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lunes, 9 de marzo de 2020

PATRIARCADO



A punto estuvieron de matarme,
de hacer que renegara de mí,
de taparme la boca y atarme las manos.
Ellos, que lo saben todo, sentados en despachos, bibliotecas,
lugares de poder.
Ellos, que premian y condenan, que escriben desde ahí,
ni siquiera me veían, ni siquiera tenían que nombrarme,
aún hoy insisten y existen, ellos.
Yo escribía entrecortadamente, a ratos sueltos,
con el sonido de fondo del puchero que ellos comían después.
Escribía en papeles baratos,
en máquinas de escribir que ellos ya desechaban,
mientras esperaba que la plancha estuviera lista
para planchar sus pantalones con raya,
sus camisas de cuello duro.
Escribía en la soledad colosal y en el olvido
a los que querían condenarme y donde me hice reina,
justo ese fue el privilegio que me hizo libre.

Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020





















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