Páginas

miércoles, 30 de noviembre de 2022

El viento que agita la cebada por Ken Loach

 



Recuerdo que vi esta película en inglés en el piso de un amigo exiliado a Irlanda para buscar trabajo. Había estudiado Químicas en Sevilla y ahora trabajaba en una cafetería instalada en un sótano, antigua carbonería reformada al efecto. Hay que tener poca vergüenza y mucha necesidad para cambiar la guasa de Los cantores de Hispalis por el chiribiri de Dublín. Estuve cinco días y me sobraron cuatro. Creo que al quinto me habría lanzado desde el inmenso ventanal de ladrillo por el que no entraba más que tristeza.

Uno piensa que hay pocas ciudades más lamentables que Dublín. Pocas ciudades le han sacado más partido a sus zulos, quizá Cracovia, pero la ciudad polaca tenía una belleza lúgubre. Un cirio en cada mesa y suelos de madera del XIX, atractivo para turistas y comerciales de extintores.

En otras mentiras escribí que Irlanda tiene muchos nobeles de escritura porque es lo único que puedes hacer allí. En cuanto venden un libro se piran, claro. Dublín, en definitiva, no ofrecía más que tardes de manta y sofá, una vez visto el Trinity College.

Todavía veinteañero y con compañeras de piso, lo normal es acabar viendo porno con cerveza. Aquel sevillano puso una lamentable película donde Silvestre Stallone se iniciaba en el cine al estilo Poli Díaz. A él, aquello le hacía mucha gracia, creo que por un rubor maltratado. Al quinto proyectado me rebelé por no revelarme como un asesino en serio.

Ahí tienes el taco de las películas”, me dijo encarado por no encontrar divertida la enésima empollada de Stallone.

Antes del Pendrive y el Disco Duro externo, hubo una época en que las películas rulaban en CD o DVD hasta los portátiles de los estudiantes que aplacaban así, la falta de dinero para ir al cine. Pasando los cedeles como si fueran cromos encontré la película de Loach, al que ya conocía por Tierra y libertad.

El director británico demuestra cómo el panfleto puede resultar. Que en cine, como en todo, solo hay calidad o bodrio. Loach viene de Miguel Hernández, pero sin llegar a César Vallejo. A veces se pone urbanita en plan antiTatcher y se sale, pero lo que de verdad tiene es pellejo británico, esa piel mortecina de turista en Benidorm comiendo paella sin alterarse. Hay en Loach un brigadista de la horchata.

Sus guiones los suele firmar Paul Laverty al que pescó Icíar Bollaín como marido durante el rodaje de Tierra y libertad. La Bollaín sabía que de eso no había en España y que si quieres llegar a ser alemán hay que empezar por casarse con un inglés y así sucesivamente.

Laverty como guionista que es, tiene culpa de que le dieran la Palma de Oro en Cannes a este peliculón. Ya había demostrado su valía en Mi nombre es Joe donde Peter Mullan recibió otra palmada. Con Felices dieciséis la palmada se la dieron a él.

Laverty matrimonia con Bollaín, pero él está casado con Ken Loach, porque escribir hace la vida y a Icíar la encontró en un rodaje. Con El viento que agita la cebada Paul tuvo su mejor hijo. Ya sabemos que la mentira del cariño se rompe a poco que toquemos el lenguaje. No se quiere igual porque se quiere diferente. PL quiso más al viento porque le salió toda la lírica necesaria para tratar la lucha de una forma poética.

Según se desarrolla la película nos damos cuenta que el tema es lo de menos. Que puede ser Irlanda y el IRA como ETA y Euskadi. Que lo mismo da Méjico y el EZLN que el Estado Islámico e Irak. Aquí Loach demuestra la esterilidad de la lucha. Del precio que hay que pagar por la ingenuidad del cambio. Que la ideología es un viento que agita la cebada que alguien cortará para volver a brotar irremediablemente.

Que nadie espere soluciones. Aquí Loach muestra una realidad subjetiva (“somos subjetivos porque somos sujetos” decía Bergamín) donde unos se conforman con la bandera, otros tienden al martirio de la pistola y otros a la mística del escaño.

A veces, recuerda a la crudeza de Paradise now. Otras, evoca a Lucio con sus cojones por fuera. Otras, al olvidado premio Nobel de Literatura Subcomandante Marcos.

La editorial Txalaparta, tan incorrecta siempre, ha publicado la autobiografía de Lucio Urtubia encargado de falsificar la documentación a Albert Boadella para salir de España tal y como cuenta el de Els Joglars en sus Memorias de un bufón. También publicaron la vida de Jaime Jiménez Arbe: Me llaman El Solitario; autobiografía de un expropiador de bancos, que interesa como thriller policiaco.

Otro thriller insólito fue el que propuso Pablo Martín Sánchez con El anarquista que se llamaba como yo. Hace unos años le premiábamos en Gervasia en el concurso de relatos.

Para enterarse bien de lo que es el compromiso basta echar un vistazo a los títulos de la editorial Virus y si alguien quiere saber lo que ha sido una cárcel que se lea el que firmó Xosé Tarrío, preso FIES por más señas.

A mí, con la cebada, se me va la olla.

 

 

 Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

 

martes, 29 de noviembre de 2022

Ciutat morta por Xavier Artigas y Xapo Ortega




Esta película es el recordatorio de la oscuridad, que la vergüenza nos acompaña como una comisaría nocturna, que seguimos la senda lancinante de las pistolas, que continúa El Proceso en crisálidas de plomo y la vergüenza homicida de los grandes almacenes.

Este documental denuncia los hechos acaecidos el 4 de febrero de 2006 en un cine ocupado de Barcelona donde se estaba celebrando una fiesta. La Guardia Urbana [sic] fue a desalojar la alegría con la desgracia de que una maceta lanzada desde el vecindario acaba con un policía en estado vegetativo. La represión se encona y acaba con 5 detenidos que posteriormente serán torturados y encarcelados.

Patricia Heras, una joven que ni siquiera había ido a la fiesta, tiene la mala suerte de estar en el hospital donde fueron a curar las heridas de los torturados, siendo detenida y encarcelada por sus “pintas”. Acaba suicidándose.

Esta película, se ha movido por los circuitos de la desinformación. Se ha proyectado en ateneos y colectivos de los ya concienciados, personas que de una u otra forma han sufrido la violencia sistemática del Sistema como a todo aquel que no encaja en sus filtros de consumo.

Consumo y filtro son palabras enormes. Tan enormes como la injusticia que tritura a diario la alegría de la gente que quiere salirse del contrato temporal del pensamiento. Quienes militan en la acción directa reciben represión directa: multas, cárcel y trabajo basura para vidas de mierda.

En democracia todos somos policías. Sin pistola todos guardias. Si somos capaces de burlar 16 años de enseñanza obligatoria, de sobrevivir al crédito de los estudios superiores y las miles de horas de televisión con que taladran tu conciencia; si eres capaz de resistir su imperialismo conductual: prepárate. Te harán sentir los prodigios de la manía persecutoria.

Señalarán con el dedo las alegrías del mercado, el privilegio del buen camino y las virtudes de la palabra funcionario. Será gente cercana, “amigos”, quienes te inciten a la palabra economía.

“Toda corrupción comienza por el lenguaje” decía Orwell. Así, te hablarán de que “El tiempo es oro”, que “vendas tus ideas” y “te compro” ese pensamiento. Nos han inoculado el virus del comercio en el ADN del lenguaje. En la biblioteca, los niños me dicen “quiero alquilar este libro”.

Aceptamos que la memoria se mida en gigas porque nadie quiere ver la sangre del Congo en la pantalla del móvil. Y en esta orfandad nos movemos. Por eso esta película no figura en la IMDB (Intenet Movie Data Base), no está en la “memoria” del cine. Con estas livianas casualidades funciona el sistema. Es cuidadoso y ligero en su despiste hasta confundir la evidencia. Maestros del Alzheimer selectivo.

La tortura es vieja como el dolor. Ahí está Diario de Guantánamo del preso Mohamedou Ould Slahi denunciando la cosa.

España participó en la subcontrata de la tortura americana en países perdidos, permitiendo que los vuelos CIA bebieran en aeropuertos españoles. Nosotros torturamos con tranquilidad en los Centros de Internamiento de Extranjeros algo que se agudiza cuando el extranjero es menor de edad y no habla el idioma del auxilio. A diario se desahucia, se aplica democracia, se reparte constitución.

La ciutat morta está escrita en La hora del barquero de Víctor Chamorro, en esa asfixia culpable de la lectura, en el silencio atemporal de la cabeza dentro del wáter. “Yo ya no quiero justicia, quiero venganza” dice uno de los jóvenes procesados a poco de comenzar su testimonio. Y claro, cuando la impunidad se abre camino a golpes de descaro no hay lugar para “el ojo por ojo y el mundo acabará ciego” porque la ceguera es creer en la justicia.

No hace falta remitirse a Gandhi ni al “más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas” que decía Allende. No hace falta citar a Miguel Hernández para saber que “a veces hay que matar para seguir viviendo”. No hace falta saber cómo acabaron todos ellos. No hace falta leer Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia para saber de dónde viene la violencia.

El escritor Erri de Luca, escribió La palabra contraria y pudo ser procesado por ello, porque la palabra agrede si viene de la boca equivocada (el propio ordenador me ha corregido “agrede”, para poner un eufemístico “arremete”).

En España Arnaldo Otegi sabe lo peligroso que puede ser una palabra (que se lo digan a los trabajadores del diario Egin), porque no hay mayor censura que el consenso tácito de lo correcto –“todos somos Charlie Hebdo”–, ignorando que el subcomandante Marcos sublimó la mano que empuña la pistola y el carisma diferente de las balas. Hemos asimilado el miedo.

“Las palabras entonces no sirven” decía Alberti. Bergamín “Matáis, matáis, matáis y a vosotros nadie os mata”. Blas de Otero recordaba que “Aquí no se salva ni Dios. Lo asesinaron”. Y yo recuerdo al pretencioso León Felipe “Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos”.

Ya hemos hablado de que toda victoria es efímera. Que toda conquista necesita renovarse, por eso esta película desprende pesadumbre. Tiene la presencia inevitable del cansancio. Es incómoda porque nos enfrenta con el espejo. Nos lleva de la mano al cuarto oscuro de esa inmensa minoría que sufre. De esos nadies urbanos, marginados por su ideología, por su procedencia, por su sexualidad y por su aspecto. Gente que ha decidido la imperdonable insolencia de “intentar ser uno mismo” que decía Aute en La Belleza.

La película responde al título de uno de los versos de Patricia Heras. Su blog poetadifunta nos hace llorar con la angustia de un jarrón que cae. Patricia se suicida. Su gente le dedica este delicado documental. El Ayuntamiento con su funcionamiento hipócrita quiso absorber la dignidad con la palmada del premio. Sus directores Xavier Artigas y Xapo Ortega le dieron al alcalde con la foto en las narices. Al día siguiente el titular dijo no sé qué de provocadores.


Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

lunes, 28 de noviembre de 2022

HARRAGAS



 

Europa necesitará siete millones de inmigrantes anuales

durante los próximos 30 años,

si quiere evitar su suicidio demográfico.

 

Lant Pritchett, economista y profesor en Harvard

 

*

con Santiago Alba Rico

 

 

Son los herederos de Enkidú y de Ulises,

de Marco Polo y de Colón,

de Stanley y Livingstone,

de Armstrong y Aldrin,

pero en vez de llenar la Quinta Avenida

de banderas y confeti

y pasearlos en un descapotable

ante la multitud enfervorecida,

los recibimos a palos.

 

Son capaces de recorrer varias veces el desierto,

combatir el oleaje, escapar de prisiones, balaceras

y toda clase de peligros en los que se juegan la vida,

pero en vez de premiarlos con doscientos mil euros,

como a los ganadores de Supervivientes,

los recibimos a palos.

 

Quieren levantar nuestras casas,

limpiar nuestra mierda,

recoger nuestras cosechas,

cuidar de nuestros ancianos,

y nosotros los recibimos a palos.

 

Hijos de nuestra misma cultura de masas,

son individualistas, competitivos,

entusiastas capitalistas, liberales convencidos.

Se parecen tanto a nosotros que, por si acaso,

los recibimos a palos.

 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)  

domingo, 27 de noviembre de 2022

EL FIN DEL MUNDO



 

Yo lo pensé, tal  como lo anuncian en la tele,

como un asunto de zombis

o invasores extraterrestres,

 

y tú me hablas de oligarquías del dinero,

bufones pastoreando las masas hacia el fascismo,

ocaso de los combustibles fósiles

y calentamiento global.



Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019) 


viernes, 25 de noviembre de 2022

NUESTRA LUCHA




 

Yo soy artista y no político.

Una vez que se resuelva la cuestión polaca,

quiero terminar mi vida como artista.

 

Adolf Hitler al embajador británico Nevile Henderson

 

 

Estamos construyendo la sociedad

que un loco soñó en sus delirios disparatados

y al que hubo que inmolar

más de cien millones de personas

para poder cortar sus alambradas

y abrir los cerrojos de los campos

donde había encerrado a sus víctimas.

 

Hoy, a los desvaríos y aberraciones

de aquel pintor de postales

y sus bufones de opereta,

lo llamamos Civilización Occidental

y levantamos muros y alambradas

sin preguntarnos de qué lado vuelve a quedar

 

la fiera.

 

 

 Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)



jueves, 24 de noviembre de 2022

IDEES BUIDES, PÀTRIES PLENES




 

Independientemente dependientes

del alpende y la pendiente

de la que estés pendiente,

 

desaprende, disiente y por ende,

no te encomiendes aunque te lo recomienden

los que te reprenden,

 

porque  comprende

que no hay que ser condescendiente

con tanto medio confundiente

sobre los contendientes correspondientes

obedientes y desobedientes,

 

se sobreentiende,

 

pues sorprende

y no se comprende lo que se pretende,

así que me parece que esto no hay quien lo enmiende,

y ofende.

 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019) 



miércoles, 23 de noviembre de 2022

SI EL PAIS DONDE AMO


 

 

Si el país donde amo

es el país donde me explotan…

 

¿Nacionalismo?

 

 Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)

 


martes, 22 de noviembre de 2022

CANCIÓN DEL CONTRIBUYENTE


 

 

La comisión de Justicia del Congreso ha aprobado una proposición de ley para desahuciar a okupas en 20 días. La iniciativa del PdeCat ha sido apoyada por el PP, PNV y Ciudadanos.



Ondearon la senyera,

pero yo tuve que pagar ese mes el alquiler.


Ondearon la rojigualda,

pero yo tuve que pagar ese mes el alquiler.


Se proclamó la República,

pero yo tuve que pagar ese mes el alquiler.


Se decretó el 155,

pero yo tuve que pagar ese mes el alquiler.


Nos mandaron a votar

para crear otro Estado más,

pero nadie en su programa se acordó

de hecho tan fundamental

como dejar el alquiler de pagar.


Se volvieron a sentar, sus señorías a parlamentar

pero yo tuve ese mes que pagar el alquiler.


Entró el President sin gastar

en el palacio de la Generalitat,

y yo exclamé: ¡pero esto que es!,

porque yo ese mes

tuve que pagar el alquiler.


Me dijeron catalán, me dijeron español,

pero lo peor fue cuando el casero

a golpes con la puerta la emprendió

y me dijo en plan gruñón:

¡paga, paga pronto el alquiler!,

y eso sí que me dolió.


Desde entonces la Nación,

qué queréis que os diga,

me importa a mí un mojón,

pues en todas las lenguas

me encuentro siempre un cabrón

que me dice con furor:

¡paga, paga pronto el alquiler! 

 

 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)  


lunes, 21 de noviembre de 2022

PROCÉS

 




Durruti decía que él no era español, que él era mecánico

Emilio Santiago Muiño


con Esteban Vidal


En el verano de 2011

los políticos catalanes

tuvieron que entrar al parlamento

en helicóptero,


las movilizaciones populares

pusieron cerco a la Generalitat

como forma de denunciar a la casta política,

sus privilegios, su distanciamiento

de los problemas de la gente,

y la corrupción que minaba

todo el entramado institucional.


Los Mossos reprimieron sin compasión

a los manifestantes, dejando

treinta y tres heridos

y veinte detenidos a los que se les pidió

ocho años de cárcel

y multas de cientos de miles de euros.


Seis años después,

los que eran repudiados por el pueblo

al grito de “Ningú ens representa”

y considerados mercenarios del poder,

se han convertido en héroes,

y las instituciones que se rechazaban,

reivindicadas al tiempo que se vitorea a los Mossos.


La explicación de este cambio se llama Procés,

y consiste en darle a todo una mano de pintura

a base de emoción, sentimiento, lengua y cultura

con los que revalorizar unas instituciones

y a unos políticos que habían perdido toda credibilidad

y prestigio.


Es el milagro del nacionalismo, que se come

toda posibilidad de crítica,

refuerza a las élites, y permite algo insólito,

la colaboración entre clases

que hace factible que los trabajadores

abracen a sus explotadores,

muestren adhesión a sus opresores

y aplaudan a las instituciones que legitiman su sumisión.


Mientras los políticos españoles y los políticos catalanes

saben que todo es fruto de una farsa,

la escenificación de un sainete

en el que acaban entendiéndose

y hasta durmiendo en la misma cama,

la población mantendrá una patética y lamentable división,

pues ha creído a pie juntillas

la confrontación teatralizada por los de arriba.


La brecha que se cierra por arriba

se abre por abajo,

pues la culpa de todos los males

ha sido orientada hacia otros oprimidos

que no por ser españoles son menos oprimidos

que los hoy obnubilados oprimidos catalanes,

convencidos por sus pintores de brocha gorda,

a base de patria, identidad, bandera, lengua y enemigo,

de que con cambiar el color de la opresión

la opresión del Estado desaparece.

 

 

 


Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)

domingo, 20 de noviembre de 2022

DILUYES




Diluyes unas gotas de nación

en la lucha de clases

y obtienes una derrota histórica

 

 Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019). Ed. Jarramplas, 2022

sábado, 19 de noviembre de 2022

A los trabajadores de las empresas privadas




A los trabajadores de las empresas privadas

se les enfrenta con los de la pública.


A los mal pagados

con los un poco mejor pagados,

a los de aquí con los inmigrantes

y al vecino con el vecino.


Lo que nadie ve, lo que no sale en ningún sitio,

de lo que nadie se percata

en este ascenso del racismo

y el nacionalismo,

es que los que han desaparecido son los ricos.


Las élites se preparan para lo que se nos viene encima

y por eso se han escondido detrás de la patria,

la religión, la tendencia sexual y la xenofobia,


y por eso la gente cuando mira

solo ve catalanes, vascos, musulmanes,

maricones, inmigrantes, pobres y delincuentes,


pero nadie ve a los ricos

y nuestra ceguera es su victoria.

 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)