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martes, 27 de noviembre de 2018

Sombrero negro





Roque Pérez Walias murió de tuberculosis corría el año de 1946.

              Estoy aquí soy en este ser me levanto hacia el sol cada mañana desde mil novecientos sesenta soy en este ser clavo mi sombra en el papel y marco un círculo de orín sobre la tierra mi abuelo fue un tipo al que no conocí en vida por imperativo legal de una muerte buscona que se encaprichó de él y se lo llevó a conocer el mar cuando aún era tierra firme un galán de talle tenía la elegancia del amanecer en su solapa llevaba un sombrero negro lo que mi abuelo nunca pudo imaginar era que a todos nosotros la vida nos regalaría una caja de lápices blandos en la estación de las declinaciones y a mí —concretamenteuna caja de cartón custodiada por un carcelero azul y un galgo corredor algunas pertenencias caídas de su alma una vara de mimbre para cardar nubes para hacer gritar el silencio en la humedad de la borra como un verso blanco tras otro verso una vara de mimbre un sombrero de ala con media pluma y una cinta de raso donde escribió de su puño y letra [A María, La Mirona] una vara de mimbre un traje almidonado de director de filmes mudos una vara de mimbre unos zapatos voladores con lengüetas de piel de cocodrilo pulcros como los espejos del Novelty para recorrer las palpitaciones de las estrellas mi abuelo apenas tenía piel bajo las uñas cuando partió hacia los límites de lo innombrable cuando dejó a mi padre seducido acaso por la gracia de una juventud preñada acaso en un monte de Venus mi abuelo del que heredé el arte de varear la borra al aire libre el don de marear palabras junto a los estribos del cielo el don de respirar la lluvia con cristales dentro de mis pulmones se quedó a vivir junto a mí hace ya más de mil primaveras en la testuz grana de un relámpago en la soledad ante la muerte y en la enfermedad respiratoria de los poetas se quedó muerto como de humo enterrado en su pálida melancolía que crepita aun hoy en el papel de liar la picadura en el don y en el silencio que crece junto al daño de la luz mi abuelo salió de casa una mañana feliz de junio para no regresar nadie supo explicarle a mi padre a dónde fue a dar con sus huesos ni a qué estante de mi casa ni en qué nicho de mi memoria se apiadaría de mí ni por qué se quedaría conmigo para siempre en este poema.

                  Roque Pérez Walias murió de tisis corría el año de 1946.



W, Vaso Roto Poesía, 2017
Javier Pérez Walias





















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