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miércoles, 16 de junio de 2021

Jorge Riechmann. Informe a la Subcomisión de Cuaternario. (frag. V)

 


 

otra praxis social

 

Una parte del movimiento ecologista (y su expresión política —permítaseme aquí simplificar un poco—, los partidos verdes) se extravió en los años 1980-90, cediendo ante el empuje del neoliberalismo. Depuso su crítica antisistema (esto es, su crítica sistémica del capitalismo) y se limitó a intentar encontrar soluciones pragmáticas a una situación que se agravaba constantemente. Se concentró en tratar de conseguir mejoras marginales dentro de los estrechos márgenes de acción que permitía el sistema. Y perdió parte de su alma en alianzas con el poder corporativo de las grandes empresas. Aquí sería ilustrativa la historia de desnaturalización de Die Grünen, los Verdes alemanes…

Hoy no necesitamos (prioritariamente) acumular más datos sobre la crisis multidimensional, o frangollar nuevos modelos científicos: necesitamos sobre todo construir movimiento social.

Los problemas ecológicos son, esencialmente, asuntos sociopolíticos y culturales. Presentarlos como cuestiones técnicas —así lo hace sistemáticamente la cultura dominante— es un reduccionismo que trabaja a favor de la ilusión de un “capitalismo verde” —pero esa expresión es un oxímoron—. Hoy no necesitamos (prioritariamente) más avances técnicos, aunque algunos de ellos puedan ser bienvenidos, sino otra praxis social. Necesitamos construir movimiento social.

Lo “verde” no es el coche eléctrico, pongamos por caso: es caminar, pedalear y usar transporte colectivo. Darnos cuenta de esto resulta fundamental.

 


tres claves

 

Si consideramos que una de las tres claves básicas de la espiritualidad (y de la vida buena) es el descentramiento del ego (las otras dos serían a mi entender la conexión con todos los seres y el amor compasivo), y advertimos la forma radical y obsesiva en que la comunicación a través de las “redes sociales” refuerza el ego —la conclusión es fácil de extraer…

 

un cronista fue a visitar la exposición

“después del fin del mundo”

 

Incluso gente con la sensibilidad despierta y la cabeza bien ordenada, como Martín Caparrós, razonan de este modo: “Yo no digo que no haya un desbarajuste climático; digo que cambiará cosas y seguiremos viviendo un poco peor y un poco mejor —según quién, según dónde, como siempre— y que el gran problema de las predicciones catastrofistas es que imaginan las amenazas del futuro pero no saben imaginar las herramientas que entonces las enfrentarán”.[i]

Eso puede parecer plausible mientras no se ponga uno a estudiar en detalle qué está sucediendo con el clima, con el petróleo, con los demás recursos energéticos, con el agua, con el suelo fértil, con los océanos, con los ecosistemas terrestres, con los minerales, con la demografía, con la producción de alimentos… y cuáles son en detalle las respuestas (o la ausencia de ellas) que las sociedades industriales están preparando para el colapso civilizatorio en que ya estamos.

Mientras no piense uno en lignito y litio, la fantasía es libre… (y todavía más si sostiene uno que “todo es una construcción cultural”, como creen muchos contemporáneos). Pero si nos tomamos el trabajo de estudiar estos ingratos asuntos, llegaremos a la conclusión de que “imaginar las herramientas que entonces las enfrentarán” es el brindis al sol de la fantasía tecnólatra que constituye la última línea de defensa de este sistema frente a la trágica realidad que afrontamos.

“Lo mejor de los apocalipsis es que nunca suceden”, dicen los vendecalma para tranquilizarnos. Sí, así ha sido siempre en la historia humana. Hasta ayer mismito.

“El Antropoceno es un Apocalipsis, pero un Apocalipsis que ya ha sido revelado y ya está sucediendo, aunque no todo a la vez y no todo de la misma manera…”[ii]

Ecosocialismo o barbarie, decimos. Philip Roth escribió en El animal moribundo (2001), tratando de diagnosticar el tiempo que venía: la barbarie.com.

 


 

 es a la vez el programa mínimo y el programa máximo

 

Descentrar el ego y descentrar al ánthropos.

 

Y no dejar de pensar (lo cual, nos dice el profesor mexicano Luis Tamayo, se hace siempre contra sí mismo, con el otro y con el mundo).[i]

 



[i] Dice, con mayor precisión: “No es imposible construir una humanidad acorde y respetuosa de su sí mismo entero (lo cual incluye a su entorno), pero esa tarea no es de ninguna manera sencilla pues implica la revisión de nuestras propias concepciones, que realicemos la complicada tarea de pensar (lo cual se hace, indican Heidegger, Freud y Lacan, contra sí mismo, con el otro y el mundo y en un tiempo unificado en el presente por la conciencia de la finitud)”. Luis Tamayo, La locura ecocida. Ecosofía psicoanalítica, Fontamara, Ciudad de México 2017, p. 142.




[i] Martín Caparrós, “Después del fin del mundo”, El País Semanal, 11 de febrero de 2018. El autor apoya su reflexión antiapocalíptica en la exposición “Después del fin del mundo” (comisariada por José Luis de Vicente), CCCB, Barcelona, 25 octubre 2017 a 29 abril 2018; http://www.cccb.org/es/exposiciones/ficha/despues-del-fin-del-mundo/224747

[ii] Roy Scranton en su libro de 2018 We’re Doomed –Now What?,citado en Andy Martin, “Climate change has doomed us – now what on earth should we do about it?”, The Independent, 11 de agosto de 2018; https://www.independent.co.uk/news/long_reads/climate-change-stop-global-warming-apocalypse-earth-planet-roy-scranton-essays-a8484271.html



Jorge Riechmann. Informe a la Subcomisión de Cuaternario. Ed. Árdora, 2021

1 comentario:

  1. Sr Riechmann, en frente del antropos y del andros está el Ecofeminismo. Las mujeres hemos cuidado desde siempre todo aquello que nos rodea, cuidar, empatizar, escuchar, tomar precauciones, ... Francamente solo puedo pensar en mí abuela Ángela que alumbraba la vida de las convecinas en su anteiglesia gipuzkoana. La conciencia de una mujer sola que en un caserío alquilado dio maestrias a todos sus hijos. Qué mi madre fuera una mujer andrógina y acumuladora en pleno desarrollismo pues me cuadra y la disculpo, pero nosotras con una formación envidiable, que todavía algunas piensen en hacer la vida que hicieron sus madres ¿Quién carajo se acuerda de sus orígenes? De mi querida abuela, que no llegué a conocer, que no tenía NADA para ella pero sabía dar vida. En memoria de Ángela Arenaza (natural de Oñati, residente en el barrio de Oro, Aretxabaleta)

    Gracias Sr Riechmann por obligarnos siempre a pensar y replantearnos absolutamente todo

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