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miércoles, 16 de marzo de 2022

MUERTE, ESPÉRAME EN EL CIELO




Contemplando la punta de mis zapatos 

le pregunto a mis pies que si están ahí dentro, 

y cómo se ve el mundo desde ahí abajo. 


Podemos leer el fondo de tus ojos 

así que déjate de ostias y aguanta, 

tienes algunos sueños que te gustaría ver cumplidos, 

ilusiones que te mantienen despierto, 

aunque ya no eres joven, 

aún es pronto para marcharse. 


Sácanos de aquí 

y déjanos contemplar esta puesta de sol 

con nubes rosas boreales de febrero 

que se copian en el fondo del lago. 


Doy un paso hacia atrás 

y es el boxer al que serví durante años el que aparece, 

dándome lametazos, 

por los pliegues de este fragmentado universo. 


Dormía cuando de repente el olor del mar 

se me metió por la nariz 

y de un respingo me encajé aquí, 

me gustaría que me tiraras conchas 

y echarme unas carreras por la orilla 

pero he olvidado cómo se hace. 


Doy otro paso atrás 

y me veo cerrando el puño 

mientras la policía me lleva hasta una carpeta: 

¿conoce usted estos nombres? 


Otro paso y una voz me repite: 


Nuestras flores, nuestras plumas, 

con qué brillo fue que ardimos. 


Otro y todo vuelve al azul, 

como aquel azul que solo existe en las montañas del Tíbet, 

a donde el capitalismo aún no ha llegado. 


Y de pronto, de nuevo mis zapatos: 

Enciende un cigarrillo, 

por una vez relájate, 

mañana es sábado y no hay que madrugar, 

feliz cuarenta y tres cumpleaños. 


Antonio Orihuela


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