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sábado, 18 de mayo de 2024

SALMOS PARA PIA JUUL


 
El dulce miedo cuando
copenhague huele a parís
Pia Juul

Bienaventurada la zona de la esfera donde se da el fenómeno de la
transustanciación por la cual una flatulencia se transforma en gas azul.
Bienaventurada la hormiga que recorre la página número 147 de las
Aporías de Zenón de Elea en la que se diserta sobre la imposibilidad del movimiento.
Bienaventurado Juan Sebastián Bach, preso en la cárcel de Weimar,
en cuya celda compuso mentalmente todos los preludios y fugas del
Clave bien temperado.
Bienaventurado Gastón Baquero, que veía debajo del caballo a una
mujer, y debajo de la mujer a una rosa, y debajo de la rosa a un insecto.
Bienaventurado Baruch Spinoza, primogénito de María la colorá, que
en un cristal dibujaba la geometría de la ética.
Bienaventurada mi tía Quinina, tres veces libre en el reino de las libélulas.
Bienaventurado Arthur Rimbaud, grabando a buril su nombre en la
pirámide de Luxor y orinando luego bajo los heliotropos mientras un
sapo contemplaba la luna.
Bienaventurado Ezequiel Pablos, hijo de Simón, que encontró una
moneda de cobre y la puso bajo su lengua.
Bienaventurados los pobres de espíritu porque llegarán a ser catedráticos del mar y eruditos en estrellas fugaces.
Bienaventurado el burro de mi abuelo Manuel en cuya altura una
mañana de invierno fui coronado, entre cántaros de agua, rey del mundo.
Bienaventurada, en el nombre del Padre, del Hijo y de las sandalias
del mismísimo San Lorenzo diácono, la matemática de mis días y la
tristeza de mis noches.
Bienaventurado el número 2, por su condición de símbolo.
Bienaventurado el fuego, que borrará mi rostro para siempre y reducirá mis huesos a carbón, bienaventurado ese instante definitivo.
Bienaventurado Pier Paolo Pasolini, que hablaba de la gran poesía de la impoeticidad.
Bienaventurado Ángel Campos Pámpano, que me enseñaste la última
bandera de la II República en el Instituto Español de Lisboa.
Bienaventurada María Zambrano, pensadora debajo de una palmera,
y Maruja Mallo, que pintaba la sorpresa del trigo, y tantas mujeres valientes.
Bienaventurado mi compadre Sebastián, porque habita, y de esta manera permanece a la sombra del naranjo.
Bienaventurado Sixto Rodríguez, obrero del metal en Detroit, autor de
dos elepés maravillosos que en Sudáfrica conocían de memoria y, sin
embargo, calentaba sus manos con cartones y madera que encontraba en la basura.
Bienaventurada la tumba de Abraham Lincoln donde percute la lluvia más allá del olvido.
Bienaventurado el colapso de la función de onda, por la cual un objeto
se encuentra en todos los estados posibles.
Bienaventurado el niño que afila su lápiz de dos colores en una escuela de París mientras a esa misma hora otro niño en un vertedero de
Bangladesh busca envases de aluminio entre una montaña de plásticos.
Bienaventurado el nacimiento de la simetría y los témpanos de fósforo
y las criaturas de la plenitud.
Bienaventurado el joven que una noche de septiembre ha tocado la
parte infinitesimal de Dios en el pezón de una muchacha.
Bienaventurada la conciencia de los siglos en la terapia con arcilla de un balneario.
Bienaventurado el liquen y la sal y el néctar que se adhiere al abdomen de la abeja.
Bienaventurada la belleza de un zorro gris y la belleza del nenúfar
blanco que crece en el cieno.
Bienaventurado el litoral de las algas y las mariposas denominadas colipatos verdes.
Bienaventurado el orgasmo de los enamorados bajo un anuncio de Pepsi-cola.
Bienaventurado el juego de colisiones y desplazamientos, la tectónica de las masas.
Bienaventurada la tempestad sobre el panteón de los reyes de Inglaterra.
Bienaventurados los días impares en la salud preciosa de las empleadas de hogar.
Bienaventurado Nemesio Sánchez, de profesión pastor, que tomaba la
sopa en un bote de Nesquik.
Bienaventurado Antonio Orihuela, que ha visto la eternidad en una
tablilla sumeria.
Bienaventurado Erik Fromm, quien afirma que bajo el capitalismo no
habitamos un mundo, sino una fantasmagoría.
Bienaventurada la pobreza de los gorriones y la levedad de la nieve en
el camino a Oku.
Bienaventurado el día de mi primera comunión cuando pregunté a mi
madre qué hacíamos nosotros en el monasterio de Guadalupe.
Bienaventurado el orden precario de las zapaterías y el enigma pitagórico de las constelaciones.
Bienaventurada Teresa de Ávila, en la cólera y el cansancio, cuyos originales fueron constantemente censurados por la Inquisición.
Bienaventurada Esther Ferrer (para quien todas las variaciones son válidas, entre líneas y cosas) que los viernes sueña con los números primos.
Bienaventurado Wolf Vostell que llegó a encajar un piano y dos coches
dentro de un avión de combate para construir una escultura vertical
titulada ¿por qué el proceso entre Pilatos y Jesús duró sólo dos minutos?
Bienaventurada la vida, una fatalidad no exenta de erotismo.



Juan Manuel Barrado. Tabaquería. ERE, 2024

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