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domingo, 27 de junio de 2021

Olvida la guerra




Mi bisabuelo fue maqui,

terminó la guerra y

a. No pudo

b. No supo

c. No quiso

dejar que la batalla,

siguiera librándose sola.


Se tiró a los caminos como quien

se lanza al acantilado

quizá porque en mi casa

espoleábamos a la libertad,

le lamíamos con fruición

los párpados, pestañas,

OJOS

hasta casi sacarlos de sus cuencas

y libábamos una esperanza

VERDE

como la retama de las paredes,

como los robles de mi pueblo,

como las agujas de los pinos.


Les pillaron en un camino de tierra,

bordeado de alambradas

y les ametrallaron

hasta que sus miembros

fueron estandarte libertario,

cordón umbilical vinculado a la tierra y al musgo,

intrincado e indecoroso,

enredado con el alambre, el aire y la muerte.


A mi bisabuelo su metralla le atravesó la pierna

saliéndole

por

el

mus/lo

que quedó cojo para siempre

para que arrastrase su pena

durante generaciones.


A mi bisabuelo su metralla le atravesó el cuello

saliéndole

por

el

o/jo

que quedó nublado para siempre

para que todos recordásemos

quiénes nos miraban a su través.


Luego le dejaron allí tirado, entre sangre

amiga, hermana, dándole por muerto,

así que él pensaba que era un fantasma,

o un ser a caballo entre los dos mundos.


Cuando, de niña, dormía en su casa

mi pavor a ese otro se acrecentaba

porque le oía gritar en sueños,

DES GA ÑI TÁN DO SE

palabras de fuego y humo

alaridos de pánico

que desgarraban

mis sueños,

la esperanza

y la noche.


Olvida la guerra, dicen


pero qué


grandísimos


H

I

J

O

S


de

puta.

 



Sara Vega Prida. Arde. InLimbo Ed. 2021

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