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miércoles, 12 de julio de 2023

¿Y si se nos desgarrase el grito?



 

¿Y si se nos desgarrase el grito?
¿Y si la boca enmudeciese,

cercada por la caries, por la niebla de abismo?

 

Ondean sus sonrisas los fascistas.

Estrechan sus manos, agujereadas

con alfileres, adorablemente llenas de úlceras.
Doblan los espejos, se retuercen

hasta plegar la cabeza entre las piernas

y orientan el horizonte en las huellas.


Se estremecen las abejas

ante el presagio de las líneas verticales,

del ruido helado del cerrojo.

Y el viento, repleto de gargantas roídas

con los minutos astillados por

máquinas de oxígeno y medicamentos racionados,

agita el vientre de una sequía

que no llega a los pulmones.

 

Los caminantes bailan en círculos

sin poder mirar las nubes.

Usan sus dedos como llaves para pelar el trigo,

pero son jeringuillas de gusanos

que pudren la primavera.

Abren los ojos con fuerza,

ignoran el polvo de sus muelas,

entornan los omóplatos y peinan su sombra.

 

Esperanza, esperanza,

aún palpitas entre nuestras manos

porque no sabemos pronunciar las ataduras

de la palabra “resignación”.

Porque el presente requiere de todo nuestro oxígeno.

 

Ay, cómo titubeas ante el vértigo,

con temblor de manantial intacto.

Pero, ¿acaso tenemos otra opción

que no sea hacer de ti nuestro aliento,

que no sea mantenerte

como luciérnaga ante nuestros pasos?

 

 

(Alberto García-Teresa)

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