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domingo, 16 de diciembre de 2018

PEQUEÑA ÓPERA NOCTURNA (A Herman Hesse)





Cuando en la mañana aún la luz es tibia
suenan los acelerones del camión de la basura
y el olor a asfalto mojado de las máquinas que riegan el suelo urbano


El lobo estepario deambula
por las solitarias calles con las fauces abiertas
mientras las farolas bailan con sus propias sombras un tango indefinido
y suenan aún los ritmos rockeros de algún cuchitril que permanece abierto.
Pero el lobo estepario surfea sobre olas de ginebra
con efervescencias de amarga tónica.
Anda de caza con la mirada perdida y la brújula desorientada
buscando un norte que no acaba de encontrar.


Suenan lejanos quejíos de un poseso del flamenco callejero y nocturno
y la dama gris de labios rojos
se sienta en el bordillo de una acera interminable
apurando las últimas caladas de un cigarro efímero
y sosteniendo en la otra mano levantada el sueño quimérico
de un ron añejo anegado en suspiros que no van a ningún sitio,
ni nadie se molesta en escuchar.


Ambos se huelen y aman el tacto de la carne hambrienta
y no desean el triunfo ineludible de la luz
porque anhelan la victoria de la noche oscura
donde se sienten más seguros cuando salen de acecho
y las farolas andan empeñadas en bailar con sus sombras.
Se sientan el uno junto al otro
y se miran con necesidad y displicencia,
se buscan los labios con ansia desmedida
Y, como autómatas, se levantan de forma extrañamente sincronizada.
Se pierden a lo lejos mientras el sol se encumbra
y se pierden, entrelazados, buscando una sombra que los oculte
hasta que de nuevo aparezca la luna y vuelvan a la calle
con el hambre primitiva y originaria de los seres desnudos


Javier Sánchez Durán
Versos de un viajero confuso” Ed. Niebla


1 comentario:

  1. Somos animales vialácteos.

    La pasión elude por unos instantes nuestra fragilidad.

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