Despertábamos al alfiz
y allí estaba
la vaca, los amplios
granados podridos
por el suelo.
La tarde, lenta,
mágica y roja
como tu piel
tras las caricias, puesta.
–Yo lavando platos,
tú golpeándome–
Antonio Orihuela. Esperar Sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario