otra
praxis social
Una parte del movimiento ecologista (y su expresión
política —permítaseme aquí simplificar un poco—, los partidos verdes) se
extravió en los años 1980-90, cediendo ante el empuje del neoliberalismo.
Depuso su crítica antisistema (esto es, su crítica sistémica del capitalismo) y
se limitó a intentar encontrar soluciones pragmáticas a una situación que se
agravaba constantemente. Se concentró en tratar de conseguir mejoras marginales
dentro de los estrechos márgenes de acción que permitía el sistema. Y perdió
parte de su alma en alianzas con el poder corporativo de las grandes empresas.
Aquí sería ilustrativa la historia de desnaturalización de Die Grünen, los Verdes alemanes…
Hoy no necesitamos (prioritariamente)
acumular más datos sobre la crisis multidimensional, o frangollar nuevos
modelos científicos: necesitamos sobre todo construir movimiento social.
Los problemas ecológicos son,
esencialmente, asuntos sociopolíticos y culturales. Presentarlos como
cuestiones técnicas —así lo hace sistemáticamente la cultura dominante— es un
reduccionismo que trabaja a favor de la ilusión de un “capitalismo verde” —pero
esa expresión es un oxímoron—. Hoy no necesitamos (prioritariamente) más
avances técnicos, aunque algunos de ellos puedan ser bienvenidos, sino otra
praxis social. Necesitamos construir movimiento social.
Lo “verde” no es el coche eléctrico,
pongamos por caso: es caminar, pedalear y usar transporte colectivo. Darnos
cuenta de esto resulta fundamental.
tres
claves
Si consideramos que una de las tres claves básicas de
la espiritualidad (y de la vida buena) es el descentramiento del ego (las otras
dos serían a mi entender la conexión con todos los seres y el amor compasivo),
y advertimos la forma radical y obsesiva en que la comunicación a través de las
“redes sociales” refuerza el ego —la conclusión es fácil de extraer…
un
cronista fue a visitar la exposición
“después
del fin del mundo”
Incluso gente con la
sensibilidad despierta y la cabeza bien ordenada, como Martín Caparrós, razonan
de este modo: “Yo no digo que no haya un desbarajuste climático; digo que
cambiará cosas y seguiremos viviendo un poco peor y un poco mejor —según quién,
según dónde, como siempre— y que el gran problema de las predicciones
catastrofistas es que imaginan las amenazas del futuro pero no saben imaginar
las herramientas que entonces las enfrentarán”.[i]
Eso puede
parecer plausible mientras no se ponga uno a estudiar en detalle qué está sucediendo con el clima, con el petróleo, con
los demás recursos energéticos, con el agua, con el suelo fértil, con los
océanos, con los ecosistemas terrestres, con los minerales, con la demografía,
con la producción de alimentos… y cuáles son en detalle las respuestas (o la ausencia de ellas) que las
sociedades industriales están preparando para el colapso civilizatorio en que
ya estamos.
Mientras no piense uno en lignito y
litio, la fantasía es libre… (y todavía más si sostiene uno que “todo es una
construcción cultural”, como creen muchos contemporáneos). Pero si nos tomamos
el trabajo de estudiar estos ingratos asuntos, llegaremos a la conclusión de
que “imaginar las herramientas que entonces las enfrentarán” es el brindis al
sol de la fantasía tecnólatra que constituye la última línea de defensa de este
sistema frente a la trágica realidad que afrontamos.
“Lo mejor de
los apocalipsis es que nunca suceden”, dicen los vendecalma para
tranquilizarnos. Sí, así ha sido siempre en la historia humana. Hasta ayer
mismito.
“El Antropoceno
es un Apocalipsis, pero un Apocalipsis que ya ha sido revelado y ya está
sucediendo, aunque no todo a la vez y no todo de la misma manera…”[ii]
Ecosocialismo o
barbarie, decimos. Philip Roth escribió en El
animal moribundo (2001), tratando de diagnosticar el tiempo que venía: la
barbarie.com.
Descentrar el ego y descentrar al
ánthropos.
Y no dejar de pensar (lo cual, nos dice el profesor
mexicano Luis Tamayo, se hace siempre contra sí mismo, con el otro y con el
mundo).[i]
[i] Dice, con mayor
precisión: “No es imposible construir una humanidad acorde y respetuosa de su
sí mismo entero (lo cual incluye a su entorno), pero esa tarea no es de ninguna
manera sencilla pues implica la revisión de nuestras propias concepciones, que
realicemos la complicada tarea de pensar (lo cual se hace, indican Heidegger,
Freud y Lacan, contra sí mismo, con el otro y el mundo y en un tiempo unificado
en el presente por la conciencia de la finitud)”. Luis Tamayo, La locura ecocida. Ecosofía psicoanalítica, Fontamara,
Ciudad de México 2017, p. 142.
[i] Martín Caparrós,
“Después del fin del mundo”, El País
Semanal, 11 de febrero de 2018. El autor apoya su reflexión
antiapocalíptica en la exposición “Después del fin del mundo” (comisariada por
José Luis de Vicente), CCCB, Barcelona, 25 octubre
2017 a 29 abril 2018; http://www.cccb.org/es/exposiciones/ficha/despues-del-fin-del-mundo/224747
[ii] Roy Scranton en su libro de 2018 We’re Doomed –Now What?,citado en Andy
Martin, “Climate change has doomed us – now what on earth should we do about
it?”, The Independent, 11 de agosto
de 2018; https://www.independent.co.uk/news/long_reads/climate-change-stop-global-warming-apocalypse-earth-planet-roy-scranton-essays-a8484271.html
Jorge Riechmann. Informe a la Subcomisión de Cuaternario. Ed. Árdora, 2021
Sr Riechmann, en frente del antropos y del andros está el Ecofeminismo. Las mujeres hemos cuidado desde siempre todo aquello que nos rodea, cuidar, empatizar, escuchar, tomar precauciones, ... Francamente solo puedo pensar en mí abuela Ángela que alumbraba la vida de las convecinas en su anteiglesia gipuzkoana. La conciencia de una mujer sola que en un caserío alquilado dio maestrias a todos sus hijos. Qué mi madre fuera una mujer andrógina y acumuladora en pleno desarrollismo pues me cuadra y la disculpo, pero nosotras con una formación envidiable, que todavía algunas piensen en hacer la vida que hicieron sus madres ¿Quién carajo se acuerda de sus orígenes? De mi querida abuela, que no llegué a conocer, que no tenía NADA para ella pero sabía dar vida. En memoria de Ángela Arenaza (natural de Oñati, residente en el barrio de Oro, Aretxabaleta)
ResponderEliminarGracias Sr Riechmann por obligarnos siempre a pensar y replantearnos absolutamente todo