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viernes, 26 de abril de 2019

LA LUZ DE EUSEBIO SEMPERE











Era natural de Onil, villa de la Foia
de Castalla, con fábricas de juguetes
y paisaje bíblico de higueras y olivares.
En el pueblo, los otros niños juegan
bajo el sol cegador del verano levantino.
El pequeño Eusebio, rodeado de sombra
talla en su casa unos barquitos de madera
o dibuja decorados para su teatro de títeres.
El tío rico le dice “anem al camp, Eusebiet”
y éste sujeta con sus manos trémulas
la primera caja de pinturas para la copia
de lo que más le impresiona en el corto viaje,
los almendros, las vides, los bancales llenos
de luz y caliente silencio. La caja de acuarelas
es un tesoro para el niño que silabea
carmín, siena tostado, bermellón, azul de Prusia.
El automóvil recorre labrantíos, el fecundo
secano, los parajes de Tibi, Castalla, Ibi,
entre nubes de polvo agobiante, ruidos.
Campos de “la muy noble, fiel y leal villa
de Onil”, nombre que pasa a los manuales
de historia del arte. Melancólico niño solitario,
acecha la luz que está fuera de la casa,
una rendija en la ventana, un rectángulo
quebrado en las paredes. Parpadeante blanco
y gris de voladoras aves en las playas,
atrae su mirada, un latido como la creciente
y repetida curva que forma una piedra
caída sobre agua sin corriente. Las esferas
azules, muy oscuras, plateados círculos.
Los ocres calientes, las líneas cerradas
con voluntad de movimiento, los soles apagados
que no recuerdan la luz de los veranos.
Los años, los amigos: Vasarely,
Soto, Arp. En París, recuerda las colinas
de Maigmó, el vino alacant, dulzón y mareante.
Las gradaciones del amarillo, rayas paralelas
en los campos de secano. Circunferencias
como las ruedas del carromato del abuelo
Serafín, arriero. Redondeles de luz,
el sol que había fuera de su cuarto
y él enfermo, sin salir a jugar con sus amigos.
Rayos del alba sobre el lago, superficie quieta
que refracta diagonales, emergente fuerza
del amanecer en su primer instante.
Círculos que se desplazan en el aire
como la pelota en las tardes de fútbol
en Onil, cuando el niño Eusebio no jugaba
y tosía en una habitación de sombra.


Alfonso López Gradolí. Palabras sobre trazos y colores. Libros del Innombrable, 2019

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