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lunes, 6 de junio de 2022

reseña a POR EL QUICIO DEL VIENTO de RAFAEL ALCALÁ por el crítico JUAN SEBASTIÁN

 


 

                          DESDE LA CARA OCULTA DE LA LUNA

                          “POR EL QUICIO DEL VIENTO”

                                 Rafael Alcalá, (Amazon, Málaga, 2022)    

    La poética de Rafael Alcalá (poeta insomne, dice de él el prologuista, Manuel Varo) se desarrolla, desde sus inicios, a partir de lo màs significativo del sentimiento humano.


    Cualquiera de sus muchos libros, de poesía o de relatos cortos, avala esta afirmación. Desde su primer libro “Propuestas” hasta esta serie de greguerías (sólo 70,  lo que nos aleja del posible cansancio)  pasando por su definitivo “Stellaria” , transcendental libro, insuficientemente ponderado, para cuya elaboración no dudó en introducirse en todo tipo de zonas marginales, con el fin de contactar en vivo con los personaje cuyas vidas,  por preocuparle e interesarle, quería analizar, comprender y retratar, nos deja un legado de autenticidad, un zurrón de situaciones y momentos que delatan su profundo interés por el Ser Humano, su generosidad y su calidad  literaria: Siempre los ojos fijos en el punto lejano/ de un ambiguo horizonte., como nos dice en el poema Anciano, de su libro “Resquicios”.
     Por esas y muchas cosas más, me precio de admirarlo y de tenerlo por amigo, sentimiento este último que es recíproco ¿Cómo si no, habría tenido la gentileza de dedicarme  el presente libro?   


    No es fácil exponer situaciones u opiniones con el escaso número de palabras de las greguerías (sólo un renglón, dice el poeta). Tanto ese tipo de literatura, como en el relato corto, la Soleá flamenca o el haiku  japonés, entre otros estilos,  se necesita mucha capacidad creativa, enjundia e ingenio para despertar el interés del lector o del oyente; capacidades dominadas por nuestro poeta.  En todos los casos es evidente el esfuerzo por sintetizar sentimientos y situaciones más o menos trágicas o cómicas que suelen ser las que nos encontramos en el transcurso de la vida, o aquellas que la imaginación del poeta crea para provocarnos; muchas de ellas devenidas del niño que fuimos o tal vez queremos seguir siendo.


    En este breve muestrario, Rafael escribe a veces volcánicamente sobre lo intuido; otras, por el contrario, es lo muy elaborado lo que lleva hasta el papel, con la punta de su estilográfica, o al indiferente teclado, con la yema de sus dedos. Entre ambos enfoques juega el poeta, con inquietud de gorrión o de murciélago, o con la ingrávida sutileza y lentitud de las pompas de jabón dejándose llevar por la brisa, hasta dejarnos un muestrario de luces y sombras que, de un modo u otro, nos identifican con nosotros mismos.

    Podría asomar aquí alguna muestra de estas greguerías, porque entiendo que al menos alguna vendría bien traerlas como aperitivo para aguzar el hambre y la curiosidad de los posibles lectores; no obstante, me limitaré a reseñar que entre ellas las hay con evidente carga poética, inquietantes, aclaratorias,  indiscutibles, alegóricas, irónicas…


    Verdaderamente, Rafael, que nos ha demostrado suficientemente a lo largo de su producción que se desenvuelve  magníficamente entre los versos de Arte Mayor, hace aquí un alarde de dominio manejando la brevedad y lo conciso para explicarnos su sentido de la vida.    

  
    
Manejable y bien presentado, el presente libro, en formato apaisado y con un precioso dibujo sobre fondo negro, de Natoli Pinazo, nos da como resultado, además de un recreo para la vista, una estancia en el juego, la contradicción, el sueño y, sobre todo, la serenidad, esa que tanto necesitamos en estos tiempos de pandemias, físicas y psíquicas.


    Como dice Rafael en la greguería 50: La Luna no tiene cara oculta. Es el efecto del maquillaje. Pues, a ver si conseguimos desmaquillarnos, ahora que nadie nos ve.

                                                         JUAN SEBASTIÁN

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