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lunes, 22 de abril de 2024

ECOLOGISMO: PASADO Y PRESENTE (con un par de ideas sobre el futuro) -fragmento III-

 


Las propuestas sólo conservacionistas, que quizá tenían su sentido en la primera fase de la sociedad industrial, lo pierden crecientemente desde que entramos en la fase de la crisis ecosocial global. Pues en la época de las macrocontaminaciones como el exceso de gases de “efecto invernadero”, en la época del ser humano como “fuerza geológica planetaria” (Vladimir Vernadsky), ya no hay santuarios, ya no hay islas vírgenes: y afirmar lo contrario denota ignorancia, autoengaño o mala fe. Por ejemplo, intentar preservar la biodiversidad mundial mediante la creación de reservas de naturaleza silvestre es sin duda un esfuerzo vano: sólo una transformación bastante radical de nuestros sistemas industriales y agrícolas según pautas ecológicas podría realmente mejorar las perspectivas de supervivencia de las demás especies animales y vegetales. La idea de los “santuarios” o “fortalezas” pierde sentido cuando los contaminantes químicos organoclorados se encuentran hasta en la última gota de agua de mar y en el último gramo de grasa animal, y cuando el rápido cambio climático antropogénico puede aniquilar ecosistemas enteros sin darles la menor oportunidad de desplazarse ni adaptarse.[1]



[1] Constatar esto, no obstante, no implica dar por válida la perspectiva conservacionista antropocénica (de “Buen Antropoceno” capitalista y post-naturaleza) que han desarrollado Peter Kareiva y sus colaboradores a partir de un famoso artículo de 2012 (“La conservación en el Antropoceno”); pero no cabe abordar aquí ese debate, que nos llevaría demasiado lejos…



Jorge Riechmann. Ecologismo: pasado y presente (con un par de ideas sobre el futuro). Ed. Libros de la Catarata, 2024.

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