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viernes, 12 de mayo de 2023

5 poemas de ENTREVISTA A ALBERT EINSTEIN de TIRSO PRISCILO VALLECILLOS


 

Aquel tronco cortado

 

Desde lejos ya se adivinaba

su silueta excepcional

y me pareció tan bello...

 

Aquel tronco cortado

tenía forma de corazón:

un corazón perfecto,

hueco como un joyero cursi.

 

Me puse justo encima:

hice una foto para Instagram

impresionado

por la basura que se acumulaba dentro.



No tengo alma, no tengo corazón

 

En mi relación con los demás

no tiran de mí bueyes a paso lento,

más bien tiendo a precipitarme como un caza

de los que hacen demostraciones con humo

multicolor. No tengo corazón que se me rompa,

ni alma donde albergar la imagen de un dios;

solo soy una voz profunda que,

como un rabdomante, busca calor hogar

con el que ungir de cuidados esta insignificante y frágil nervadura.

 

En mi relación con los demás

solo soy una voz en postura de defensa

solo una voz, eco arcaico, programa inexacto,

disco rayado, ser pragmático, una voz

cavidad profunda, animal incrédulo, palabra superpuesta...

carezco de corazón, carezco de alma, una voz

disco rayado, frecuencia corta, palabra superpuesta,

una voz, animal incrédulo, programa inexacto,

volumen atenuado...

 

En mi relación con los demás

en el mapa angosto de mis relaciones con los demás,

solo soy una voz...

 

Incansable

testaruda

siempre repite el mismo mensaje:

 

recalculando, recalculando, recalculando…



 

Gayumbos

 

En cada hombre hay un poeta,

y sólo con el último hombre morirá el último poeta

 

Sigmund Freud.

 

Perfil gayumbos llegó como una visita inesperada.

Inesperada porque en esto de las aplicaciones para contactos sexuales

siempre surge un contratiempo:

un aspirante más joven, una desafortunada última foto

o, simplemente, porque el interlocutor ha sido muy rápido

y tú, ingenuo, piensas que está de camino.

 

Perfil gayumbos llegó con gafitas de tío listo

(un poco de neuronas ayuda, pensé)

con sus brazos voluminosos y tatuados

(un poco de cuerpo no está mal, me relamí)

y, además, miraba con ternura

(también quería un poco de aquello).

 

Lo llevé tímidamente (una timidez impostada,

más bien teatral) al dormitorio.

Nos desnudamos cada uno por su lado

con un poco de primera vez y un poco de rutina.

Perfil gayumbos llevaba unos calzoncillos de la capital,

unos calzoncillos espectaculares, de esos que proyectan

en tu imaginario un cuerpo que no es el tuyo.

Sin dejar de observarlos me acerqué por detrás,

lo abracé, pero mis manos se deleitaban más en la dulce tela

que en la dura carne, y entonces lo dijo:

rómpeme los gayumbos”.

 

Mi arraigado pragmatismo hizo que,

automáticamente, le ofreciera unos viejos

y él se giró y me miró como si se me hubiera ido la cabeza

y entonces sentí miedo a que se fuera,

justo como cuando te viene una idea o un verso para un poema.

Y rápidamente, como pude, rápidamente

introduje decidido, con fuerza, uno de mis dedos

y tiré, tiré sin querer mirar lo que estaba haciendo,

y rasgué, rasgué el exótico tejido...

 

Inmediatamente, pensé en la escritura,

pensé en el poema, en este poema

y en todas las cosas que se tienen que romper

para encontrar la belleza.


 


El mundo perfecto del que todos hablan

 

Dedicado a Dios

 

Mi madre fue:

la primera recolectora

la primera cazadora

la primera agricultora

la primera exploradora

la primera poeta

y la primera científica.

 

Mi madre es las Naciones Unidas,

mantiene la paz y seguridad de quien la rodea

fomenta relaciones armoniosas de índole casero o vecinal:

sus manos despliegan campamentos y atardeceres

sus palabras cicatrizan acantilados

sus abrazos son fronteras sin límites.

 

Mi madre es la UNICEF,

su bandera son las manos que sujetan

oportunidad de triunfo y merienda;

distribuye cuidados y unos pestiños que curan sobremesas.

 

Mi madre es la capitana mayor de los Cascos Azules;

incluso cansada ejerce la disciplina de la sonrisa.

Domina las prácticas de supervivencia: si la fiebre o el dolor

saltan, ella lo hace más lejos.

En caso de conflicto despliega una caricia,

bombardea con croquetas, somete a sopa las aguas revueltas.

 

Mi madre es la OMS,

Participa en todo tipo campañas;

si le pido que pose junto a unos leggings

lo hace desinteresadamente:

nadie mejor que ella conoce las propiedades beneficiosas

de la sonrisa que estalla por los pasillos del centro comercial.

 

Mi madre es el Banco de España:

concede microcréditos a fondo perdido,

y como ministra de exteriores

vigila el riguroso cumplimiento de las leyes

de llaves puestas por fuera

y nevera siempre abierta.

 

Dice cosas como “no sirvo”

“no tengo vida en la sangre”,  o “ya no veo nada”,

y a los tres segundos canta cuarenta en copas

y se levanta para hacer una migas.

Cuando me voy siempre sale a despedirme

y me transmite algunas recomendaciones

de la Dirección General de Tráfico

y del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

 

Camina desde hace noventa años

¿Se dan cuenta? Noventa años…

Solo cuando se cansa, busca mi brazo:

 

ignora que soy yo el que se agarra a ella.




Como el que se encuentra una cartera

 

Agradeces mis poemas mientras yo me muerdo

la mentira de ofrecerte versos ajenos:

aquí no hay convergencia creativa que valga

—existen teorías que podrían demostrar lo que digo—,

y sufro el fracaso al intentar reflejarte en un todo

convincente —también hay teorías al respecto—.

 

Más o menos, lo que te quiero decir

es que tú mismo eres los poemas

y que yo alcanzo, si acaso, a restituirte una parte

como el que se encuentra una cartera

y solo devuelve los documentos.


Tirso Priscilo Vallecillos.Entrevista a Albert Einstein. Ed. Trea. 2023. 

Ilustración de Daniel Macías Díaz

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