Páginas

lunes, 13 de septiembre de 2021

Querido amigo, hoy tan cercano

 


 

Querido amigo, hoy tan cercano[1]

 

 

Siempre he creído que un poema no es largo ni corto,

que la obra entera de un poeta, como su vida, es un poema.

Todo es cuestión de abrir o cerrar.

Juan Ramón Jiménez [2]

 

 

por Dante Medina

 

 

I

         “Tuércele el cuelo al cisne de engañoso plumaje”, dijo el último gran exponente del movimiento modernista,[3] Enrique González Martínez, un poeta amigo de Juan Ramón Jiménez, quien pasó su vida, precisamente, eludiendo en la lengua el “engañoso plumaje” sin dañar al cisne que llevaba dentro. “Para mí”, dijo Juan Ramón, “no hay otras razones en la vida —ni en la muerte— que las razones estéticas”.

 

 

II

         Queridos amigos, estamos aquí hoy por razones estéticas. Y una de ellas, quizás la mayor, es el recuerdo. De él nace la nostalgia. Y la fraternidad. Y un montón de otras musas que nos habitan desde la infancia. Hace apenas un anteayer, 525 años, que desde Huelva, Palos de Moguer, España, zarparon hacia nosotros las tres naos de Cristóbal Colón[4] que propiciarían el encuentro de dos mundos; hace apenas un ayer, 100 años, que Juan Ramón Jiménez publicara su libro Diario de un poeta recién casado, el testimonio poético de su viaje a América, donde dice: “La que viaja, siempre que viajo, es mi alma”; hace apenas un hoy que el gran Alejo Carpentier, Premio Cervantes de Literatura, dijo de El Viejo Mundo y el Nuevo Mundo esta frase consanguínea: “Los españoles son los parientes que se quedaron en casa”. En aquella casa, agrego yo, casa paterna de nuestros ancestros viejos... Bienvenidos, parientes nuestros, a esta casa paterna de nuestros ancestros jóvenes; bienvenidos, como le dimos la bienvenida a Juan Ramón Jiménez, como les dimos la bienvenida a los parientes republicanos que vinieron a su nueva casa a refugiarse del odio fratricida, bienvenidos onubenses paisanos de Juan Ramón, como decimos en México: “Están ustedes en su casa”.

 

 

III

         Nos reúne esta noche el acontecimiento del encuentro de dos mundos y la poesía de Juan Ramón Jiménez. Dos hallazgos y una sensación de búsqueda que el propio Juan Ramón resintió en vida, en carne propia. Una extranjeridad, un exilio interior, que de uno y otro lado del Océano Atlántico nos desgarra. Dice este ser de aquí y ese ser de allá, Juan Ramón, así, que primero resume en esta frase y luego glosa: “¿Un español ultramarino? ¿Como de las tiendas de ultramarinos de mi España de niño?”.[5] La idea le da vueltas en la cabeza y sigue tras ella: “Cuando yo estaba en España, creía que todos los poetas que conocía allí hablaban español, hablaban en español. No lo dudaba, ni necesitaba diferenciarlos. Hoy, desterrado y deslenguado, creo que ningún español de los que conozco fuera de España, habla español, español, el español que yo voy perdiendo. ¡Qué extraño!”. Y luego sigue, echándole sal a la herida: “Y ¡qué extraño oír hablar un español mejor a un colombiano, un mejicano, un boliviano! Un español mejor que el mío, ¡qué estraño!, más educado que el mío”. Y de esa observación, le nace un deseo: “Un español no es el español ahora para mí; el español que yo quiero es todos los españoles. Y todos los hispanoamericanos”. Se sentía bien, Juan Ramón, en Hispanoamérica: fueron sus nuevas patrias Cuba, Puerto Rico, Argentina, Uruguay, México, todos los territorios de sus parientes que, como él, no se quedaron en casa, y por eso exclama y aclama en nombre de lo que él llamaba Matria antes que Patria: “Lengua madre, lengua una y única, lengua humana y divina, lengua española, ¡todo, todo para mí!”.[6]

 

IV

         Juan Ramón Jiménez fue, como él mismo se califica “un animal de fondo”, un “andaluz universal”, que dijo de sí mismo: “Las pasiones ciegas están equilibradas en mí por las de buena vista: un ojo me forma el mundo y otro me lo deforma y me lo reforma. Con esta visión hago el bien y me arrepiento; entonces hago el mal y me arrepiento también”. Porque, dijo Juan Ramón Jiménez igualmente: “Con mi vida y con mi pluma hago lo que me da la gana”, siendo él, él mismo, porque él mismo ha dicho: “Nunca he sentido, sin embargo, deseos de ser otro que yo”.[7] Porque lo suyo suyo es la sencillez sofisticada, como buen andaluz, un señorito con la dignidad intacta, aunque trashumante y trotamundeando, identificado con sus raíces, deseoso de volar. O sea que Raíces y Alas, ¡de eso es de lo que se trata!, y por eso el poema de Juan Ramón Jiménez de su Diario de un poeta recién casado, canta con esta voz: “Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”,[8] ¡vaya metáfora grande del inmigrante que jamás abandonó su origen!

         Y, para que no se olvide, Juan Ramón recalca: “Nací en Moguer —Andalucía— la noche de Navidad de 1881. Mi padre era castellano y tenía los ojos azules; mi madre es andaluza y tienes los ojos negros. —La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja, de grandes salones y verdes patios.”[9]

         Aún así, con esa infancia de paraíso, Juan Ramón reconoce: “Ser poeta es difícil; querer serlo, más difícil todavía; saber serlo, dificilísimo”, y más cuando uno padece de la vida, en cuerpo propio, desde su nacimiento: “Yo nací enfermo, con un bloqueo cardíaco, y toda mi vida ha sido un altibajo de dinamismo y caimiento, de ilusión y desilusión, de ansia y quémásda”, pero a pesar de eso, con un tesón y una fuerza telúrica por la poesía, Juan Ramón Jiménez declara: “Escribo en cualquier rincón, con un cartón duro o una madera para tener el papel, y con un lápiz cualquiera.” Y entra, según su testimonio, en un estado de transe afortunado: “Cuando escribo, desaparezco por completo; no me siento siquiera, soy todo idea o todo sentimiento, todo palabra, nombre”.[10]

 

V

         Y me vienen a la mente, ahora mismo, las palabras del intelectual español José María de la Quintana, editor de Juan Ramón Jiménez,[11] que hoy está entre nosotros: “Los únicos seres humanos que fracasan hacia arriba son los poetas”. Es así, así es como es, le respondería otro Juan, Juan Rulfo, al Juan Ramón que escribió: “No se trata de decir cosas chocantes [...] sino de decir la verdad sencillamente”,[12] y en una honrada escritura, según palabras suyas dirigidas al mexicano José Revueltas donde le dice: “Gracias, pues, por su honrada escritura”.[13]

 

VI

         Con esa honrada escritura, Juan Ramón Jiménez publicó en México uno de los grandes poemas del siglo XX, titulado “Espacio”, de cuya palabra y canto doy lectura a un fragmento:

“‘Los dioses no tuvieron más sustancia de la que tengo yo.’ Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es sólo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quien sabe más que yo, quién, qué hombre o dios puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay quién lo sabe, yo lo sé más que ése, y si alguien lo ignora, más que ése lo ignoro. Lucha entre ese ignorar y este saber es mi vida, su vida, y es la vida”.[14]

 

VII

         Estoy adentrándome, así que, pongámonos serios, es decir, pongámonos alegres. Yo vivo feliz en Guadalajara bajo el influjo de Andalucía. Soy nativo de aquí de corazón, y de corazón adoptivo de allá también soy. Nací en Jilotlán de los Dolores, Jalisco, México, mi pueblo, y escribo en Moguer, Huelva, Andalucía, España, el pueblo de Juan Ramón Jiménez. Ahí se acaban los paralelismos, porque yo no ganaré el premio nobel, como Juan Ramón, pero me basta con que un amigo mío como él lo haya ganado; sí aspiro, eso sí, a imitarlo teniendo una Zenobia Camprubí, parecida a la que él tuvo, y creo que en eso sí puedo hacer el intento. Por ahora, tengo en mi casa una fuente andaluza azulejada, y eso me basta para ser feliz, para sentirme en casa, para ser mi propio pariente mío que no pudo quedarse quieto, que sí viajó, como Juan Ramón Jiménez.

 

VIII

         Queda, queridos amigos, preguntarse por la conmemoración de hoy, el 525 aniversario de que partieran unas naves del pueblo de Juan Ramón Jiménez a América, y el año 100 de que se publicara el libro Diario de un poeta recién casado, ¿por qué aquí? ¿Por qué aquí?, se preguntarán ustedes, mexicanos de Jalisco; ¿y por qué ahí?, os habréis preguntao vosotros antes, españoles de Andalucía. ¿Por qué aquí rememorar los 525 años del encuentro de dos mundos y los 100 años del Diario de un poeta recién casado? Cuba, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Puerto Rico, se disputarían por derecho y razón este privilegio.

         Innecesariamente, me es necesario justificarlo. Diría, quizás, que la JR de Juan Ramón es la misma y de la misma estirpe y sangre de la JR de Juan Rulfo, y diría, quizás, que el JR que es Juan Ramón Jiménez declaró para su Autorretrato: “Me dicen algunos: ‘¿Por que no escribe usted cosas menos tristes?’ ‘¡Pero si yo no soy escritor!’”.[15] Juan Rulfo, el escritor al que, según Juan Carlos Onetti (otro Juan) debieron haberle otorgado el Premio Cervantes y darle las gracias por aceptarlo, en la misma hipérbole falsificatoria de Juan Ramón, dijo Rulfo esta frase: “pero soy muy flojo para escribir y lo hago muy mal”.[16]

 

IX

         Ahora, pongámonos risueños, porque les voy a contar a los tapatíos una historia de Juan Ramón que los onubenses conocen muy bien. Hay en Huelva, capital, una glorieta con un Monumento a Juan Ramón Jiménez; lo representa la escultura sentado en un sillón, con la mano derecha entre la oreja y la mejilla, la cabeza ligeramente inclinada, y concentrado: el escultor eternizó en bronce al poeta pensando, y en ensoñación. Sin embargo, la realidad es cabrona y los muchachos y chavales de hoy superan a la realidad en invención y malicia: Ninguno de los jóvenes onubense dice “La glorieta de Juan Ramón” o “El monumento a Juan Ramón”, todos dicen: “La Glorieta del Tío del Móvil”, “Hemos quedao donde está el tío del móvil”, que en tapatío se dice: “La Glorieta del Cuate del Celular”, “Nos vamos a ver donde está el cuate del celular”, ¡porque parece que Juan Ramón no está pensativo sino que está hablando por móvil, por celular! Desfiguros a los que se expone la memoria de los poetas.

         Para estar parejos, voy a contar una historia de mexicanos, que también es de Glorieta: El presidente Lázaro Cárdenas, quien cobijara tan generosamente a los españoles republicanos en el exilio, tiene una glorieta en Uruapan, Michoacán, a la que nadie le dice La Glorieta de Lázaro Cárdenas, sino La Glorieta del Pozole, porque como Tata Lázaro era orejón y trompudo, los chavales y muchachos han inventado que aquello es como el pozole: pura trompa y pura oreja.

         Trompa y Oreja, y Tío del Móvil, el sentido del humor en la falta de respeto nos hace similares, a españoles y mexicanos.

 

X

         Pero no hacen falta justificaciones para que estemos reunidos aquí hoy, que las hay, y múltiples; basta con que digamos que es aquí, y ahora, en esta ciudad y en este recinto, engalanado por la obra del gran pintor José Clemente Orozco, con la amistad, el antojo, y el capricho de Huelva y sus autoridades, donde quisimos, por cariño, rememorarlo, ¿falta más?, ¿es necesaria otra justificación?, ¿la hay superior al cariño?

         Bastaría, sin duda, que yo recordara, a los parientes que se quedaron en casa, a los españoles que hoy nos visitan, en esta reunión de familia, que el título de esta charla familiar lo he tomado de una carta de pariente que el gran Juan Ramón Jiménez, vuestro y nuestro, le escribió en 1937 desde La Habana al gran Enrique González Martínez, tapatío, nuestro y vuestro, en donde lo vocativa de: “Querido amigo, hoy tan cercano”.

 

 

XI

         Pensando en ellos voy a decir algo que a ellos les hubiera gustado escuchar esta noche. Pero lo voy a decir en nombre mío, sólo mío, únicamente mío, nada más avalado por mi padre, que tenía los ojos azules, y por mi madre, que tenía los ojos negros, como los padres del niño Juan Ramón, quien escribiera de su infancia estos versos: “Cuando yo era el niñodiós, era Moguer, este pueblo, / una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro”.[17]

         Sin ser yo ninguna autoridad, y sin tener ninguna, en nombre sola-mente del jalisciense nato que soy y del andaluz adoptivo que me siento, propongo que la Noble y Leal Ciudad de Guadalajara, La Perla de Occidente y la “Huelva lejana y rosa”, como la bautizó Juan Ramón Jiménez, la Ciudad de Huelva, se hermanen, que se hagan ciudades hermanas.[18] Esto le hubiera gustado a Juan Ramón Jiménez y a Enrique González Martínez. Y a Juan Rulfo también. Estoy seguro.

         Dijo Juan Ramón Jiménez: “Yo, andaluz universal siempre, quiero a la América de habla española [...] La quise desde niño con nostaljia innata, con inmanencia poética”.[19] En nombre de todos, ahora sí, en nombre mío y de todos los aquí presentes, le digo al gran poeta onubense: ¡Don Juan Ramón, está usted correspondido, nosotros también lo queremos!

         Muchas gracias.

                                                      Dante Medina



Fotografía de R. Kauffman para la revista LIFE

Calle Duende. Moguer. 1958





[1] Esta “Breve conferencia magistral”, fue leída el 1 de diciembre de 2017, a las 20:00 horas, en la Capilla Tolsá del Instituto Cultural Cabañas, de Guadalajara, Jalisco, con el auspicio de la Diputación Provincial de Huelva.

[2] Cita tomada del Prólogo al poema “Espacio”, de la edición facsimilar publicada por la Fundación Juan Ramón Jiménez y patrocinada por la Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, Delegación Provincial de Huelva, Obras de Juan Ramón Jiménez. Espacio y tiempo, en 1996.

[3] Según lo calificó Carlos González Peña en su Historia de la literatura mexicana: desde sus orígenes hasta nuestros días.

[4] De Cristóbal Colón, dice Juan Ramón Jiménez en el capítulo 123 de Platero y yo: “Colón no me da demasiado bienestar, Platero. Que si paró en mi casa, que si comulgó en Santa Clara, que si es de su tiempo esta palmera o la otra hospedería... Está cerca y no va lejos, y ya sabes los dos regalos que nos trajo de América”.

[5] “El español perdido”, en La corriente infinita, Sino de vida y muerte 1896.1954, Huelva, Editorial Point de Lunettes, 2009, p. 295.

[6] “3. Mi español perdido”, en Juan Ramón Jiménez, Guerra en España, prosa y verso (1936-1954), ed. cit., pp. 63-72.

[7] Juan Ramón Jiménez, “El andaluz Universal. Autorretrato (para uso de reptiles de varia categoría)”, 1923.

[8] Diario de un poeta recién casado, 1917.

[9] Juan Ramón Jiménez, El ojo no visto del mundo, “Antología de prosa y verso”, Madrid, Amargord ediciones, 2016, p. 363. Antonio Orihuela, compilador.

[10] “La poética de Juan Ramón”, en Juan Ramón Jiménez, Antología general, Barcelona, Ediciones Orbis, 1983, pp. 199-202.

[11] El año pasado, en 2016, publicó la magna “Antolojía de prosa y verso”, El ojo no visto del mundo, que aquí cito varias veces.

[12] “Alta noche”, Diario de un poeta recién casado.

[13] Carta de Juan Ramón Jiménez a José Revueltas, Washington, 12 de julio de 1943.

[14] “Espacio”, en Juan Ramón Jiménez, El ojo no visto del mundo, “Antología de prosa y verso”, Madrid, Amargord ediciones, 2016, pp. 446-447. Antonio Orihuela, compilador.

[15] “El poeta: autorretrato”, en Juan Ramón Jiménez, El ojo no visto del mundo, “Antología de prosa y verso”, Madrid, Amargord ediciones, 2016, p. 59. Antonio Orihuela, compilador.

[16] Juan Rulfo, Aire de las colinas. Cartas a Clara, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2000.

[17] El ojo no visto del mundo, ed. cit., p. 497.

[18] Y de paso, si queda algo de buena voluntad. pues que el pueblo de Juan Ramón Jiménez, Moguer, se hermane con mi pueblo, Jilotlán de los Dolores. Y perdónenme vostedes lo igualao.

[19] “Carta a José Revueltas”, en Juan Ramón Jiménez, Cartas. Antología, Madrid, Espasa-Calpe (Colección Austral), 1992, p. 222. Edición de Francisco Garfias.

3 comentarios:

  1. Maravillosa exposición de ideas y sentimientos, de profunda sencillez y calado en el corazón. Gracias Maestro Dante Medina

    ResponderEliminar
  2. Dante Medina, nuestro agente moguereño en jalisco!!

    ResponderEliminar