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sábado, 1 de diciembre de 2018

Regresos 1



No siempre hay enorme exilio lejos de ti.
A veces sí,
pero no siempre.

Vuelvo a Londres,
donde un día fui feliz y acaso joven,
todo lo joven que puede llegar a ser un orangután asustado.
Allí conocí a Arantxa,
que luego murió en un verano inconcluso,
mientras junto a otra chica yo veía una peli de piratas
(la tengo condenada, a esa película, como si fuese la culpable
de aquella muerte, sólo porque yo la estaba viendo mientras ella
moría y moría).

¿Sabes?
En Sarajevo está la avenida de los francotiradores.
Yo estaba también en Londres cuando la inauguraron.
Cada mañana disparaban sobre la vida indecisa
mientras desayunábamos té con leche cerca de Hampstead Park,
donde se ve la urbe como un sueño imposible.

Al final todo es imposible,
 o se rompe.
¿Cómo decirlo?
Los parques no llevan a ningún sitio.
Las avenidas no llevan a ningún sitio.
Las vidas no llevan a ningún sitio.

Eso va siendo todo, amigos:
pintas de cerveza,
deseos rotos, memoria,
y la sucia certidumbre de que no se regresa.

Pedro Saéz Serrano. Las dudas del francotirador. Ed. Calumnia, 2018

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