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martes, 24 de octubre de 2023

2 fragmentos de KOTOD AMA de BALBINA Miño-Gómez

 


veriloquio

Hubo un tiempo en que las palabras eran como dioses

María Zambrano

 

 

Cicerón propone esta palabra para hablar de la verdad de lo dicho

el uso y el tiempo

podría ser una vieja cebolla el lenguaje, capa a capa, solo al final lo primigenio resiste

crudo esqueleto de la palabra

cómo hacerla humana

llenarla de trigo harina de humanidad

levantarla del papel

que sea un cuerpo o una carne

un alma viva

una ostra que se abre y se descubre para ser dicha

y modificar al que lo dice, el que la piensa, el que la nombra

el que la escucha/ y/ tras devorarla/ forma parte de ella/ con ella/ dentro.

 

 

 

c ó m p l i c e

 

me ha roto el pecho desde dentro.

alguna vez fui llevada para ser ante ella peñasco/ cómplice

 

poseo recuerdos:

hay una riada

emperatrices golondrinas/ perpetramos las cimas

en el saco han entrado los mendigos, los mugidos/ el talud por el que atreverme a caer/

todos ellos/ los discordes van dentro del saco/

no hay / monóculo/ / que los salve/de no ser vistos

a plomo/ un valiente se resquebraja/ se marcha/ se fuga/ abre la carcomida tela

mira el poniente hacerse costra

atiende a la invasión de las orillas/ el agua al cuello y la valentía sola/

por la sal de los restos/ restos de animales de mar elevan un canto de luz pobre.

 

la comunión entre los diferentes nos hará humanos en libertad.

 

 

 

un detalle menor

 

el detalle menor permitiría una puerta de embarque o un desnudo integral

ante el largo invierno, y, ante el abrasivo verano, no tendríamos reversa.

con el frío como territorio natural, podríamos abrigarnos hasta desmembrarnos como un glaciar desplazándose lentamente hacia el ecuador hasta, desaparecido, darse para ser las aguas que drenan un desierto.

 

no iban a permitirnos la placidez cómoda de los comensales antiguos.

aquellos que fuimos, aquellos que no fuimos,

bailarines huecos como el hueco de un árbol

que nadie se atreve a atravesar por miedo a los dominios del vacío,

inútil este miedo de nómadas atados a las camas,

a los ábacos de los días de la riqueza insuficiente.

a los verbos abandonados a su suerte, siempre, en otros.

van a girarnos al girar el destino de las esferas y su dirección es campo a través

hacia el norte.

 

se desdibujan las agujas                              arena                            laberinto

arrastrando nuestro peso por los largos corredores cerca de cipreses altivos.

algunos continuaban hechos podredumbre como baluarte de sus privilegios

materiales;                                                                                  

                                                                                     en cambio,

la profunda petición, la larga espera despertaba para el reclamo,

es uno a uno en las casas, llaman al pecho con un lenguaje único.

debéis rasgar la noche sin temblor en las armas, en las razones,

descalzaros de la comprensión como meta,

desnutrir el caparazón

hasta inservible dejarle ser estiércol                                      para el nuevo grano,

las nuevas urbes        os necesitan       gloriosos niños    

para acercar los robles a las bocas harapientas, l

os giros en la voz, indestructibles,

antes nunca imaginados.

 

cantaréis sobre las aguas                                                        con un detalle menor.

no iban a permitirnos descalzarnos frente a los cuerpos,

caminarlos sin mirarlos, de puntillas,

hacer un paso rápido de una ciudad a otra,                       de una civilización a otra,

de edad en edad                    sin saber el deterioro que hemos ejercido sobre el Valle de los Avasallados para no perder el pequeño,

ínfimo, trozo de paraíso falsario sobre el que columpiarnos, toboganes parcelados.

 

Tan inclementes hemos sido.

 

[Anexo a este poema fuera del libro]

 

podemos correr

sin mirar a nuestros muertos, sin conocer el olor, el color del dolor,

sin llenar los campos de fotografías, las hendidas en las venas,

bien adentro se toma la distancia nula con lo que sucede fuera,

parece no detenerse el grito ahora/

la guerra nueva es la guerra de siempre

la guerra de ahora es la vieja guerra que somos.

 

 

 

 

A

 Nota final de la autora.

 

 

También la grieta restaurada abriga nuestra vida:                                               su exposición a la intemperie.

Por eso he comprendido hoy, 10 de diciembre de 2022, mi deseo vital de lana; mis noches de verano en el patio de mi abuela en el pueblo de Segovia que guardo dentro, junto a mi abuela en la calle Segovia 33, viéndola tejer y aprendiendo a tejer, junto a ella, junto a sus manos en artrosis visible, mientras los grillos, los ecos lejanos de alguna verbena, aquellos ruidos siempre indefinidos de nuestro desván.

Hoy he entendido que soy Ixchel y soy la nieta de Justa, la mujer del carpintero, y de Paco, el hombre de la tejedora que escribía poemas, y la hija de la bordadora echada a los leones del mundo, Pilar, el lucero de la tarde.

Y que desde que nací he estado ejerciendo mi derecho a la resurrección, no pidiendo perdón por haber nacido, ni disculpa.  He necesitado de medio siglo, largo viaje es, para permitirme la vida, la respiración, tejer para otros para saberme útil, humana, buena, toda la vida, Babäi, buscando las semillas para el vellón que guardo.

Sigo siendo una hija única, un ser solitario. No estoy sola.

Tejemos para unirnos, para tender lazos, tejemos palabras, los cuidados, interdependencias valiosas, piedras preciosas vivas, seres humanos, después de todo, seres humanos, animales,

¿Para qué teje la mujer que está escribiendo?

Lo mejor que podría pasarme es que, de alguna forma, estas palabras, todo este libro, fueran un atisbo, una señal de vida, de la vida, de su jugo, tras los infiernos y el derrumbe: otra posibilidad para seguir, la poesía como hermana,  como un alma de construcción masiva, la resilencia de la voz ante la piedra.

 


Balbina Miño-Gómez . Kotod Ama. Huerga & Fierro, 2023

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