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martes, 14 de mayo de 2024

2 poemas de Kabul (crónica de un silencio) de José Manuel Lucía Mejías

 


[55]


Kabul recupera su horizonte de columnas de humo,
las explosiones y los gritos y las lágrimas.
Y el silencio.
Ya no hay alarmas ni sirenas en Kabul.
Khaled sale al balcón y mira con los ojos de su abuelo,
con los ojos de su madre y de su padre muertos
la nueva ciudad de Kabul.
La nueva ciudad que no deja de ser la de siempre.
La ciudad de las historias que le contaba su abuelo
en las frías tardes de invierno cuando se creía niño.
Los deseos de querer volver a Herat
y abandonar esta geografía nacida de la sangre
y de sangre alimentada a lo largo de los siglos.


Khaled enciende su último cigarrillo,
el último que le queda de la última cajetilla
regalada por unos de los últimos soldados extranjeros.
El cigarro deja escapar una nueva columna de humo
en el horizonte cansado de las casas de Kabul.
Su vida vale tanto como este cigarrillo
que se consume lentamente entre sus dedos.
Su vida puede durar lo mismo que este cigarrillo.
Como su padre, como el recuerdo de su madre
o las historias que sigue contando su abuelo
aunque ya nadie le escuche ni le preste atención.
Historias que han perdido la ilusión del tiempo.
Historias vividas hace más de treinta años.
Historias que se seguirán contando treinta años después. 


[30 de agosto]


[56]


La Universidad de Kabul se fundó en 1931
con el lema
Excelencia al servicio de Afganistán.
Se fundó en los tiempos de la monarquía
y en sus cimientos trabajaron profesores
rusos, alemanes, franceses y americanos.

El pastún convivía con otros alfabetos
y el conocimiento se convertía en una isla
dentro de esa otra isla que siempre ha sido Kabul.

Mientras las mujeres aprendían biología en sus aulas
los campesinos seguían sangrando la tierra
hostil de la montaña arrancando sus escasos frutos.

Mientras las consignas del mayo del 68
se multiplicaban en las pizarras de la Universidad,
las mujeres del campo solo reconocían su tierra
en la cuadriculada rejilla de su mirada,
sin más esperanzas que darle un varón a su marido
y recuperarse lo antes posible de sus palizas,
de la terca obstinación de los llantos infantiles.

Mientras los primeros profesores cubanos
comenzaron a enseñar español en sus aulas,
muchas niñas se sorprendían del tacto de su voz
cuando eran preguntadas en medio de la calle,
voces susurradas y veladas tras los barrotes del burka.

La Universidad de Kabul hoy permanece cerrada.

Mañana abrirá sus puertas, como lo ha hecho
en demasiadas ocasiones en estos últimos años.
No habrá acentos femeninos en las respuestas
ni tampoco burkas recorriendo sus pasillos.

Y varias cajas de libros venidos de Madrid
permanecerán cerradas en un rincón de la clase.
Nadie se molestará en abrirlas ni en tirarlas.
Irán acumulando polvo, enterradas en vida.


[31 de agosto]



José Manuel Lucía Mejías. Kabul (crónica de un silencio). Ed. Huerga & Fierro, 2023

1 comentario:

  1. Excelente información, gracias por escribirlo y publicarlo.
    ASB.

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