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miércoles, 4 de noviembre de 2020

5 poemas de LA PERIFERIA DEL DESEO de DANIEL ZAZO

 


(Mirada)

 

 

Quisiera entrar huérfano de miedos

en la recóndita claridad de tus ojos.

 

Tus pupilas se definen, como las estrellas,

por su destello. Como en el firmamento agitado de Van Gogh

o en las célebres constelaciones de Miró.

Tu mirada no conoce ni el limo ni el hollín

y son tus ojos esferas de luz en la alborada,

dos luciérnagas en los párpados de la noche,

cenotes de agua dulce donde habita el reposo,

bismuto en el ocaso, cuarzo blanco al despertar.

 

 

***

(Ruego)

 

 

Que nunca se formen glaciares en tus labios.

Retrasa todo lo que puedas la larga marcha

que conduce, de manera irremediable,

hacia los remotos feudos del hielo.

No permitas que la nieve, en silencio, se pose

para anunciar la comparecencia del invierno,

en los diligentes relojes del deseo.

Y procura que los peces del cielo tu boca

no abandonen jamás esa mandíbula

y sigan nadando, a contracorriente,

entre los pliegues y repliegues de mi piel.



(Las brasas)

 

 

Una súbita brisa puede avivar las brasas

que, veladas, permanecen

en el insondable sótano de la memoria

o que quizá creías desterradas, para siempre,

más allá de las fronteras del olvido.

En ese instante no hace falta leña

ni troncos robustos y macizos,

tan solo un fragor de pavesas en la mirada

y el ingrávido roce de dos cuerpos lejanos

remisos a acatar el paso del tiempo,

para atisbar en la brusca hoguera

la febril incandescencia de la llama.


***


(El primer amor)

 

Cambian las creencias, perviven las costumbres.


***

 

Eres todo aquello que arde y que jamás se consume.



Daniel Zazo. La periferia del deseo. Ed Páramo, 2019

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