de la belleza del mar-more/ del dulce escozor de la carne-meso/ del valor inextinguible de los karta-mapas/ o del gran pueblo- veliko selo que, una vez/ sucumbió en los Balcanes.

No, rotundamente no.

No hablo de la memoria que crece /para formar parte del árbol que algún día dará sombra/ ni del bajel que nombra las olas/ o de ese otro, hundido al zozobrar.

No, rotundamente no.

Porque no “estoy” en poeta/ ni siquiera me siento una/ no sé hablar en metáforas/ ni voy delante del tiempo/ mientras el coro de la tierra salta en pedazos/ la caligrafía de los estorninos surca el cielo/ o tú aprendes a leerme.

No, rotundamente no.

Más bien todo lo contrario/ trato de aprender lo que no entiendo/ el pan/ los millones de manos aferradas a la vida/ los dientes rotos de la tribu/ la diminuta justicia medio ciega/ el caos sobreviviente/ y la gente/ sobre todo la gente/ todos los que amo.


Pilar Salamanca. Ayer, no te ví en Sarajevo. Ed. La Vorágine


1 comentario:

  1. "A la tristeza hay que darle la razón, cuando la tiene".
    Luis Auserón

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