Páginas

martes, 23 de mayo de 2023

5 fragmentos de LAS NOCHES CAMPESINAS QUE PERDISTE de A. L. GUILLÉN

 


pg. 29

 

Padre. Todo lo que nos diviniza es gratis.

 

pg. 35

 

Padre. Cuando pellizcas mi carrillo mientras juras que

cagabas en un agujero del campo. Y me prohíbes vivir como otro,

para cagar en los agujeros de cerámica que tú compraste. Manchar

cerámica es no saber dónde llegan tus restos. Como tú no conoces,

padre, de dónde emana el salario que te pagan.

 

pg. 80

 

YA , SIN

 

Ya

Recuerdo de materia

Materia sonada recita

La mano de Fátima emplumada

Baila ensolada fuera de la sombra

De pájaro infértil

El humus vibrado por

Ochenta santos pies bailados

En el jardín

Recuerdo de materia

Materia sonada recita

Grito

No hubo más que un grito

Para los impíos servidores

Del salario

No es poema el que me lleva

En la alcazaba

El buque del tránsito

Su susurro, yo perplejo

Seco quedo tierno y lapidado

No es humano

Pero sí

El quedo golpe de la cadena

De mi cuello contra el suelo

El día de luna que merezco

No manchan sus poemas

El día anegado por Tu grito

Mis buques no articulan sonido

 

 

 

pg. 84-85

 

ES .TARDE

 

Un perro ladrando

al ruido de la hojas

¡El vendaval!

 

Si Estar es el haiku, la tarde es larga, para estar en la causa,

en esta parte del mundo, donde el hombre hizo calentar a madre, oyes

el ladrido y el hueco, oyes la cigarra en el descenso de su pitch, y no

puedes Estar, la tarde es larga y no va a terminar esta tarde, hablando

de un presente preñado de pesado_de pasado, para estar en la causa,

la pesada gravedad de la culpa, causa que oye no escucha, las botas de

cemento ahora son límite, si Estar es haiku, en esta tarde del mundo de

la causa, la campana industrial del efecto, tan monacales isolados para

medir tiempo y memoria fuera de ciclos, y no poder Estar, mentir siempre

en las tardes de crucificar la palabra haiku, en ruidito despreciable

de embalar literatura, ruidito de mascar narciso ciudadano, campana

farenheit, pesa como este aire, como tímpani de más culpa, también

escucha tú, el cabrito detrás del fetiche cabrito del valor, el vendaval

del sonar del calor, del reactor nuclear que ha quebrado, en la isla que

de la bomba hizo luz de producción, cada ladrido de un perro nipón,

inyectando mecánica en el silencio del hueco, la pesada uretra de una

solución antropogénica, con los dos cojones del assasin antropogénico,

el afilado insulto post-potente, la vieja secreción fétida de proponer solucionar

el problema con la técnica problema, el ruido estandarizado

de los dispositivos calientes de mis hijos, calentando y alargando la tarde,

que la tarde es larga , y que solo se ha silenciado un poco, un poco

podemos arreglar de nuevo con el reactor de torio, ecologista de salón,

el soberbio metal invariable de una notificación acallando el crunch.

crunch inmensurado de la mantis, masticando la cara de una abeja, en

este humedal de calor desaparece el ladrido, más alucinante culpa que

no arrastra el resto del acuífero, más gólgota de cemento, y sin embargo::::

:::::: ::::: ::::::

está sonando

la fricción

mis uñas

enterrado vivo

contra este ataúd

 

culpable de no ser beatificado, frayleopoldo, también suena, pues respira,

catalepsia, haiku encriptado de sonido contra el pino, pues escucha_

pues lucha, pero no contestan los lentos ladridos dilatándose, a ese

lugar donde tus uñas son mismo silencio, otro endless summer y este sin

beachboys, ni corre ni suena el aire, ni corre ni suena un Estar, el único

sonido de una memoria, aquella orgánica, no el espejo de la computación,

cada ladrido distinto al anterior, cada ruido de las hojas más caótico

que el anterior.

 

Estar

¿o no suena la muerte?

Ningún haiku la nombra

Ningún ladrido ha extinguido esta culpa

Del ruido de la hojas quemadas por el vendaval

 

En toda la tarde.

 

 

pg. 92

CIENCIA

María. Tu nombre espejismo de tierra a agua. Fuera el ruido, la

mecha inmune que te prende hasta sola, fiebre, afta seca, los tambores de

la siembra del terror, dinero grande no quiere cantar. El ejército tampoco

querrá tocarte esta noche. Si pudiera lamer tu tímpano.

 

José. Tu nombre humareda de agua fuego. Ya es un sonido lejos

fuera del milenio de conquista, asciende a la Ignorancia, desde lo que

la institución ignorante llama virus, llama hipogastrio. Tan quedo este

canto confortaría. Si pudiera lamer tu tímpano.

 

María. Tu nombre luciérnaga en el cielo de fuego a viento.

Onda serrata de un asesino de una sociedad de 30000 que ahora escribe

la herida incisa de esta luna de cosecha. Otra vez herida geómetra contra

el cielo curvo en la fóvea del hongo. Ser tierra que genera. La brisa clara

que pediría para tu nombre la disolución benéfica. Si pudiera lamer tu

tímpano.

 

José. Tu nombre clara llama de vela de viento a conciencia. No

estás solo. Ni apagón. Tras la llama el principio. Llama como nostalgia

del quantum, fugada en la coronilla. Atrás el desierto del nombre sensual,

ahora al baño superpuesto de Ser a través. Si pudiera lamer tu tímpano.

 

de conciencia bruta a luminancia                        cielo de clara luz de luz de luna

de luminancia a brillantez                      cielo de clara luz de sol

de brillantez a inminencia                      clara oscuridad

 

de inminencia a translucidez cielo de clara luz anterior al claro amanecer

 

si pudiera

aquí fuera




A. L. Guillén. Las noches campesinas que perdiste. Ed. Fantasma, 2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario