Harto de las ambulancias
de su alarido que arremete
contra los oídos de mi alma.
Harto de los ejércitos de la muerte
que despliegan sus banderas negras
en mi pared azul.
Harto del funeral diario,
de los telegramas de obituario
y tarjetas de condolencia
con sus cuervos negros
que vuelan en el azul de mi cielo:
“! Dios es el eterno!
¡Dios es el grande!
¡No hay poder ni fuerza excepto Dios!
¡Que tu recompensa sea grande!
¡Qué dios habite al difunto en los
espaciosos jardines del Paraíso!”
………………………
del enlace publicitario sobre la esterilización
de las recomendaciones de distanciamiento social.
Harto estoy de amordazarnos
de paralizarnos la respiración
de amputar nuestros sentidos.
Harto de la declaración de emergencia
de los decretos que prohíben:
El « ¡No! »
el « ¿Cómo ? »
el « ¿Porque ?»
el « Cuándo ? »
y el« ¿Incluso ? »
Harto de la imagen de mi vecino
que me habla temeroso
detrás de un paño.
Harto de una mano
que no me aprieta la mano.
Del pecho donde no me derrito con abrazos.
Del mar cuyas olas no sacian la sed de mi alma.
¡Harto estoy!
De amistades y poemas
por las que no brindo
detrás de los mares.
Harto estoy del trozo de tejido
que me bloquea la respiración.
De las barricadas de policía
que me impiden abrazar a mi madre
y llorar entre sus manos
como niño sobrecargado
con una vieja tristeza.
Larbi Ghajjou
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