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sábado, 21 de enero de 2023

El silencio de la noche por Sangre Azul

 



A mis padres les unían cuatro hijos y mucha inercia. Vivir en una familia de seis, que tu madre no trabajase fuera de casa y que tus hermanos te sacaran siete, cinco y dos años, hacía muy difícil encontrar un momento de soledad. El bullicio de los distintos horarios fue creando una mística del silencio, al que se solía llegar los jueves por la tarde a eso de las seis y media y podía durar hasta pasadas las nueve.

El homínido que somos nos lleva a emular. Mi hermano mayor, adolescente tardío (en mi casa todos estiramos tarde), se había dejado el pelo largo al estilo laca de los 80. Yo comencé por la greñita gitana que desembocó en tres palmos de coleta cuando me la corté con veintiuno. Con diez años era el raro de la clase, la pandilla, etcétera. Ya leía mis cioranes y me gustaba escuchar en silencio a Sangre Azul. Quizá de entonces me venga el gusto por la balada romanticona que hice mía con Circuncisión. Mi heavy de imitación era de extrarradio bohemio; como si Alejandro Sawa, después de salir de comisaría, se hiciese la permanente. Tampoco sé de dónde vendría ese gusto por lo solitario trascendente. Quizá fuera el gen de la tristeza que trajeron los emigrantes a Madrid.

La música, cuando no se tiene edad ni biblioteca, suple las ganas de hacerse mayor con melancolía. Los jueves por la tarde era dueño de mi oscuridad y hasta manipulaba vinilos y tocadiscos como si fuesen míos. Cuando llevo años viéndole las bragas a la vida, pienso que mi ingenua propensión al romanticismo fuese el daño que me hizo don Machado y el epistolario que recibía/escribía a docenas. Música, cartas y soledad. Nadie ponía las preguntas encima de la mesa. Nadie te explicó la soledad de los jueves.

Por eso los freudianos matan al padre, los anarquistas ponen la bomba y los chavales se cagan en los portales. Lo irracional se alimenta de preguntas sin hacer. La violencia es la respuesta muda. El verdadero negocio es la falta de preguntas. Sin pregunta la respuesta es la benzodiacepina. El diván del miedo, las vacaciones en Mallorca y la parejita. Sin pregunta la tragedia aumenta su inercia. Ahora sé que los jueves, en aquella oscuridad de familia numerosa, en aquella soledad de recibos y billetes Ávila–Piedrahita–Barco, se fueron gestando mis preguntas. Nadie me dijo que sería bibliotecario después de cuatro años de carrera, un intento de despido, cuatro abogados y quince años de administrativo. Nadie me dijo que las dioxinas de Valdemingómez se suplían con gas Radón en Gredos. Que China construye un hospital en diez días y subir la potencia de la luz, en Ñusland, lleva cinco meses. Que la vigilancia vive contigo porque eres tú mismo.

Nadie me dijo que escribir desgarra oscuridad. Que no habría manos para escribir un prólogo a tus mentiras de música. Que no hay músicos lectores ni cineastas lectores ni escritores lectores. Nadie dijo nada.

Y allí estaba yo, con mi soledad de jueves, a oscuras, cantando melancolía.



Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

1 comentario:

  1. Bravo por la Trilogía 59 de Jonás y por todos los escritores y escritoras capaces de convertir sus vidas en una saga épica.

    https://m.youtube.com/watch?v=88PgeXFXEFk

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