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domingo, 17 de mayo de 2020

CORONAVIRUS



El coronavirus lo ha hecho aún mejor. El cese de las molestias productivistas ha reducido la contaminación global, salva a millones de personas de una muerte programada, la naturaleza respira, los delfines vuelven a divertirse en Cerdeña, los canales de Venecia purificados del turismo de masas encuentran agua dulce, el mercado de valores se derrumba, España decide nacionalizar los hospitales privados, como si redescubriera la seguridad social, como si el estado recordara el estado de bienestar que destruyó.
Nada se da por sentado, todo comienza. La utopía todavía camina a cuatro patas. Abandonemos a su locura celestial los miles de millones de billetes e ideas huecas que circulan en círculos sobre nuestras cabezas....deja que la burbuja del negocio se desmorone e implosione. 
Nuestro presente no es el confinamiento que la supervivencia nos impone, es la apertura a todas las posibilidades. Es bajo el efecto del pánico que el estado oligárquico se ve obligado a adoptar medidas que solo ayer decretó imposibles. Es el llamado de la vida y de la tierra para restaurar lo que queremos responder. La cuarentena es buena para pensar. El encierro no elimina la presencia de la calle, la reinventa. Déjame pensar,  cum grano salis , que  la insurrección de la vida cotidiana tiene virtudes terapéuticas inesperadas.

Raoul Vaneigem
 17 de marzo de 2020
Fotografía de Juan Sánchez Amorós

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