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sábado, 2 de marzo de 2019

La casa de la tía Benilde




Desde adolescente me gustaba ir a verla;
con la revista Pronto en sus manos
me contaba historias de nuestra familia
o de los Flores o de los Grimaldi.
Luego ponía en mis manos una brocha,
un helado, una factura, un mando roto,
una llave inglesa...
y entablábamos largas conversaciones.

De pequeño solo recuerdo aquel verano
en el que coincidimos todos los primos en su casa
dormíamos la siesta con ella
nos contaba cuentos...
Jugábamos a encontrar el chocolate
y si lo cambiaba de sitio
dábamos de nuevo con él.

Cuarenta años después, en la misma casa
todos buscan un recuerdo valioso:
hilo o seda del ajuar
plata en los aparadores
algo dorado de las paredes
y por los cajones, dinero o joyas.
La mayoría lo hace de memoria:
muy buena memoria la de aquellos
que desde aquel verano
no pisaban la casa de la tía Benilde.


Tirso Priscilo Vallecillos. Viejos. Ed. Huerga & Fierro, 2019.

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