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miércoles, 2 de agosto de 2023

Torre vigía




Sube hasta lo más alto.

Despliega tus alas.

Guíanos con tu luz.

Que la más alta oscuridad nos acecha, la oscuridad que muele las

piedras, para convertirlas en asfalto estéril, en cemento gris, para

levantar paredes que nos impidan ver más allá del horizonte, la

oscuridad que poco a poco todo lo envuelve.

Así que, no te engalanes todavía.

Que el perfume del jazmín en la biznaga, no embriague tus

sentidos.

Aún tienes que brillar, Farola mía.

Pon tu “gas” a punto.

Hincha tus velas al viento y sopla, clara y esbelta.

Que aún los marineros no se han echado a la mar.

Alumbra con tu luz la oscuridad que se avecina.

Pon tu sol en los corazones de aquellos que solo traen oscuridad.

Que quieren cubrir con su manto gris, toda la luz antigua del mundo,

que nos hizo hijos de este paraíso.

Málaga ciudad del paraíso, que diría el poeta Aleixandre. Ciudad de

velas y versos. De poetas y sueños. De amores y duelos.

Málaga mía, que te levantas del sueño de los mortales, de las

tierras hoyadas tras la conquista. Que llamas a mi memoria para

que no me olvide de ti.


Para que levante mi voz contra los que quieren vender tu suelo a la

especulación y la impudicia del capitalismo más salvaje.

Y no digo que no. Que sí, que está bien, más negocio, para

algunos… Claro, hay que atraer nuevos turistas, más turistas

andando por nuestras calles, llenando nuestras tiendas,

consumiendo en nuestros bares. ¿Pero verdaderamente es esta la

clase de negocio que queremos para nuestra ciudad?

Mientras… la tarde va cayendo, volviendo más intenso el azul

‘marengo’ del mar, que se va con el poniente, hacia el fondo del

“mare nostrum”.

Me asomo al muelle, veo los peces nadar tranquilamente en sus

aguas.

Más allá, se recorta la figura de la “manquita”, la única torre de la

Catedral y la fortaleza de la alcazaba comienza a iluminarse.

Qué tiempos aquellos de los andalusíes, que atracaban sus

embarcaciones hasta el mismo muelle de la aduana, cuando aún el

parque era solo el sueño de su creador, y mucho antes que ellos,

los fenicios, venidos de las lejanas tierras del Líbano, atravesando

el Mediterráneo…

Hoy un gran proyecto de rascacielos en el mismo muelle, puede

arrebatarnos esa línea del horizonte. Solo por la codicia de algunos,

por la avaricia desmedida del poderoso caballero “don dinero”.

Habrá un día en que entre todas y todos podamos ver una tierra de

libertad, como cantaba el poeta. One day! One day! decía Marley.

Un día en que podamos ver despejado el cielo de esperanzas

futuras. Un inmenso horizonte lleno de vida y no de ilusiones vanas,

efímeras.

Oh Farola, Farola mía, Farola de todas y todos.


Farola que sí alumbras, porque estas llena de “gas”, henchida de

gozo, al vernos caminar juntos, de la misma mano, en la misma

dirección, a favor del mismo viento, en pos del mismo cuidado. El

cuidado de este Planeta en el que viajamos juntos.

Sumando belleza,

sumando alegría,

sumando igualdad.

¡Sumando dignidad!

Cuidando de que la belleza se instale en nuestros corazones, en

detrimento de la fealdad.

Me espumas, soleada.

Enalteces mi alma.

Limpias mi corazón de alborada.

Calientas mi sangre azul marengo que se vuelve escarcha, cuando

a la sombra me encierran, cuando cercenan mi libertad.

Bajo la luz tenue de tu “luz de gas”, me pongo a bailar desnudo bajo

las estrellas. Me siento lleno de gozo, porque no me cabe más

corazón dentro del cuerpo.

Sólo

me cobijo,

a la luz de tu farola,

mi Farola,

nuestra Farola.



Rafael Santana. Diario de una inquietud. 2023

Fotografía de Ambar Past. Varanasi.

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